miércoles, noviembre 28, 2007

German Yanke, El equipo de Rajoy

miercoles 28 de noviembre de 2007
El equipo de Rajoy
Germán Yanke
En precampaña —sólo falta la formalidad para estar en plena campaña— ocurren cosas pintorescas. Una de ellas es el modo en que se quiere defender el consenso, que al parecer tiene buena acogida, sin que sea realmente posible, ya que no interesa dar baza alguna al adversario. Así, el PSOE pide consenso en las grandes materias (ha sido uno de sus estribillos a lo largo de toda la legislatura) exigiendo que el PP se pliegue o calle sus críticas. No es que el objetivo sea imposible, sino que se pretende desde el principio que lo sea. Al mismo tiempo, el PP urge al consenso, y lo ofrece, prometiendo no debatir sobre ETA si el Gobierno admite sus errores en materia antiterrorista. Es como si el PSOE propusiera otro consenso en política internacional si el PP admitiera sus errores en la guerra de Irak. Cuando no se quiere, no se quiere.
Seguramente no hay que alarmarse de las triquiñuelas electorales y del esgrima de la campaña, aunque si merecería la pena repasar en el tono general del debate político, más inclinado a zaherir al adversario que a proponer a los ciudadanos una política convincente. Qué diríamos, en este escenario, de la pretensión de convencerle.
Quizá el PP, que encarrila con una dosis exagerada de misterio su programa (deben ser cosas de la estrategia de comunicación y del efecto de las sorpresas publicitarias), debería centrarse en los equipos. Le darían, si los prepara y anuncian convenientemente, más prestigio y más posibilidades electorales que maniobras como la de Eduardo Zaplana sobre el silencio acerca de ETA a cambio del acto de contrición. En el partido, más que debatirse, se desea saber quiénes serán los que acompañen a Mariano Rajoy en puestos que, por su importancia, se conviertan en los rostros, es de esperar que creíbles, de una alternativa seria. Aparecen, como se cuenta hoy en ESTRELLA DIGITAL, nombres y las correspondientes tensiones ya que el tema, sorprendentemente, se ha demorado a otro momento, como si fuera menor, como si supusiese sólo el complemento a un programa, lo que en política es imposible.
El presidente Rodríguez Zapatero ha acertado con la incorporación, esta vez como parte esencial de su cartel electoral al vicepresidente Solbes. Si imaginamos por un momento que, horas antes del anuncio, se le hubiese preguntado por el papel de Pedro Solbes, la respuesta “ahora no toca” o “es una persona valiosa pero en el PSOE hay un banquillo muy amplio” habría resultado no sólo insatisfactoria, sino un síntoma de debilidad y de inconcreción programática. Hay personas que significan lo que significan y que imponen una impronta en la política y en la aceptación que no se puede obviar sin menoscabo de la seguridad de una opción.
En el caso del PP ocurre lo mismo. O lo contrario. Resulta difícil de entender que la dirección del PP no haya anunciado ya alguna incorporación significativa y que cuestiones como la presencia en las listas del alcalde de Madrid se aparquen con la disculpa poco creíble de lo mucho que vale pero…, de la costumbre de que los alcaldes no estén en las listas pero…, etc. La sensación no puede ser otra, y ya va pesando en la opinión pública, de que el aparato no logra ilusionar a nuevos nombres, como nada hizo en torno a Rodrigo Rato y otros baluartes de los éxitos recientes del partido, y que no se quiere abordar temas como el de Gallardón por problemas internos.
Pero si es importante Rajoy, y por ello se adelantó su designación como candidato a la Presidencia, son importantes también los que le acompañen. Y cada día que pasa se entiende menos el misterio, las dudas, los temores y esa impresión de parálisis.



http://www.estrelladigital.es/diario/articulo.asp?sec=opi&fech=28/11/2007&name=german

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