lunes, abril 28, 2008

Tomas Cuesta, Don Bernat va de culo

lunes 28 de abril de 2008
Don Bernat va de culo
POR TOMÁS CUESTA
SI los autores de «Esta guía va de culo» -lubrificados por el ministro salutífero con trescientos cincuenta y nueve mil euros a costa del erario- tuviesen un ingenio chispeante en vez de chispear por salva sea la parte, habrían titulado su folleto con algo más de guasa. De hacerla, hacerla gorda, tal cual mandan los cánones, que el tamaño sí importa y sobremanera en este caso. Pongamos, por ejemplo, que la publicación de marras se hubiese llamado «Opúsculo» o, inclusive, «Oráculo»; dos chistecillos que, por estar a puro huevo, resultan vergonzosamente fáciles. Menos, no obstante que lo de «va de culo», que se encuentra al nivel de un niño de primaria. Y eso, entre otras cosas, es lo preocupante. En cambio, haber utilizado el calambur (que, aunque suene a perversión es, como saben, un inocente adorno literario) le añadiría un punto de descaro a la vulgaridad ramplona del escándalo. Objetarán ustedes que el fondo del asunto sigue siendo igual de repugnante y que una marranada es una marranada al margen de etiquetas o pamemas verbales. Uno no es quién, sin duda, para llevarles la contraria, pero, aún así, las formas hay que cultivarlas. Cuando los griegos afirmaban que los muslos de Hefestión eran lo único capaz de derrotar al divino Alejandro, se podían haber ahorrado la retórica y decir, sin tapujos, que el gran conquistador había perdido el culo por su dilecto camarada. Claro que, al expresarse de ese modo, en lugar de ser griegos, hubiesen sido bárbaros. Los romanos, en cambio, que no eran tan mirados, le colgaron a César el mote, harto expresivo, de «la puta calva». Y el ameno Suetonio, que se convertiría, andando el tiempo, en el primer historiador con vocación de «paparazzo», le llegó a retratar de cuerpo entero con una sola frase: «Fue la mujer de todos los maridos y el marido de todas la mujeres». ¡Coño con Julio César! Ahí es nada, monada.
El problema es que, ahora, el realismo sucio, que encanalla el paisaje y el lenguaje, ha puesto a barato las pasiones -virtuosas o no- de la época clásica. Ha hecho del amor un pasatiempo y del sexo (del sexo en general, a vela o a vapor, pertinaz o esporádico) una burda rutina de gimnasio. Para gustos, colores, sin embargo; siempre que darse el gusto no perjudique a nadie. Porque ahí radica el quid de la cuestión, la enrevesada incógnita que ha de despejarse. ¿A quién ha perjudicado el señor Soria con la dichosa guía que, desdichadamente, le han metido doblada? El memorial de agravios, por no salirnos del guión, es, más que amplio, dilatado. A muchos les ha tocado la moral, que es material sensible y sumamente frágil, y a otros muchos, también, quizá no tan atentos a las moralidades, lo que les ha tocado han sido los colgajos. El titular de la cartera de Sanidad y Consumo (será la primera vez que el área de Consumo se haya ocupado de gestionar la coprofagía) ha argüido, yéndose por las ramas, que se cayó del guindo al leer el diario. O sea, este diario. ¡Pero, hombre, don Bernat, haberlo dicho antes! Al «dictum» celebérrimo que esculpió Carmen Calvo -«El dinero público no es dinero de nadie»- el ministro en embrión le ha encasquetado un corolario: «El dinero público, puesto que no es de nadie, no hay necesidad de que lo controle nadie». ¿Qué son, al fin y al cabo, trescientos cincuenta y nueve mil euros del ala? Son grano de anís y moquillo de pavo. Una gota de agua en el océano de los Presupuestos Generales del Estado.
Resumiendo: agua de borrajas. El señor Bernat Soria ha retirado los folletos y asunto concluido, se acabó lo que se daba. Alguien habrá que encuentre que la broma nos ha costado un ojo de la cara. Obviamente, ese alguien es un desaborío y un carcamal intolerante. Lo mismo que Quevedo, otro reaccionario, que, en «Gracias y desgracias del ojo del culo», anticipó la actualidad en un perfecto castellano. «Quien tanto se precia de servidor de vuesa merced, ¿qué le podrá ofrecer sino cosas del culo?». Ánimo, don Bernat, a poco que se esfuerce, ha de acabar usted emulando a los clásicos.


http://www.abc.es/20080428/opinion-firmas/bernat-culo_200804280324.html

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