martes, octubre 30, 2007

Xavier Navaza, Tres ministros en la diana de Quin

martes 30 de octubre de 2007
XAVIER NAVAZA
corresponsal en galicia
Tres ministros en la diana de Quin

Por si no abundase con el repudio de la ministra de Administraciones Públicas, Elena Salgado, el vicepresidente de la Xunta de Galicia tiene ahora otro blanco en la diana del Gobierno central: Joan Clos, ministro de Industria. A juicio de Anxo Quintana, la última iniciativa de Clos, refrendada por el Ejecutivo que preside José Luis Rodríguez Zapatero, introduce un nuevo elemento de discordia entre los socialistas y el BNG. Se trata del aprovechamiento de los parques eólicos marinos, un ámbito que confiere al litoral galaico un potencial extraordinario y que Madrid quiere controlar por la vía de los hechos consumados, aunque ello sea a costa de hacer tabla rasa de las competencias autonómicas de nuestra tierra.
En este caso, la posición nacionalista es clara y determinante: la instalación de parques eólicos en el mar, tal y como quiere el ministro Clos, supondría "un grave perjuicio", dice Quintana, para un país que vive centrado en la pesca y el marisqueo.
El segundo de a bordo del Gabinete gallego, por tanto, está dispuesto a interponer un recurso ante el Tribunal Constitucional. Y ese recurso, lógicamente, sería canalizado a través del Gobierno que preside Pérez Touriño. De manera que, si el vicepresidente lleva a cabo su amenaza, estaríamos ante una situación de difícil asimilación por los dos socios que integran el bipartito en Compostela: a un lado, los socialistas, que en plena recta final hacia las elecciones generales, se hallarían en una situación tan absurda como contradictoria; al otro lado, los nacionalistas, que necesitan que el electorado reciba una imagen clara de su presencia crítica en el Gabinete autonómico galaico.
Tenemos, pues, a la señora Salgado, teóricamente recusada por el alaricano... aunque la cosa, como espera don Emilio, no vaya a más. A continuación, el ministro Clos, que nunca ha congeniado con los responsables de Industria en la Xunta, un departamento que está en manos del Benegá y que a menudo ha sido ninguneado por Madrid.
Si a todo eso añadimos la precaria situación de los proyectos y obras de la alta velocidad ferroviaria en nuestra comunidad, tendríamos a un tercero en discordia para minar, un poco más, las ya de por sí frágiles relaciones interiores del Gobierno establecido en Compostela. Magdalena Álvarez, cuya petición de dimisión parece un rugido telúrico en Catalunya, puede ser la siguiente de la lista que los nacionalistas gallegos esperan utilizar como argumentario durante su particular campaña electoral. Definitivamente, si Quintana quería que los ciudadanos galaicos percibiesen la existencia de dos sensibilidades bien diferenciadas en la Xunta de Galicia... lo ha logrado con creces.
El premier galaico, instalado en su nirvana particular, insiste en que no quiere ni oír hablar de polémicas con el Gobierno central. Y deja que su vicepresidente haga, confiando en que la fuerza se le vaya poco a poco en los amagos que pone en escena cada vez que un ministro le lleva la contraria. En cualquier caso, nada hay nuevo bajo el sol: la experiencia política catalana ha introducido tantos cambios e improvisaciones en el guión, que lo de Compostela es un juego de niños comparado con los avatares de Barcelona. Lo malo es que el joven Quin, si sigue por esa vía, se ve a quedar sin interlocutores en Madrid... y no es que ande muy sobrado de contactos en la capital.
EN PETIT COMITÉ
El modelo se llama Artur
Anxo Quintana se mira en el espejo y lo que ve es alguien que se parece a su colega Artur Mas, el hombre que sucedió a Jordi Pujol en el Principat. En petit comité se comentan las preferencias del joven Quin hacia las posiciones del catalanismo, capaz de puentear a los socialistas en sus conversaciones con el poder central. La diferencia entre ambos estriba, precisamente, en la densa red de contactos que CiU tiene en todas partes -de Madrid a Bruselas- frente a la preo- cupante soledad del BNG .
LA ENCUESTA
Recordando a Québec
En los mentideros de la gran coalición se observa con atención el giro que está experimentando el catalanismo hacia posiciones soberanistas. La nueva cúpula de Convergència Democrática de Catalunya, cuyo secretario general es Artur Mas, se decanta día a día por ir hacia un referéndum sobre la autodeterminación, al estilo de los ya celebrados en Québec (Canadá), un país del que Jordi Pujol hablaba con frecuencia cuando habitaba el palau de Sant Jaume en la ciudad condal: "Si la propuesta se pudiese hacer de una forma pacífica y positiva, mediante un acuerdo con el Estado español que condujese hacia un modelo de gran confederación, compartiendo algunos elementos con el Estado pero con un grado muy grande de soberanismo... yo diría que sí". La respuesta es de Mas, preguntado sobre si estaría dispuesto a apostar por la autodeterminación de Catalunya. Muchas figuras del Benegá, entre ellas Anxo Quintana, están cada vez más en esa línea .

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