viernes, mayo 30, 2008

Oscar Molina, El señorito Ivan

viernes 30 de mayo de 2008
El señorito Iván

Óscar Molina

C UANDO uno escucha a Mariano Bermejo dando un mitin tiene la sensación de contemplar a alguien en un estado próximo al éxtasis. Nuestro Ministro se sube a las tribunas y se transmuta. Es único e incomparable el “crescendo” de un tono que comienza siendo templado y acaba envuelto en unas llamas que pretenden pintar algo parecido al verbo de la Justicia Universal entregado a la Tierra. Justicia, la que él mismo administra y cuya temperatura es igualmente ardiente, en términos similares a la Roma de Nerón. Don Mariano esculpe sus diatribas mitineras en un lenguaje ofensivo, excluyente y resucitador del mito de las dos Españas, y en ello se ha revelado como todo un experto, pero le falla la entonación. Llegado el momento más apocalíptico de sus intervenciones, el de su trance, se le adivina un deje de caudillo bananero sudamericano tan de bajo coste como su elemental ideología política. Una especie de acento imitador de los virtuosos del subfusil antillano que recuerda en cierto modo a los discursos de Hugo Chávez, y nos revela su oculta vocación frustrada de encendedor de masas en pos de una revolución que aquí nunca ha estado pendiente.
Resulta además que nuestro Chavez “low cost” es polifacético. No sólo se dedica al diseño de interiores en sus ratos libres con cargo a la pasta de todos, sino que ahora nos ha salido emulador del Señorito Iván, el despótico y despreciable terrateniente de “Los Santos Inocentes”. Desde las naturalezas muertas hasta la indumentaria, pasando por el paisaje de la dehesa, el encuadre de la obra de Delibes que nos ofrece Don Mariano es casi perfecto. Lástima de barba.

Hay quien podría interpretar la instantánea en clave de la revancha psicológica que nuestro Iván siempre ha tenido a flor de piel. Algo de ello hay en el subconsciente de quien muy posiblemente ve en cada venado que cae en su punto de mira un retal de épocas pasadas. En quien, por sus declaraciones públicas y hechos inmobiliarios, dispara sus postas por la boca de una escopeta que grita con estruendo algo así como: “ahora nos toca a nosotros”.
Pero lo que de verdad carga el rifle del Señorito Iván son las apetencias más propias y ejemplares de situaciones recién estrenadas. A nadie le amarga un dulce, y cuando uno ha estado toda la vida luchando por los derechos del pobre Paco, el guardés de la finca y contador de perdices a destajo, se puede permitir ciertos lujos; como reformar la casa con cargo a su jornal o irse de invitado a la finca donde trabaja para balacear ciervos a razón de unos 9.000 euros el día. A fin de cuentas, quienes vinieron al Mundo para acabar con los señoritos Ivanes y redimir a los Pacos, se han hecho con una buchaca de crédito y merecimiento lo suficientemente abultada como para tener gustos caros y burgueses. Eso es legitimidad, y no la herencia, abominable e inmoral vestigio de aquel tiempo que el nuevo Iván ha venido a borrar. Total, que Mariano elimina a Iván para acabar siendo Iván. Es curioso cómo llegan algunos a ser presos de sus propias fobias, y se transforman en ellas.

Este hombre va a acabar siendo todo un espectáculo, un “showman” de la vida política tan convencido de su propia providencialidad que no tiene reparo alguno en permitirse toda suerte de lujos, no ya materiales sino morales. Me refiero en concreto a su capacidad para apuntarse al movimiento obrero, hacerse con ello un magnífico hueco en la vida, y luego revelarse como implacable reventador de las huelgas que convoca el personal a su cargo. O ¡no se lo pierdan! descalificar la protesta de los cazadores contra la nueva Ley de Patrimonio Natural diciendo que son “los de la escopeta nacional, que invitan a las grandes fortunas a sus cotos y tienen nostalgia del NO-DO”, para luego vestirse de Iván y seguir disparando. Porque lo que mejor hace nuestro Iván es eso: disparar. Ya sea con escopeta o con la boca, dispara de maravilla; y en ambos casos sus cartuchos contienen el odio, la revancha, la semilla de la división y los perdigones del enfrentamiento.

Y a todo esto, Bambi sin decirle nada.

http://www.vistazoalaprensa.com/firmas_art.asp?id=4652

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