domingo, septiembre 30, 2007

Urbaneja, Niñatos elevados a categoria

lunes 1 de octubre de 2007
Niñatos elevados a categoría Fernando González Urbaneja

En el consejo de administración de Telecinco, con el señor Vasile a la cabeza, respiran aliviados, ya que el agotamiento de las historias de la Pantoja, que les han dado un par de años de liderazgo, ya pueden cambiar de pista hacia personajes de más empaque. Sus programas vespertinos y nocturnos acampan ahora en la Zarzuela, contra la jefatura del Estado, que por su propia naturaleza tiene que aguantar, sonreír y además soportar sin inmutarse el “fuego amigo” (¿?) de fiscales y magistrados empeñados en acreditar que chotearse de las instituciones da juego y no tiene costes. Así lo acredita el hacendoso senador Anasagasti, que ha encontrado un filón al servicio de su notoriedad y valentía con un antimonarquismo de salón, desaforado y faltón, impropio de una persona de fuste.
En Gerona unos niñatos sin oficio ni beneficio que no aciertan a hacer algo de provecho escalan al primer plano de la actualidad, a héroes del telediario, quemando banderas y retratos. Y los mismos fiscales y jueces les dan bolilla, les citan a declarar, les aguantan el choteo y luego les abren la puerta de salida en primer tiempo del saludo. Y los niñatos apelan a las libertades para justificar su mala educación. ¿Qué pensarán sus padres?
Y algunas gentes de provecho se preocupan por esta estúpida puja de victimismo localista que ocupa espacio en los medios, que no explica pero que sirve para extender tópicos y malos entendidos.
Quemar banderas y retratos es sencillo y barato; si tiene la prima de salir en televisión y alterar al establecimiento puede ser apasionante. Pero seamos serios: ¿se cuestionan así las instituciones? ¿Alguien en su sano juicio piensa que cambian las preferencias de los españoles y la valoración de esas instituciones?
Otra cuestión es que unos cuantos descarados e irresponsables aprovechen la coyuntura para impresionar a su parroquia, para sacar pecho, para vender libros o para cobrar honorarios por entrar en las tertulias. Uno de esos obispos de armas tomar dice que reza por la Corona, ¿no le convendría mucho más rezar por salvar su alma y por mantener la grey?
España goza de un sistema democrático y constitucional con la Corona como expresión de la jefatura del Estado. Una Corona y un Rey que gozan de las más altas cotas de aprobación y valoración en todas las encuestas. No es la Corona la que necesita socorro, más bien son algunos pirómanos que dicen que van a sofocar el fuego, pero que van por gasolina, quizá porque ese fuego va bien a sus propósitos y disimulos coyunturales. Lo que está en cuestión no es la jefatura del Estado, lo tienen bastante peor algunos de los que se rasgan las vestiduras por los demás sin darse cuenta de que el problema lo tienen en casa. En estas historias, una vez más, el más prudente y ejemplar es el Rey, los peligrosos son los cortesanos de salón que sobre las espaldas de esos niñatos malcriados sirven sus propios intereses y hacen el agosto. En Telecinco respiran aliviados, audiencia por encima del veinte y responsabilidad por debajo de cero.
fgu@apmadrid.es

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