domingo, septiembre 30, 2007

Ramon Perez Maura, La Iglesia y la Monarquia: un precedente

domingo 30 de septiembre de 2007
La Iglesia y la Monarquía: un precedente

POR RAMÓN PÉREZ-MAURA
La Iglesia Católica, que guarda estrictas formas protocolarias -no en vano es una Monarquía electiva- reconoce tratamientos propios a los titulares de las más importantes dinastías afectas. Así, el Rey de Francia recibía tratamiento de «Majestad Cristianísima», el de España recibe el del «Majestad Católica» y el Emperador de Austria, en su condición de Rey de Hungría, era tratado como «Majestad Apostólica». En estos días en que desde la emisora de la conferencia episcopal española se llama a la abdicación de Su Majestad Católica, sumándose a las tesis de Esquerra Republicana de Catalunya, quizá sea útil recordar a monseñor Martínez Camino, -secretario silente de la Conferencia Episcopal española- el papel jugado por la Iglesia de Austria en la caída y resarcimiento de Su Majestad Apostólica. Al final de la Gran Guerra el partido que vertebraba la política austriaca era Cristianos Socialistas, formación promovida por el príncipe-arzobispo de Viena, cardenal Piffl. Todavía el 2 de julio de 1918 el cardenal encabezó una manifestación de apoyo del Emperador. Tan pronto como empezó a desmembrarse la Monarquía danubiana, el cardenal tomó distancia y negó toda muestra de respaldo al Soberano. Los masones encabezados por los checos Masaryk y Benes tenían a esa gran Monarquía católica en el objetivo. La Iglesia nada hizo por evitar la victoria de sus enemigos.
Emperador y Familia Imperial marcharon al exilio. Carlos I murió en Madeira, víctima de una pulmonía. Era el 1 de abril de 1922. Tenía 34 años. Sólo 86 años después de su muerte, el 4 de octubre de 2004, el Papa Juan Pablo II elevaba al Emperador Carlos a los altares como modelo de político católico. Huelga decir que su causa de beatificación no fue promovida por la Iglesia austriaca, sino por el obispo de Funchal. Si las comparaciones personales no admiten paralelismos, los escenarios políticos sí. Ver a la Iglesia alineada con sus enemigos históricos contra los herederos de su tradición es lamentable. El hombre -y la Iglesia universal- pueden tropezar dos veces en la misma piedra.

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