lunes, mayo 26, 2008

Antonio Martinez, Juan Carlos I, el rey republicano que debe abdicar

El tiempo pasa para todos
Juan Carlos I, el rey republicano que debe abdicar
Antonio Martínez
26 de mayo de 2008


No lo decimos nosotros: lo ha dicho él mismo. Lo decía ya en la década de 1970, cuando, todavía Príncipe, salía de gira por Europa ante la manifiesta hostilidad de las cancillerías europeas (¡un rey designado por Franco!). Decía ya por entonces don Juan Carlos que “yo quiero ser un rey republicano”.

Y, en efecto, lo ha sido. Ha sido, y sigue siendo, un rey sin rastro alguno de metafísica monárquica, un rey posmoderno, un rey muy poco monárquico, un rey que no parece rey. La vulgata política oficial siempre lo ha elogiado como factor esencial de la Transición y salvador de España la noche del 23-F. Pero la realidad es que, una vez pasada aquella tremenda madrugada de 1981, don Juan Carlos empezó a echarse a dormir y a vivir de las rentas. ¿Llevar la Nación sobre sus hombros, seguir al detalle el devenir político y espiritual de su reino, desempeñar con puntual dignidad la función moderadora de la Corona, reflexionar hondamente sobre los graves asuntos de Estado? Buf, qué cosas tan pesadas… Eso es lo que hacía Franco desde su despacho de El Pardo, y seguramente lo que hubiera hecho su padre, don Juan, si hubiera llegado a reinar (don Juan habría sido un rey de la vieja escuela). Pero don Juan Carlos es un hombre campechano, llanote, al que, sobre todo, le gusta cazar osos, navegar en el Fortuna e irse de vacaciones a Mallorca. Luego, claro –gajes del oficio-, hay que asistir a los actos oficiales, salir de viaje al extranjero en visitas protocolarias y todo ese rollo. Pero lo que decimos: tras el 23-F, y una vez domesticado un Ejército hasta entonces algo montaraz, don Juan Carlos vio llegado el momento de tumbarse a la bartola.

No es sólo que dijera aquello sobre la negociación del gobierno del PSOE con ETA (“hay que probar, y si sale, sale”: ¡toma ya sutil reflexión política!). Tampoco es simplemente que le hayamos cogido tirria por su alabanza a Zapatero, ese “hombre íntegro, que no divaga y que sabe muy bien a dónde va”. No, es mucho más que eso. Es que el rey don Juan Carlos no parece darse cuenta de qué es ser un auténtico rey. Un rey es el padre de la Nación. Un rey es la figura en cierto sentido “sagrada” que vigila, modera, amonesta, influye, sugiere y afronta todos los desvelos que hagan falta para mantener unida a una familia –su país- en la que siempre existen tendencias centrífugas y disgregadoras.

Pero don Juan Carlos, si algún día supo que su vida tenía que ser así, hoy parece haberlo olvidado. Tal vez sea una reacción natural en quien ya ha cumplido los setenta: como tantos profesores que, al llegar hoy a los sesenta, sienten que ya han hecho todo lo que tenían que hacer y se dedican a sestear plácidamente en espera del dorado día de su jubilación.

Por lo tanto –y es mi opinión personal-: don Juan Carlos I de Borbón, rey de España, debería abdicar en el Príncipe Felipe. No es necesario que lo haga de inmediato; pero que se lo vaya pensando para dentro de, como máximo, cuatro o cinco años. En realidad, no creemos que don Juan Carlos haya sido realmente un mal rey, aunque podría haber sido un rey mejor. Pero su hora ya ha pasado. Ya ha cumplido su misión histórica. Pero, ¿tal vez con don Felipe se acabaría la Monarquía, y por eso don Juan Carlos tiene que durarnos todavía muchos años? Si esto es realmente así, el problema no está en don Juan Carlos ni en don Felipe. El problema está en las entrañas políticas mismas de un país incapaz de exorcizar sus propios fantasmas,

http://www.elmanifiesto.com/articulos.asp?idarticulo=2253

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