viernes, agosto 10, 2007

Urbaneja, Una crisis hipotecaria que gestionar

viernes 10 de agosto de 2007
Una crisis hipotecaria que gestionar Fernando González Urbaneja

A la señal de serenidad que emitió el martes la Reserva Federal manteniendo los tipos de interés y colocando como prioridad la vigilancia de la inflación más que la solvencia de las entidades financieras, se une ahora la enviada estos días por los dos grandes bancos centrales (la FED y el Banco Central Europeo) inyectando liquidez al sistema financiero para prevenir cualquier hipótesis de escasez de recursos. La decisión de las autoridades monetarias se corresponde con el anuncio de un banco francés, y de otros que previsiblemente harán otro tanto en breve, de cancelar algunos de sus fondos de refinanciación hipotecaria, especialmente los que incorporan a sus carteras un porcentaje apreciable de títulos basura, procedentes de “hipotecas subprime” norteamericanas.
La crisis inmobiliaria y, consiguientemente hipotecaria, es tan evidente como inevitable tras una etapa de auge tan extraordinario como el de los últimos años. Otra cuestión es la profundidad y el alcance de esa crisis y las capacidades y habilidades para gestionarla. Una crisis que no va a afectar sólo a los lugares donde están radicados los activos afectados ya que su financiación ha viajado por los circuitos de las finanzas internacionales para formar parte de carteras de inversión en todos los mercados mundiales.
Precisamente por el principio de diversificación y especialización de riesgos los errores de juicio en la estimación de los mismos se difunden por todo el sistema financiero y de esa forma de diluyen y comparten los quebrantos. Sabemos que algunos bancos alemanes y franceses han anotado en sus cuentas ajustes para provisionar impagos y para hacer frente a pérdidas.
La cuestión clave no es tanto el monto de esas pérdidas cuanto el debilitamiento de la confianza y el cambio en las condiciones de financiación presentes y futuras. La historia acredita que en las etapas de euforia se relajan las exigencias y en las de ajuste se intensifican, a veces con efectos perversos sobre el proceso ya que pueden agravarse los perjuicios.
La decisión de inyectar liquidez en el sistema sin modificar precios puede ser una señal correcta si no implica una interpretación de exceso de confianza en los acreedores. La existencia de liquidez no significa que las pérdidas las cubra el maestro armero, tendrán que ser por cuenta de quien se equivocó en la apreciación del riesgo, pero sí pueden ayudar para sostener la confianza y evitar contagios desmesurados.
La gestión de la crisis inmobiliaria y de las hipotecas perjudicadas por la misma, van a poner a prueba la competencia y las habilidades de las autoridades monetarias, de los supervisores y de los financieros. Les sobran herramientas y procedimientos para gestionar la crisis, pero eso no supone garantía de que lo hagan con acierto y eficacia.
fgu@apmadrid.es

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