martes, agosto 14, 2007

Wifredo Espina, Xirinacs, simbolo y fracaso

martes 14 de agosto de 2007
Xirinacs, símbolo y fracaso
Wifredo Espina

E S fácil –y sería cómodo- apuntarse a una de las dos tesis encontradas. La del Xirinacs “héroe” y “mártir” de su radical causa soberanista de la “nació de los Països Catalans”.. Y la del Xirinacs iluminado y fanático, víctima absoluta de su propia utopía y quizás también turbado por su enfermedad. Para unos será siempre el símbolo de unas reivindicaciones, tan minoritarias como irreales; pero un símbolo para seguir reivindicando. Para otros, una muestra de hasta donde puede llevar el fundamentalismo nacionalista: al suicidio, adornado de “liberación absoluta de toda esclavitad”, como deja escrito en una nota. Entre estas dos tesis, cada cual intenta arrimar el ascua a su sardina. Y los políticos y los medios de comunicación tratan de sacar tajada de un cadáver ilustrado antes de la autopsia. Jordi Pujol se adelantó llamándolo “profeta bíblico”, después Joaquim Nadal, portavoz de la Generalitat, lo calificaría de “persona crítica con su propia condición de sacerdote y de ciudadano de este país(...),y figura solitaria más de carácter apostólico que político”. Con el cadáver aún caliente, es fácil caer en estos excesos. ¿Un “profeta bíblico” y una “figura apostólica” que se suicida para liberarse de la “esclavitud de España y Francia” que “hace siglos” sufre su “pueblo” y él mismo durante 75 años? También los medios de comunicación han tomado partido. Los de Cataluña, con matices, a favor de la tesis del “héroe” y “mártir”, los “de Madrid” a favor del “iluminado”, “fundamentalista”, y recordando las palabras de Xirinacs, en un mitin de hace pocos años: “Declaro aquí, y lo digo bien alto, por si hay algún policía o fiscal: me declaro enemigo del Estado español y amigo de ETA y de Batasuna; amigo de ETA, que pone bombas, pero avisa” .¿Es esto propio –como se le llama- de un “pacifista”? Parece más ajustado, decir que Xirinacs era un hombre que estaba fuera de la realidad. Un utópico, de buena fe y exhibicionista, con los dos pies en su propia utopía, por tanto, ineficaz; porque los utópicos eficaces suelen tener un pié en la utopía y otro en la realidad. Xirinacs no se dio cuenta de que era un esclavo de su propio sueño, del mundo irreal que había tejido en su mente y corazón , y del que quedaría prisionero hasta el fin. Se sentía ciudadano de una “nación esclava” y “esclavo” de unos líderes políticos, sus propios compañeros, a los que llama “cobardes” por no sacar a su “pueblo” de aquella “esclavitud”. Por esto, dice, entrega su vida, para sentirse “soberano en si mismo”. “Ahora tendreis un esclavo menos”. Xirinacs, más allá de lo que se diga interesadamente por cada cual, quedará como un “símbolo de un ideal” para los que quieran tenerlo como tal, pero también como un “fracasado” para los que hagan balance realista de su vida y obra: era sacerdote y lo dejó; fue político y abandonó la política; era una persona y renunció a la vida, el peor de los fracasos. Descanse en paz. Y no se le moleste, como pedía en su nota de despedida: “En pleno uso de mis facultades marcho porque quiero acabar mis dias en la soledad y el silencio.Si quereis hacerme feliz no me busquéis. Si alguien me encuentra le ruego que, esté yo como esté, no quiera perturbar mi soledad y mi silencio.!Gracias!” Seamos respetuosos, señores políticos, con su soberana voluntad!

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