lunes, octubre 29, 2007

Daniel Martin, Sobre el Codigo Penal

martes 30 de octubre de 2007
Sobre el Código Penal Daniel Martín

En España sólo se protesta ante la realidad inmediata. Asombra que, caracterizada generalmente por el pasotismo ante las cosas públicas, los desmanes políticos y la inanidad moral e intelectual de nuestros mandamases, la sociedad se altere por algo. Ahora la gente está cabreada porque Sergi Xavier M. M., el chaval que pateó a una joven ecuatoriana, está en libertad con cargos. El juez le dio la provisional porque, de otra manera, “las cárceles estarían a rebosar”. Aparte, por una agresión gratuita sin lesiones graves, con el actual Código Penal, es prácticamente imposible que el autor termine entre rejas.
Sin embargo, nadie parece opinar sobre la posibilidad de que un conductor ebrio pueda ser condenado a un delito de tres a seis meses de cárcel. El fin de semana pasado, en Badajoz y Zaragoza, se hicieron controles detectores de droga a numerosos conductores. El 8% había consumido alguna clase de estupefaciente o psicotrópico. Nueva sorpresa social ante lo previsible, cuando no evidente, y ninguna queja por la posibilidad de que estos conductores puedan ser condenados a penas de cárcel. Aunque, ni con los borrachos ni con los drogados, en ningún caso el Código Penal obligará a meterlos en la cárcel, salvo en caso de reincidencia.
Efectivamente, resulta chocante que alguien le peque a otro una patada y no le pase nada. El sentido primigenio del contrato social exige que el Estado nos proteja a los unos de los otros. Si existe una comunión de intereses es, precisamente, para que nadie pueda agredirnos, mucho menos de forma gratuita y sin mediar provocación alguna. El sentido común nos dice que Sergi Xavier, con el vídeo en la mano como prueba, debería estar alejado de la sociedad para evitar nuevas agresiones. Pero nuestro Código Penal, y los nuevos tiempos, que protegen más al delincuente que a la víctima, aboga por evitar la cárcel siempre que sea posible y por reinsertar a cualquier culpable, aunque eso suponga poner en peligro, de nuevo, a los ciudadanos.
Por eso, a su vez, resulta chocante que los mismos socialistas que perpetraron el actual Código Penal, tan garantista, permisivo, antisocial y temerario, hayan llegado a considerar delito la conducción bajo los efectos del alcohol o la droga. Lo que siempre había sido una infracción administrativa con posibilidades de pasar a penal cuando había un resultado lesivo para un tercero, ahora es delito aun cuando se haya conducido, solo, en una carretera secundaria absolutamente solitaria.
Las dos maneras de enfocar el delito son contradictorias. No tiene sentido que a un agresor gratuito, conflictivo y con problemas psiquiátricos se le persiga, de hecho y de ley, menos que a un conductor cuya única culpa es pasárselo demasiado bien cuando está dispuesto a conducir. Las dos conductas están mal, por supuesto, pero no creo que nadie niegue que la primera es peor que la segunda. En la primera hay una agresión cierta, y en la segunda tan sólo un peligro potencial. Que pasará a cierto en cuanto se provoque algún accidente que, en ningún caso, será voluntario. Pero estos socialistas españoles, tan poco sociales, tan poco españoles, prefieren perseguir al ciudadano normal que al sujeto marginal. Y ellos sabrán por qué.
La cuestión es que los españoles andan asombrados ante la libertad de Sergi Xavier. Pero desde que se proclamó la Ley Orgánica 10/95, de 23 de noviembre, del Código Penal, con Juan Alberto Belloch como ministro de Justicia, lo cierto es que en España es difícil ir a la cárcel, sobre todo cuando no hay sentencia firme. Lo habitual, aun cuando tratemos casos de delincuentes comunes que hayan robado, por ejemplo, doscientos teléfonos móviles, es que el presunto culpable se pasee por las calles hasta que, tras años de proceso criminal, el juez dicte sentencia condenatoria. Por eso, aunque lo de Sergi Xavier duela, no tiene sentido quejarse ahora porque el status quo es el mismo desde hace doce años.
Más adelante, dentro de cuatro o cinco años, la gente se quejará de las penas de cárcel a personas normales cuya única falta fue beber dos copas y coger el coche. Pero las leyes ya están vigentes aunque, por culpa de la lentitud de los juzgados, sus efectos no se hayan “visto” en los informativos televisivos. Como andamos, funcionamos, vivimos, de espalda a todo lo público, en España ignoramos lo que sucede, lo que atenta contra el sentido común y lo que transige el orden de las cosas tal y como las conocemos.
Por eso no viene a cuento quejarse ahora de que Sergi Xavier camine libre, fardón y feliz. Eso es lo que hay. Eso es lo que permite, regula, ordena nuestra máxima ley penal. Si queremos que gente así termine donde debe, debemos exigir más a nuestra clase política, ser auténticos ciudadanos y actuar con responsabilidad, conciencia y continuidad en el seguimiento, la exigencia y el control que hagamos de nuestros representantes. Todo lo demás, lo que ahora somos y vemos, es carne de Aquí hay tomate.
dmago2003@yahoo.es

http://www.estrelladigital.es/a1.asp?sec=opi&fech=30/10/2007&name=martin

No hay comentarios: