viernes, marzo 28, 2008

Oscar Molina, Las tres patas del triunfo

viernes 28 de marzo de 2008
Las tres patas del triunfo
Óscar Molina
E S muy posible que tras leer este artículo lleguen Vds. a la conclusión de que la victoria socialista del pasado 9 de Marzo tiene cuatro patas. Sobre la cuarta, que no está clara, me niego a hablar. Sobre todo porque creo que existen, además, otras tres buenas razones para entender y explicar el triunfo del Partido Socialista, cuyo efecto es en cualquier caso mayor que el de la eventual cuarta. La primera se encuentra, a mi juicio, en el debe del Partido Popular, y reside en las habituales “espantás” que viene haciendo desde largo cuando llega la hora de lidiar al toro de las ideas. La entrega al enemigo de la posesión del lenguaje, de la que les hablaba la semana pasada, no es sino una tremenda negligencia ideológica de un partido que jamás tendrá un crédito social consistente mientras permita que la dialéctica política se resuma en frases hechas y palabras usadas de manera puramente utilitaria. Me resultó espectacular, por ejemplo, que la propuesta de contrato para los inmigrantes de Mariano Rajoy fuese calificada de “xenófoba” por el PSOE y la prensa adicta. Pero me pareció más escandaloso aún que nadie en el PP saliera a denunciar la tremenda falacia que encerraba un calificativo usado con tanta alegría como falta de propiedad. Si vamos al diccionario de la RAE y consultamos el significado del vocablo “xenfobo”, comprobaremos que no tiene la menor cabida para adjetivar la postura popular sobre inmigración. Sin embargo, la palabra (como otras) fue lanzada con éxito manifiesto, y cumplió su pringante función de embadurnar a Rajoy del negativo unto que la acompaña. A nadie debe extrañar que una considerable porción del cuerpo electoral trate con distinto rasero a unos y a otros, sus mentiras, incumplimientos y errores, cuando el maltratado ha renunciado a defender su postura desde el punto de vista de la legitimidad, y tan sólo sabe presentarse como un buen gestor. La Política paga en réditos electorales la inversión en pasión y bonitos colores, y la fría apelación a una buena conducción de los asuntos públicos no puede competir con el sabio manejo de conceptos cargados de emotividad positiva o negativa. Es por eso, porque sabe vestir el muñeco, por lo que el PSOE puede defender hoy la España plurinacional, y mañana presentarse como “Gobierno de España”; denostar “guerras ilegales” y luego mantener tropas respaldando la violación del Derecho Internacional que supone la independencia unilateral de Kosovo, o mantener en Extremadura un discurso distinto al que tiene en Cataluña. La segunda pata hace referencia a una actitud colectiva muy propia de las sociedades occidentales y que tiene mucho que ver con la escasa disposición del ciudadano para enfrentarse a los problemas que se le plantean y a rechazar a quien le muestra sin tapujos las cosas tal y como son. Vivimos una época en la que predomina la avidez de bienes materiales y su capacidad de adquirirlos difiriendo su pago hasta límites insospechados; esos estómagos de complacencia consumista, y su incapacidad para sentirse llenos abominan de quien intenta ponerte ante la realidad de que la feria se acaba, o debe darse un respiro. No gustan los cenizos, y no digo que Rajoy lo sea, al contrario, pero sí resulta un poco aguafiestas al lado de quien ha optado por la estrategia de negar los problemas o minimizarlos cuando no pueden esconderse. El irresponsable “tente mientras cobro” (papeletas en las urnas) casa mucho mejor con una porción del electorado que no quiere ni oír hablar de crisis, y prefiere escuchar “desaceleración”, que es más proclive a escuchar al que le asegura que aquí no pasa nada que a mirar el último recibo de su hipoteca, que prefiere que la anestesia dure hasta el último estertor antes de plantearse un tratamiento. En este aspecto Zapatero no es que se haya revelado como alguien en quien confiar, pero sí en un garante de aquello de “ojos que no ven, corazón que no siente”, y muchos votantes se han identificado con esa postura que pretende dormir las entrañas apartando la vista del abismo. La tercera y última tiene un cariz más grave, y se fundamenta en la distribución territorial del voto. Las dos comunidades en las que ZP ha asentado su ventaja son el País Vasco y Cataluña. Es curioso, porque teniendo en cuenta los resultados electorales si ambas autonomías llegaran algún día a alcanzar la independencia, al PSOE le resultaría harto complicado ganar unas elecciones. Pero más allá de consideraciones teóricas e indeseables, opino que lo que ha derrotado al PP en esos lugares es su identificación con la idea de España, una idea odiada por el desprecio a ella larvado durante años. En Cataluña existe una cierta clase política que ha hecho costumbre el identificar los apagones, socavones del AVE, carajales aeroportuarios, pérdida de empresas…con “Madrit”; ese “Madrit” se iguala a España a los efectos de chivo expiatorio, y encarna también al malo de la fábula nacionalista de la que algunos viven, convirtiéndose en el sujeto no sólo a detestar, sino al que cargarle con el muerto de todo aquello que impide la felicidad y bienestar de la aldea sometida. En el País Vasco, “Madrid” también es la España que niega “el derecho de los vascos a decidir”, y el causante de todos los agravios históricos que al parecer se pierden en la noche de los tiempos, razón probable por la cual nadie puede demostrarlos. Para todos aquellos que han sido objeto del perseverante lavado de cerebro que se basa en tan peregrinas teorías políticas, esa España está representada en el PP, que es su imagen semejanza y esencia. Una considerable pieza del cuerpo electoral catalán y vasco vota contra el PP, contra esa idea de España. A los efectos prácticos el trasvase de un monto importante de voto nacionalista al PSOE ha sido una forma de frenar al PP, a España, catalizada además por una formación que en algunos aspectos se iguala o hasta supera a ERC y PNV. La cuarta pata, esa que está en la mente de muchos de Vds., no deseo entrar a comentarla, por la sencilla razón de que detesto que el terrorismo haya entrado a saco en el campo de la influencia electoral, y estimo que sacarle de ese juego empieza por no comentar el impacto de sus actuaciones asesinas. Además, y con sinceridad, no creo que su influjo haya sido ni mucho menos decisivo.

http://www.vistazoalaprensa.com/firmas_art.asp?id=4527

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