miércoles, diciembre 26, 2007

Jose Melendez, Conejos y propinas

miercoles 26 de diciembre de 2007
Conejos y propinas
José Meléndez
C UANDO el siglo pasado estaba en su mitad, unos investigadores australianos decidieron que había llegado el momento de ponerle un freno a la desbordante procreación de los conejos y para ello tomaron como punto de partida la cepa de un virus que había aparecido en Uruguay una década antes y encontraron la mixomatosis, que estuvo a punto de hacer desaparecer a los conejos de la faz de la tierra. Los cazadores se encontraban por esos campos conejos tumefactos que, en vez de buscar ágilmente el refugio de las matas o el laberinto arquitectónico de sus madrigueras, parecían implorar el tiro de gracia. Pero como la Naturaleza es sabia, los conejos desarrollaron una inmunidad a la enfermedad y volvieron a poblar los montes y las praderas. Menos mal, porque así han podido llegar a nuestros días y representar para el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero una solución a la incipiente crisis económica que nos va a estropear las Navidades. Un tipo llamado Joseph Puxeu, catalán por más señas y secretario general de Agricultura –o sea, algo así como el número dos del ministerio- ha salido al paso de la alarma que cunde en las familias que ven llegar los días entrañables de Navidad y encuentran inaccesibles los precios de los manjares tradicionales y ha lanzado la fórmula magistral de su gobierno contra la inflación que es comer conejo en vez de pavo, besugo o pularda. Desde el famoso Plan Marshall, que trató de sacar del caos económico a los mortales, no todos, que había originado la Segunda Guerra Mundial, se han registrado varios milagros económicos en esta vieja y maltrecha Europa. El milagro alemán, el milagro irlandés y los milagros italianos, tierra milagrera por excelencia y siempre convulsa políticamente. En España tuvimos dos milagros económicos, el de López Rodó, que aventó para siempre las consecuencias de la Guerra Civil y el de Rodrigo Rato, que dejó las cuentas nacionales mas limpias que una patena, después de una desafortunada gestión socialista. Pero ahora apunta otro milagro completamente genuino y dentro del “Spain is different”: el milagro del conejo. Si el consejo del Sr.Puxeu es un globo sonda para explorar la acogida de una postura oficial –y debe serlo porque eso no se le ocurre más que a un idiota y hemos de convenir que cuando dicho señor ha llegado a ese cargo será por algo- el milagro del conejo está condenado desde su nacimiento a ingresar en la categoría de chiste, como la creación de una Comisión de Seguimiento de la Sequía o tratar de impedir que cientos de hambrientos subsaharianos saltasen las barreras metálicas de Ceuta y Melilla con la sola presencia de un legionario armado con una porra y un pito. No tengo duda de que a algún ministro o ministra le gusta comerse un conejo, pero también estoy seguro de que su mesa navideña ofrecerá un magnífico besugo o un rico capón de Villaba. Esta nueva aplicación de la cunicultura queda para el vulgo que hace juegos malabares para llegar a fin de mes. Es ofrecer gato por liebre de una forma inútil y rechazable porque la carestía no afecta solo a los manjares delicados, sino a cosas tan elementales para la subsistencia como la leche, el pollo, los huevos, las verduras o el pan. Y además, los criadores de conejos se han subido al tren en marcha y ya anuncian un aumento de sus precios. ¿Qué nos va a ofrecer entonces el político gubernamental de turno? Con las cosas de comer no se juega, pero eso no parecen entenderlo los que llevan cuatro años jugando con las cosas importantes sin que todavía haya nadie que los castigue a estar contra la pared luciendo unas orejas de burro. Si la solución del conejo es una estupidez mas grande que la magnífica catedral de la ciudad que vio nacer a ZP, no lo es menos –y esto si que es raro por venir de quien vieje- la excusa que el ministro de Economía Pedro Solbes emplea para justificar la inflación que padecemos. Para Solbes, la culpa la tienen las propinas. Así, como lo leen. Diría después que su comentario fue sacado de contexto, como dice cada uno de los mortales cuando se dan cuenta de que han metido la pata, pero lo dijo y su afirmación ha provocado cachondeo en el personal e indignación en el gremio de camareros porque no se corresponde con la realidad..Como ocurrió con los ochenta céntimos del valor de un café para Zapatero. Un economista de la talla de Solbes, que tiene aspecto de buda feliz, talante bonachón y voz tenue, además de una notable inteligencia, debe saber que las propinas no se contabilizan porque no gravan el precio del producto y el índice de inflación se confecciona con esos precios tal como llegan al cliente. Y si ha querido dar un toque de atención para que se ahorre en lo superfluo, también se equivoca porque, como se ha demostrado en la cadena de reacciones que han suscitado sus palabras, los españoles somos mas bien rácanos a la hora de las propinas. Somos muchos los que venimos señalando la falta de una política económica previsora que pueda hacer frente a la subida del petróleo y las materias `primas. Eso lo han hecho la inmensa mayoría de los gobiernos de nuestro entorno –el entorno que nuestro gobierno siempre menciona comparativamente cuando le conviene- y para quienes el petróleo y las materias primas suben igual que para nosotros. El gobierno de Zapatero se encontró a su llegada con las arcas llenas y ha venido dilapidando esa herencia en comprar voluntades y votos, derrochándola con los nacionalistas y con cuantos colectivos pudieran proporcionarle un puñado de votos, pero sin preocuparse de los signos negativos que viene ofreciendo la economía mundial y la española en particular. Sus presupuestos para el año próximo, en el que otros pueden estar en el poder, no ofrecen ni un atisbo protector ante el rumbo adverso que está tomando nuestra economía. Eso necesitaría medidas y decisiones valientes y arriesgadas que ahora mismo no existen porque el gobierno no parece dispuesto a tomarlas, encasillado como está en su burbuja de autocomplacencia y optimismo. Coma conejo, no de propinas y sea feliz. Esa es la fórmula ante una situación preocupante, el milagro económico salido de la chistera de mago decadente de ZP, de la que, naturalmente, no podía faltar el conejo. Solo falta que para ahorrarnos el dinero de la gasolina o el gasóleo nos aconsejen ir en bicicleta, que es un ejercicío muy saludable y, además, tendríamos contento a Al Gore en su lucha heroica contra el cambio climático, entusiasticamente secundada por ZP en el panorama preelectoral. Y así nos van las cosas. De todas formas, con conejo o sin él, les deseo unas Felices Navidades y un próspero Año Nuevo a los lectores de “Vistazo” y a todos los compañeros de esta página.

http://www.vistazoalaprensa.com/firmas_art.asp?id=4336

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