jueves, abril 24, 2008

Garcia Brera, De Paraguay a España

jueves 24 de abril de 2008
De Paraguay a España
Miguel Ángel García Brera
U N obispo, no sé si en activo o fuera de su lugar, se ha convertido en el nuevo presidente de Paraguay, allí donde tanta influencia tuvieron los jesuitas y sus célebres encomiendas. Parece que el obispo, con apellido de capital y provincia gallega, vira a la izquierda, lo cual no deja de ser lógico en un cristiano, si por izquierda se entiende la preocupación por los pobres y marginados y el amor al prójimo, que son banderas de Cristo, pero sin olvidar que el primer mandamiento es amar a Dios sobre todas las cosas. Si al hablar de izquierda hablamos de marxismo y sus compañeros de viaje, la cosa ya es peliaguda, porque son ideologías que parten del ateismo, el agnosticismo o la rebelión contra todo lo que la Iglesia de Cristo representa. Que un obispo sea de esa izquierda es tanto como la contradicción “in terminis” superlativa. Veremos lo que ocurre. De momento, Chávez parece haber financiado en parte la campaña de Lugo, acolitado por los Evo y demás presidentes hoy situados en un modo de pensar y actuar que se remonta a los años de la Europa sometida al yugo del comunismo estalinista, yugo que causó al mundo más muertos que ningún otro Régimen y empobreció – social, cultural y económicamente – a los pueblos, de modo que todavía hoy los sometidos intentan recuperar su pasado con gran dificultad. Mientras tanto en España se inicia la segunda ronda gubernamental de un presidente que coquetea con esos mandatarios retro de la América hermana, iniciando el mandato con una situación económica difícil y una iconografía de ministros elegidos por amistad y servicios prestados, no a la nación, sino a las pretensiones del gobernante. Quienes se hayan fijado en el embarazo de una ministra o en el mayor número de féminas en las filas del Gobierno, no han pasado de ver las cosas a la ligera, entrando en el juego peligroso de montajes y de imágenes de puro marketing. El nuevo Gobierno, en su faceta rosa, sólo llama la atención de Berlusconi, pero, para quienes la igualdad de oportunidades para hombres y mujeres es algo natural y exigible, ese aspecto carece de importancia. Lo verdaderamente espeluznante es ver a un ministro Bermejo, o a una ministra Magdalena, repitiendo. Cuando tan grande ha sido su desastroso modo de llevar las riendas de su departamento, ante este segundo encargo, llega a uno a pensar si ZP, resentido por lo de su abuelo, quiere hacer víctimas a los españoles de una cierta revancha.


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