martes, agosto 28, 2007

Zapatero busca el perdon de la UE

martes 28 de agosto de 2007
Zapatero busca el perdón de la UE
EL primer ministro francés, François Fillon, ha desvelado el contenido de una conversación personal con el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, mantenida antes de las vacaciones de verano, según la cual el jefe del Ejecutivo español se «lamenta amargamente» de la regularización de cientos de miles de inmigrantes que llevó a cabo en 2005 y se compromete «a no hacerlo de nuevo». Fillon hizo públicas estas confidencias de Zapatero en una entrevista en la televisión gala para defender las reformas impulsadas por el presidente francés, Nicolas Sarkozy, en materia de inmigración ilegal. En definitiva, Zapatero es el modelo negativo que el Gobierno francés utiliza para explicar su planteamiento sobre este grave asunto que afecta a toda Europa. El ministro de Asuntos Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, evitó un desmentido directo de las palabras de Fillon y, en su lugar, hizo una defensa de la regularización masiva de inmigrantes acordada por el Gobierno español esgrimiendo argumentos tan voluntariosos como inverosímiles. Lejos de haber sido un «éxito» y de ser reconocida como un «modelo» por los socios europeos -salvo que el ministro Moratinos juegue con la ironía-, la regularización masiva de inmigrantes en España fue recibida en la Unión Europea como un acto irresponsable de insolidaridad con los intereses comunes de los Veinticinco. Los pronunciamientos de los gobiernos europeos fueron unánimes en las críticas al Ejecutivo español y desembocaron en un compromiso de la Unión Europea para establecer un procedimiento de «alerta temprana» que preavisara de nuevas regularizaciones.
Las palabras de Fillon encajan en una política de rectificación encubierta de Zapatero ante los países europeos, más aún cuando el eje franco-alemán al que se abrazó con entusiasmo en 2004 ha cambiado claramente de signo y fija el rumbo de Europa sin prestar especial atención al Gobierno español. Lo lamentable de este episodio no es que Zapatero asuma el fracaso de aquella regularización masiva, que fue indiscriminada, incontrolada y sin rigor, sino que lo haga por lo bajo, al oído de un mandatario extranjero, ocultando este acto de sinceridad al Parlamento y a la opinión pública españoles. Quizá Zapatero siente la necesidad de hacerse perdonar ante los socios europeos por una política errática y perjudicial para los intereses generales de Europa, pero también de España, donde la concesión general de papeles a los inmigrantes ilegales ha sido la mejor noticia que podían recibir las mafias que trafican con seres humanos. España ha recibido en 2006 más inmigrantes que Francia, Alemania y Gran Bretaña juntas. Por otro lado, sin llegar a las cifras del pasado año, en los últimos días se ha reactivado la avalancha de cayucos en las costas canarias, aunque las principales brechas de entrada ilegal de inmigrantes sigan siendo los aeropuertos y las fronteras terrestres. La incidencia positiva de la regularización en los datos de empleo y cotización a la Seguridad Social -principal efecto buscado por el Gobierno al legalizar a cientos de miles de inmigrantes- empieza a tener sus sombras en el aumento del paro y en la concesión de subsidios de desempleo a trabajadores extranjeros.
La frivolidad se paga siempre, antes o después, sobre todo cuando afecta a las relaciones internacionales. España pertenece a una comunidad política, la Unión Europea, que se rige por el objetivo de converger en los asuntos principales que permitan cohesionar las sociedades europeas. La inmigración ilegal no es sólo una cuestión laboral ni incumbe sólo a un país. Afecta directamente a la estabilidad social y, aunque no se reconozca como es debido, a la seguridad pública. Fillon, lo haya querido o no, ha utilizado el «modelo Zapatero» con sibilina crueldad, tranquilizando a los franceses al dejar claro que no es su modelo y exhibiendo la imagen de un político que confía a un colega extranjero la autocrítica que niega a los ciudadanos españoles y que estos, sin duda alguna, agradecerían haber escuchado sin un intermediario de otro país.

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