jueves, febrero 28, 2008

Miguel Martinez, Los debates del pasado lunes

jueves 28 de febrero de 2008
Los debates del pasado lunes

Miguel Martínez.
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(por motivos ajenos a mi voluntad, no puedo poner el enlace que lleva al blog de
Miguel Martinez, en cuanto pueda edito la URL, perdonen las molestias)
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Y digo debates porque, si no fuera porque un servidor se pasó todo el debate explorando las diferentes cadenas que lo televisaban en pos de diferencias en la retransmisión –craso error pues la realización fue común a todas ellas- y escudriñando detalles más plásticos que prácticos -como saturación del color de la imagen, nivel de audio y pormenores por el estilo que hacen que una misma transmisión difiera según la emisora que lo televise- quien les escribe estaría convencido que el pasado lunes a las diez de la noche se retransmitieron varios debates distintos, pues apelando al más elemental sentido común no es posible tanta variedad de opiniones y/o valoraciones relativas a un mismo evento.

Me estoy refiriendo, mis queridos reincidentes ya lo habrán adivinado, a la valoración sobre quién fue el vencedor del primer debate televisado entre los candidatos de PSOE y PP a la Presidencia del Gobierno.

Les confieso que ante tal evento a quien les escribe le embargaba una expectación similar a la que le acucia ante un decisivo Barça-Madrid, que anda uno todo el día esperando que llegue la hora para disfrutar de un buen espectáculo, sabiendo que los contrincantes van a salir al terreno de juego especialmente motivados ante el encuentro. Y así estaba este columnista a las diez menos cuarto, como ante un gran derbi, instalado en su sofá preferido, con el mando a distancia bien dispuesto en la mesita junto a la cerveza fresquita, el bloc de notas abierto sobre las rodillas y con la radio sintonizada para estar al tanto de los últimos detalles previos al inicio del lance. Expertos de todas las tendencias auguraban cuáles iban a ser sus consecuencias finales incluso antes de iniciarse el calentamiento y aventuraban ya entonces –según se escuchara una u otra emisora de radio- quien iba a ser el vencedor.

Cuando el colegiado Campo Vidal hizo sonar el silbato, un servidor se frotaba las manos ávido de presenciar el partido del siglo. Rajoy sacaba de centro –obviamente a la derecha de las imágenes- y Zapatero –cómo no, a la izquierda- organizaba su zaga para luego salir al contraataque. La desilusión llega cuando uno se da cuenta de que aquello no se parece a un partido de fútbol sino que la estricta disciplina de los entrenadores (entiéndase asesores), así como la implacable rigidez del árbitro, convierte lo que tenía que ser un espectáculo que nos permitiese ver la consistencia de los candidatos, su habilidad para zafarse de los marcajes del contrario, su destreza en driblar las posiciones de la defensa y en perforar la meta ajena con excelsos chutes ( ya sean derechazos o zurdazos) en un aburrido partido de ping-pong en el que lo encorsetado del formato no permitía más maniobras que, a toque de pito, devolver la pelota tal y como venía, no dejando más margen al virtuosismo que la posibilidad de darle algo de efecto a la bola para dejar descolocado al rival.

De tal guisa se llegó a la media parte y del mismo modo finalizó el encuentro, Rajoy desperdició su penalti confiando el libre directo a una niña que sabrá idiomas, que se sentirá orgullosa de jugar en la selección y que tendrá una familia con un padre y una madre como Dios manda. Alicia en el País de las Maravillas, dicen que se llamará la criatura.

La táctica primó sobre la técnica y cuando la disciplina estratégica se impone sobre las habilidades de los jugadores el resultado es previsible. El que parte con ventaja suele conservarla.

Y llega el comentario tras el encuentro y los partidarios de una y otra afición valoran la efectividad de su equipo.

Los aficionados del Club de Fútbol Popular –con el Manager General Acebes al Frente- proclaman la victoria por goleada mientras que los del PSOE Club Deportivo afirman haber cosechado una amplia victoria. Llamazares se quejaba de su injusta eliminación y renegaba de la UEFA y de la FIFA. Hasta aquí la mar de normal, que cada cual arrima el ascua a su sardina y que uno ve a sus hijos guapísimos aunque sean el reflejo de Picio en persona, que a los que les tire la izquierda verán a Zapatero triunfante por mal que lo haga, y a los que cojeen de la derecha vitorearán a Rajoy incluso cuando fundamente sus expectativas en Alicia en el país de las Maravillas pero, lo que realmente trae descolocado a este columnista, son las intervenciones de ciertos periodistas y/o comentaristas que narran lo que acabamos de ver en directo hace escasos minutos como lo harían si explicaran a la audiencia algo que ésta no ha visto.

Así no es de extrañar que cuando todos los sondeos –insisto, sondeos, no valoraciones- dan por vencedor a un candidato, haya quien niegue la mayor y otorgue la victoria, arrolladora e incontestable, justamente al otro.

Las valoraciones son libres, y cada cual valorará lo que crea conveniente o lo que más le interese, pero los sondeos son datos que -con mayor o menor margen de confianza- no dejan de mostrar una tendencia que coincide con las estimaciones de votos de todas las encuestas. Que cada cual examine su táctica y valore si la estrategia está siendo la adecuada, porque al final lo que mandan no son las valoraciones sino los votos.

Claro que muchos de los que ridiculizan estos resultados, tachándolos de circunstanciales y dándoles incluso menos crédito que a sus propias valoraciones, hicieron lo propio con los votos que los españoles depositaron en las urnas el 14 de marzo de 2004. Y desde entonces poco o nada han cambiado.

Y es que cuando un tonto coge una linde, la linde se acaba y el tonto sigue.


http://www.miguelmartinezp.blogspot.com/

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