martes, abril 22, 2008

Un secuestro anunciado

23-IV-2008
Un secuestro anunciado
Palos y más palos de ciego para tratar de ocultar lo evidente: el Gobierno no sabe como acometer con garantías un secuestro de estas características

El Mar Arábigo y, especialmente, la costa somalí, es uno de los lugares más peligrosos del mundo para los marinos. Y no precisamente por las tempestades. Desde la desintegración de Somalia como Estado a principios de los años noventa, el cuerno de África y, por extensión, su costa, ha quedado a merced de bandas de maleantes que han impuesto su ley en la tierra y en el mar. Como consecuencia, los secuestros de barcos extranjeros a cargo de piratas que exigen importantes sumas a las compañías armadoras a cambio de la vida de los rehenes son extremadamente frecuentes.
Parte de la flota pesquera española, que es la más grande de Europa y una de las principales del mundo, se interna con cierta asiduidad en estas aguas infestadas de forajidos. Desde hace años los capitanes españoles vienen denunciando el sistemático acoso por parte de piratas y muchos barcos han dejado de faenar en el área por miedo a ser apresados. Esto se sabe en Madrid al menos desde los intentos de secuestro frustrado de 2005 y del secuestro consumado del Albakora 4 en 2006. A raíz de este último, todos los grupos parlamentarios –a excepción del PSOE– llevaron al Congreso una iniciativa que instaba al Ejecutivo a tomar medidas enviando un buque de la Armada a la costa de Somalia. Los diputados del PSOE se opusieron a la medida arguyendo que no era competencia estatal proteger a los pescadores que acudían hasta allí movidos por intereses económicos.
La miopía combinada con los nulos conocimientos de geoestrategia y la afición socialista por dejarlo todo para mañana han desembocado en la crisis actual. Un barco atunero de Bermeo se encuentra retenido en un remoto puerto somalí con 13 españoles a bordo; ocho gallegos y cinco vascos. Lo extremo de la situación, lejos de suscitar firmeza en el Gobierno, ha provocado los tumbos e indecisiones de rigor. Una fragata de la Armada, la Méndez Núñez, que se encontraba de maniobras en el mar Rojo, ha sido enviada con carácter de urgencia a la zona, pero sólo para disuadir. No podrá acercarse a la costa ni emprender acción militar alguna. Por otro lado, el embajador español en Nairobi se ha desplazado hasta la capital de lo que un día fue Somalia con intención de negociar. No se sabe ni cómo ni con quién.
Al final, rematando la chapuza y la improvisación –tan típicas en cualquier asunto en el que el Gobierno de Zapatero ande enredado– se ha pedido ayuda a Estados Unidos y a Francia para que echen una mano en la liberación de los rehenes. Palos y más palos de ciego para tratar de ocultar lo evidente: el Gobierno no sabe como acometer con garantías un secuestro de estas características, un secuestro que no era cuestión de si iba a ocurrir sino de cuando.

http://www.libertaddigital.com/opiniones/opinion_43203.html

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