viernes, junio 27, 2008

Pablo Sebastian, La venganza de Aguirre

viernes 27 de junio de 2008
La venganza de Aguirre

Pablo Sebastián
Si es cierto que Mariano Rajoy pretende ganar las elecciones de 2012 por méritos propios y con un equipo unido y centrista y, sobre todo, no quiere perder esa oportunidad por culpa de otros dirigentes políticos ajenos a su proyecto, como le pasó en la anterior legislatura por mantener al que era el equipo de José María Aznar. Si esto es así y lo que con claridad se aprecia y se desprende del congreso valenciano del PP, es posible que Esperanza Aguirre no llegue a ser candidata del PP a la presidencia de la Comunidad de Madrid en el 2011, vista su permanente deslealtad con la dirección del partido, su disparatado viaje a la extrema derecha y su continua pérdida de apoyos electorales que reflejan las últimas encuestas, tanto entre votantes del PP, como entre el total de los electores madrileños.
Podría darse el caso de que Aguirre ni siquiera acabe la legislatura al frente de la Comunidad de Madrid, si, por ejemplo, estallara en su entorno algún escándalo de corrupción. O si un grupo de los parlamentarios del PP de la Asamblea de Madrid —de los muchos que hoy se sienten maltratados, por Aguirre y “su” González, y que discrepan del enfrentamiento de Aguirre contra Rajoy— decidiera hacer frente a la presidenta madrileña, siguiendo su propio ejemplo con la dirección nacional del PP. Para exigirle a Aguirre un rotundo cambio de actitud: su apoyo decidido a la dirección nacional del PP; un vuelco democrático en Telemadrid; y el relevo de los altos cargos de su gobierno que están bajo la sospecha de la dirección del PP, como quedó claro en el último comité ejecutivo nacional del PP, antes del congreso de Valencia. Mucha atención, pues, a los diputados populares de la Asamblea de Madrid donde crece el malestar contra Esperanza Aguirre y contra sus maneras autoritarias, e insolidarias, dentro y fuera del PP.

Maneras poco democráticas como las que exhibió cesando, con alevosía y ostentosa urgencia —no ha podido esperar al otoño—, al que era el mejor de los políticos de la Comunidad, el vicepresidente Alfredo Prada, y también al consejero Lamela, por haber cometido, ambos, el gran pecado mortal de aceptar el ofrecimiento que les hizo el presidente nacional del PP, Mariano Rajoy, para integrarse en la Ejecutiva nacional del partido. Lo que, en vez de ser motivo de orgullo para Aguirre, fue considerado una agresión de los citados consejeros contra su presidenta, a la que, por lo que se ve, le deben “su vida, su hacienda” y “su honor”, como patrimonio de su alma. Incluso, su obediencia ciega para estar integrados y militarizados en la estrategia de Aguirre de permanente deslealtad con Rajoy y la dirección del PP, como lo están otros de sus consejeros, como González y Granados. Los dos que han sido ostensiblemente rechazados por Rajoy en su pretensión de entrar en la Ejecutiva del PP.

Una estrategia demencial contra su propio partido que Esperanza Aguirre encabeza desde la Comunidad de Madrid, con unas decisiones tan caóticas como fracasadas —véase lo ocurrido en el congreso de Valencia—, y a la vez cobardes. Porque, al final, fue incapaz de dar un paso al frente y presentar su candidatura frente a Rajoy. Convencida de que sería derrotada porque, como ella sabe y reconoce, se ha convertido en la “mala de la película” del Partido Popular. Fama que acaba de acrecentar con el golpe de mano contra los consejeros madrileños promocionados por Rajoy. Una maniobra burda y mal disfrazada de un pretendido “ahorro de gasto”, otra mentira más de las muchas con las que adorna su mandato.

El que, muy probablemente, será el último —si no se le subleva nadie en el seno de la Asamblea de Madrid y lo consigue terminar—, si sigue empeñada en destruir el PP y a todo el que apoye a su recién renovado líder nacional, para que el PSOE de Zapatero, a pesar de la crisis económica, siga ganando elecciones, lo que facilitará que una coalición de la izquierda se haga, en su momento, con el gobierno de la Comunidad de Madrid.

Al final, la burda venganza que Aguirre ha querido perpetrar contra Rajoy, al cortar las cabezas inocentes de Prada y Lamela (los otros consejeros que han sido cesados, eran un simple reajuste para adornar esta operación, y los nuevos incorporados son de una asombrosa mediocridad o incapacidad), se acabará volviendo contra la propia presidenta madrileña, como casi todo lo que hizo, contra Rajoy, en los últimos meses desde que inició su demencial escalada para alcanzar la cumbre del PP. La que no ha conseguido coronar, al tiempo que ha iniciado su caída libre en el ámbito de su Comunidad.

http://www.estrelladigital.es/diario/articulo.asp?sec=opi&fech=27/06/2008&name=manantial

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