viernes, noviembre 23, 2007

Marcello, Jose Antonio Zarzlaljos

viernes 23 de noviembre de 2007
José Antonio Zarzalejos
En este río revuelto de la política y el periodismo, que crece y se enreda como un torrente desbocado en pos de la catarsis electoral del próximo mes de marzo, apenas existen remansos para la reflexión y la racionalidad. Más bien al contrario, y a medida que se acerca la cita de las urnas aumenta la excitación impostada de unos y otros en un tiempo en el que la política y el periodismo viven tiempos de descarada promiscuidad. Convencidos unos y otros de que el ruido, la descalificación y la crispación son las mejores y más eficaces armas para manipular, o concitar e incitar, a los ciudadanos a situarse en una u otra orilla de este imaginario y sin retorno Río Bravo que conduce a la conquista del poder, y en el que vale todo, o casi todo, con tal de alcanzar la meta en primer lugar.
Y puede que sea en el campo de la información donde la crispación y la ferocidad del inagotable carnaval español alcancen cotas de fanatismo y de agresividad, pocas veces vistas en lo que llevamos de la transición. Hay mucho en juego, es verdad, pero hay algo que difícilmente se acabará con los resultados electorales del próximo día 9 de marzo del 2008, máxime si, como anuncian las encuestas, el PSOE y el PP obtienen un veredicto muy parecido y la llave del gobierno vuelve a estar en la faltriquera insaciable de los partidos nacionalistas. Estamos hablando de problemas difícilmente solubles, de la fractura social y la cohesión nacional, ambas muy dañadas a lo largo de los pasados cuatro años, y de las que tiene una responsabilidad primera el Gobierno de la nación. Y, en segundo lugar, una oposición mal conducida y los agitadores y los publicistas de una y otra parte. El lugar donde se ubica el proceloso mundo de la información, donde los principales responsables no son los informadores de partido, tertulianos aguerridos, y los analistas de salón, sino los empresarios y editores que, además de su posicionamiento o sometimiento ideológico, han entendido que la mejor y más rentable manera de fomentar su negocio está en jalear la crispación informativa y la basura audiovisual.
Naturalmente, hay excepciones notables entre los informadores, analistas, directores y editores, los hay que han estado y están donde hay que estar en toda democracia. Y de entre ellos queremos resaltar la persona de José Antonio Zarzalejos, director del diario ABC, quien, contra viento y marea, ha mantenido firme el pulso y la dignidad de la profesión, denunciando lo que había que denunciar del mal gobierno de la nación y apartándose de las burdas y mentirosas maniobras de la oposición y su claque, lo que le ha valido la animadversión del Ejecutivo y del PSOE y, sorprendentemente, un feroz ataque del sector más extremo del PP. El promovido por dirigentes que se dicen liberales, y especialmente por sus medios bronquistas de comunicación. De entre los que hay que destacar la infame campaña de la COPE, la cadena de radio de la Conferencia Episcopal, responsable de una estrategia de acoso y derribo, nunca vista, contra un grupo competidor, un periodista y un periódico.
Lo que niega, en todo lo que a la Iglesia católica española se refiere, su discurso sobre la libertad, la caridad y la verdad, dejando en la peor de las evidencias a la Conferencia Episcopal que, por treinta monedas de plata o ciertas cotas de audiencia, se vendió a una banda de burdos manipuladores que han usado la emisora para sus propios negocios e intrigas de poder, en el seno del PP, convencidos como lo están de que Rajoy se estrellará en las elecciones y que ellos se integrarán en la cabalgata del sucesor o sucesora de Rajoy al frente del PP.
Este clan, bendecido por la Conferencia Episcopal (a la que generosa y sorprendentemente ha dado Zarzalejos un trato exquisito en ABC), lleva mucho tiempo trabajando para el PSOE a base de desacreditar con sus exabruptos al PP (los continuos ataques a Gallardón forman parte de su espectáculo). Por ello resulta llamativo que quienes han agredido con semejante fiereza al director de ABC —y al periódico, su redacción y propietarios—, uniendo sus mentiras y sus descalificaciones a su línea de negocio, son los responsables, en el PP y en sus medios más fanáticos, de que Mariano Rajoy no aparezca en las encuestas preelectorales con diez puntos por delante del PSOE. Porque con su ruido y su desparpajo —en la conspiración del 11M, por ejemplo, cuya sentencia ha dado la razón al diario ABC— estos liberales a garrotazos le han dado a los socialistas la oportunidad de vestir al PP de extrema derecha, y de desviar la atención sobre los verdaderos problemas de España, que no son otros que la crisis de identidad, cohesión e institucional nacional.
Desde hace ya algunos años el periodismo independiente, libre y veraz suele es sinónimo de soledad, pero también de coraje y dignidad. Y José Antonio Zarzalejos sabe mucho de esto, como sin duda lo saben muchos ciudadanos de bien que siguen sus espléndidos artículos y comentarios con admiración y el mayor interés, y que reconocen su buen hacer y diligencia en la dirección de ABC.

http://www.estrelladigital.es/diario/articulo.asp?sec=opi&fech=23/11/2007&name=marcello

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