jueves, enero 24, 2008

Serrano Oceja, Para no ser tenidos como papistas...

jueves 24 de enero de 2008
NUEVO SUPERIOR GENERAL DE LOS JESUITAS
Para no ser tenidos como papistas...
Por José Francisco Serrano Oceja
Hay quien se empeñó en hacernos creer que, en nuestro tiempo, ya no existen los hechos, sólo las interpretaciones. El pasado fin de semana asistimos a la elección del nuevo Prepósito General de la Compañía de Jesús, el jesuita palentino Adolfo Nicolás. El hecho ha ocurrido. Vayamos a las interpretaciones.

Este era, con toda probabilidad, el acontecimiento más importante de la agenda de la Iglesia católica en estos meses. Como siempre, las quinielas sobre los posibles candidatos ocuparon no pocas de las páginas de los medios. Cuando se hizo público el nombre de quien sustituiría al padre Peter Hans Kolvenbach algunos pensaron que, una vez más, los jesuitas daban la campanada presentándonos a un hombre sólo reconocido en los círculos íntimos.

Era como una jugada sorpresa, un órdago que tenían guardado para el momento oportuno. Incluso hay quien se atreve a insinuar que subyacía una genial estrategia de los jesuitas para que no se quemara esta candidatura, y para que las presiones internas, y sobre todo las externas, no condicionaran la libre elección del que hoy es el séptimo general español de la Compañía de Jesús, que nada tiene que ver con los "siete diablos españoles", refiriéndose a los primeros jesuitas de la historia, de los que escribió John Addington Symonds hace más de un siglo.

En las vísperas de la elección, y en el período denominado de las murmuraciones, el Papa Benedicto XVI envió una carta al padre Kolvenbach con la que despejada, si es que las hubiera, las incógnitas sobre lo que deben ser los jesuitas, y lo que deben alentar en el futuro de la Iglesia; una hoja de ruta escrita con la suavidad en la forma y la contundencia en el fondo que caracteriza a Joseph Ratzinger. Nadie podría llevarse a engaño. Sabíamos todos, también los electores, a qué atenernos. La carta del Papa sintetiza lo que la Iglesia pide a la Compañía de Jesús. Ya sabemos implícitamente cuál debiera ser la generosa respuesta de los jesuitas.

Benedicto XVI, que conoce a la perfección la Compañía de Jesús, la pasada y la presente, tiene claro el contenido del "sentir con la Iglesia", que tomaba cuerpo en forma de una misiva en la que se les recordaba que "para ofrecer a toda la Compañía de Jesús una clara orientación que la sostenga en una dedicación apostólica fiel y generosa, podría resultar muy útil que la Congregación General reafirme, en el espíritu de San Ignacio, la propia adhesión total a la doctrina católica, en particular sobre puntos neurálgicos hoy fuertemente atacados por la cultura secular, como, por ejemplo, la relación entre Cristo y las religiones, algunos aspectos de la teología de la liberación y varios puntos de la moral sexual, sobre todo en lo que se refiere a la indisolubilidad del matrimonio y a la pastoral de las personas homosexuales". Se podría decir más alto, pero no más claro.

Los jesuitas tuvieron que elegir entre buscar al nuevo general a la sombra o bajo el síndrome del padre Arrupe. Parecía como que la historia de lo que pasó hace cuarenta años no se hubiera cerrado todavía. Los primeros comentarios tras la elección discurrían en este sentido: el padre Nicolás es un remedo del padre Arrupe, vidas paralelas, biografías similares. ¿Pero han pasado muchos años?, decían otros; el tiempo ya no es el mismo. La clara orientación que sostendrá la dedicación fiel y generosa de los jesuitas debe basarse en la adhesión total, no parcial, a la doctrina católica, en particular, en la relación entre Cristo y las religiones. No sabemos si por este motivo los miembros de la Congregación eligieron a un jesuita experto en diálogo interreligioso, que en unas recientes declaraciones a la revista australiana afirmaba que "se está, en esa materia, dando un tremendo cambio, el cambio que tenemos que hacer. Nosotros no tenemos el monopolio, tenemos mucho que aprender".

Es pronto para saber cómo es y como hará el nuevo general de los jesuitas. Es pronto para hacer juicios más o menos categóricos sobre cómo llevará las riendas de una Compañía de Jesús en cuarto menguante –suspicaces, ver DRAE–. Si nos dejáramos llevar por lo elogios que le han hecho los jesuitas que han defendido el disenso con la Iglesia y han criticado al actual pontífice estaríamos contribuyendo a una manipulación en la que el padre Nicolás no querría caer. Si nos dejamos llevar por el silencio que ha generado su elección, tanto en el Vaticano como entre los vaticanistas, sospecharíamos que algo ha pasado allende los muros vaticanos. Ya San Ignacio escribió en 1549 para los tres jesuitas que iban a la Universidad de Ingolstadt: "De tal modo defiendan la Sede Apostólica y su autoridad, que atraigan a todos a su verdadera obediencia; y por defensas imprudentes no sean tenidos por papistas (tamquam papistae), y por eso menos creídos."

http://iglesia.libertaddigital.com/articulo.php/1276234223

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