miércoles, agosto 22, 2007

Valentin Puig, Otra jaqueca para Rajoy

jueves 23 de agosto de 2007
Otra jaqueca para Rajoy

POR VALENTÍ PUIG
HA sido un agosto de cierta turbulencia en Mallorca, con alguna tempestad de meteorología wagneriana y los efectos políticos del vacío de liderato que deja Jaume Matas en el PP. Solventada con fluidez la retirada de Piqué en Cataluña, en la agenda de Rajoy predominan ahora las veleidades de la UPN de Miguel Sanz, los envites de Ruiz-Gallardón y la inminente batalla interna del PP balear, por el momento entre bastidores pero con fragores venideros que se prolongarán en la lontananza. Acebes pasó por Baleares, confirmó a Rosa Estarás como elemento arbitral de la nueva situación y se volvió para Madrid. Estos parches rápidos casi nunca resultan en la política mallorquina. Por eso las cenas y conciliábulos de este agosto auguran un otoño escabroso y confrontado. En la política mallorquina siempre hay más voluntarios para reabrir cicatrices que para sellarlas con cordura. En el caso de la derecha, sólo el poder une. Lo demás suele ser discordia, luchas de personalismo y golpes bajos.
Los hay que proponen una táctica que en el futuro permita reaproximarse a la Unió Mallorquina que tutela María Antonia Munar y otros preferirían marcar al máximo las distancias. Son cálculos que se hacen completamente de lo que pudiera hacer Unió Mallorquina en los tiempos que se avecinan. En circunstancias así, jugar a la polarización conlleva el mayor riesgo, aunque quizá gratifique más a las instancias centrales del PP. De hecho, el centro-derecha mantiene en la comunidad balear el más alto porcentaje de votos, sólo superable en escaños si se suman hasta un total de seis partidos, como es el conglomerado de gobierno que preside ahora el socialista Antich. El propio futuro de Unió Mallorquina es un enigma, dada la exclusividad de la figura de su actual líder y el carácter transaccional de sus apoyos mediáticos.
La insularidad mediterránea dota a la política mallorquina de una idiosincrasia muy acusada. En este aspecto, la personalidad de Jaume Matas aportaba apariencias nuevas, pero quizá sólo ha resultado ser una suerte de paréntesis. La menos mala de las soluciones consistiría en amalgamar la corriente considerada más estrictamente PP y los sectores de más vinculación mallorquinista. Lo que está claro es que una cosa es el mallorquinismo y otra muy distinta el pancatalanismo. Ese pacto interno y una cierta renovación interna del aparato del partido pueden llevarse a cabo incluso previamente a las elecciones generales. Es más: seguramente deberá ser así porque en estos momentos ya ha saltado por los aires el acuerdo que consistía en no apresurarse en buscarle sustituto fijo a Matas y llegar de forma modosa a la votación de marzo. Las ambiciones han precipitado las cosas. Es por esto que no falta quien acuda al regazo del ex presidente autonómico Gabriel Cañellas para pedir consejo espiritual. En las cenas de agosto lo que se han barajado son nombres muy concretos.
En realidad, la lógica política aconsejaría a los estrategas del PP balear a concentrarse en su oposición parlamentaria al gobierno hexagonal. Sus contradicciones internas comenzaron muy pronto, hasta el punto de que el PSOE tuvo que pedir disculpas cuando sus socios republicanos criticaron la presencia veraniega de la Familia Real. Es intención del PSOE no inquietar al empresariado balear -como ocurrió en su edición previa, que generó la mayoría absoluta del PP- pero se incumple tal propósito aplicando ya una normativa coercitiva respecto al rotulado comercial en catalán. El campo de acción dialéctica para la oposición del PP es amplio y propicio si conjunta sus tácticas. Ocasiones no han de faltarle.
La clave está -como ha ocurrido en Baleares desde la transición- en ponerse al alcance de las franjas centrales del electorado. No faltan ideólogos en sentido contrario, generalmente adscritos a la nómina del fracaso. La dotación de escaños que representan a Baleares en la Carrera de San Jerónimo no es tan cuantiosa como la de otras comunidades autónomas, pero hasta ahora solía concretarse en mayoría de sentido liberal-conservador. Son escaños que le harán falta a Rajoy. Ahora tiene que atajar la crisis emergente en Mallorca para poder echar mejor las cuentas en marzo. De lo contrario, un PP balear que fuese de bache en bache desconcertaría aún más al electorado.
vpuig@abc.es

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