jueves, febrero 28, 2008

Ramon Tamames, Desarrollo sostenible en esta nuestra tierra

jueves 28 de febrero de 2008
Desarrollo sostenible en esta tierra nuestra

Ramón Tamames
Catedrático de Estructura Económica (UAM)
Catedrático Jean Monnet de la UE
Miembro del Club de Roma
Hoy, sin que sirva de más precedente para el futuro, transmito a los lectores de ESTRELLA DIGITAL unas contestaciones que he dado a una encuesta que me enviaron, y que estimo puede ser de interés para el común de quienes se preocupan de lo que está sucediendo en nuestro planeta. Y los que lo deseen, ya me dirán lo que opinan de mis respuestas (bego@castellanacien.e.telefonica.net).
—¿Le parece que nuestro modelo económico actual se ajusta al desarrollo sostenible?

Pretende ajustarse, pero está muy lejos de ello. Y la mayor evidencia está ahí: un urbanismo salvaje en la mayor parte de nuestras costas, y una construcción altamente especulativa en el resto del país, con las consecuencias que ahora estamos pagando de desaceleración, y tal vez de algo más en el inmediato futuro.

—Y entrando en temas más de la naturaleza, ¿qué evidencias tiene Vd. al respecto?

Lo primero de todo, un tema del que se habla muy poco: el insuficiente aprovechamiento de los bosques tradicionales, que se mueren de viejos, al no ser objeto de cortas racionalizadas, mientras que hay innecesarias importaciones masivas de madera. Pero eso no interesa ni poco ni mucho a los gobernantes, que como dice el proverbio, “se acuerdan de Santa Bárbara cuando truena”. En otras palabras, si no hay incendios forestales graves y con víctimas, aquí no se sabe ni lo que es un pino, ni un abeto, y mucho menos un abedul o un abies pinsapus.

—Y en el tema de Kioto, ¿estamos mejor?

Lo que sí está claro es que se habla mucho más. Pero lo cierto es que nos encontramos muy lejos de cumplir con nuestras obligaciones; a pesar de que nos dieron un margen de crecimiento del 15 por 100 sobre la base 1990, como referente para el máximo de emisiones. Tope que se ha desbordado hasta superar el 150 por 100, sin que llevemos camino de arreglar la cosa. Ya veremos qué sucede con Kioto-2, cuando el nuevo Protocolo refuerce las exigencias de reducción de emisiones.

—Y en el resto del campo ¿qué sucede?

Ahí están nuestro agricultores, que son los verdaderos guardianes de la naturaleza, pero que en vez de ser atendidos como se merecen, para desarrollar al máximo las buenas prácticas ambientales en el sector agrario, se ven sometidos a toda clase de burocracias y autoritarismos, tanto por las autoridades de la UE como las propias de España. Como sigamos así, mucha gente del campo va a marcharse en un nuevo éxodo a la ciudad, por falta de confianza en una política agrícola común que en los últimos tiempos crea más desazones que esperanzas.

—Como especialista en estructura económica de España, ¿se aprecia un avance verdadero en nuestra economía?

Naturalmente, y si no fuera así, nos podrían llamar inútiles y negligentes. El crecimiento está siendo importante —que sea sostenible ya es otra cosa, como acabamos de ver—, y además hay una cierta redistribución de renta a través de los mecanismos fiscales, sanidad, educación, etc. No todo es perfecto, ni mucho menos, porque nada humano lo es. Pero al que se queja continuamente de que no gana lo que él piensa que se merece, yo le recomendaría que entrara en la cultura del esfuerzo personal. Y si estima que en España no se vive razonablemente bien, le pagaría un viaje a algún lugar de África o de Iberoamérica, para que se percate de las diferencias. En ese sentido, la mejor demostración es que en diez años nos han llegado algo más de cuatro millones de inmigrantes con ganas de trabajar aquí.

—¿Qué opina de la tan traída y llevada política hidráulica?

Estoy a favor del trasvase del Ebro y en contra de las desaladoras pretenciosamente sustitutivas de las aguas fluviales; sobre todo, a efectos de riego. La experiencia en esa dirección, está siendo miserable para la Sra. Narbona, ministra de Medio Ambiente, que no ha promovido ni un solo embalse, y cuyas desaladoras no le funcionan. Mientras tanto, el Ebro sigue aportando miles de millones de metros cúbicos al Mediterráneo, con la particularidad de que ya todo eso no mantendrá el Delta en su pacífico crecimiento de milenios, pues su situación se hizo irreversible, a partir de la construcción de presas como las de Mequinenza y Ribarroja, que frenan la circulación de lo que antes era importante arrastre de sedimentos.

—¿Qué tenemos que hacer para que la gente entienda el desarrollo sostenible?

Como dijo el V Programa de Medio Ambiente de las Comunidades Europeas, de 1990/2000, los males no son tanto la lluvia ácida o el agujero de ozono, o el calentamiento global, por mencionar sólo tres de los grandes problemas existentes. La cuestión crucial, está en la conducta de las empresas, productivistas a toda costa, y que no vacilan en deteriorar el medio para conseguir mayores beneficios. Y del otro lado, el consumista manirroto, que derrocha en sus actividades cotidianas y no repara en ir dejando residuos por doquier. Ciertamente hay correctivos para todo eso en el marco legal, pero es mucho lo que queda por vigilar y cumplir. Y no a base, necesariamente, de un inspector de cada empresario o consumidor, sino creando la conciencia adecuada. Y en eso, aunque algunos medios están trabajando de forma muy eficaz con nuevos suplementos ecológicos, el Gobierno se conforma con unos anuncios en la televisión a los que me temo nadie presta la mínima atención.

—¿Qué esperanzas pueden tener los países menos avanzados para llegar al desarrollo sostenible?

Primum vivere, deinde philosophare. Es decir, antes de filosofar, hay que poder vivir, según decían los clásicos. En otras palabras, en la mayoría de los países del Tercer Mundo, antes de pensar en conservar el medio, la preocupación estriba en comer cada día, en medio del acoso de la pobreza manifiesta. Cuyas causas son complejas y en las que no voy a entrar aquí y ahora. Pero está claro que mientras no se asocie la idea del desarrollo a la sostenibilidad en esos países, es muy poco lo que podrá hacerse. Aunque también es cierto que la Unión Europea está trabajando mucho y bien en ese horizonte ambiental. Siendo no menos verdad que el despotismo de los gobiernos de muchos países menos desarrollados, absorbe la mayor parte de la ayuda oficial al desarrollo vía toda clase de corrupciones, de manera que no llega a quienes más lo necesitan.

http://www.estrelladigital.es/diario/articulo.asp?sec=opi&fech=28/02/2008&name=tamames

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