jueves, agosto 23, 2007

Urbaneja, Sube el pan y el pollo

viernes 24 de agosto de 2007
Sube el pan y el pollo Fernando González Urbaneja

Al efecto mariposa de las hipotecas basura norteamericanas se une ahora el de los biocombustibles que utilizan cereales para obtener carburantes y reducir la dependencia del petróleo. Una demanda imprevista de cereales tiene consecuencias inmediatas en los precios, ya ocurrió meses atrás con las imprescindibles tortillas mexicanas que pusieron en jaque al gobierno cuando el precio del maíz alcanzó una cota imposible para mantener la oferta de tortillas.
Este año, tras muchos de estancamiento en los precios de los cereales, se registra un aumento apreciable de los mismos por el incremento de la demanda. Inmediatamente consumidores de cereales, desde cerveceros a productores de piensos, advierten que tendrán que repercutir a los precios finales el incremento de los costes. De manera que los industriales del pan y los de los pollos advierten que sus precios finales van a conocer subidas apreciables. Y muchos miran al gobierno para que haga algo, para que se ocupe del pan.
¿Y qué puede hacer el gobierno? Lo más eficaz sería desbloquear la organización nacional del comercio y proceder al más inmediato y radical desarme arancelario de todas las materias primas, que el benéfico efecto del comercio más libre y amplio se derrame sobre cantidades y precios y propicie intercambios y oportunidades.
Conviene recordar, antes de que resucite los viejos fantasmas del inútil control de precios y de arbitrariedades semejantes, que el fenómeno de la inflación es esencialmente monetario, que tiene que ver con la cantidad de dinero en circulación y no con el nivel relativo de precios de algunos productos y servicios.
El impacto de los precios de materias primas básicas como los cereales en productos finales como el pan o los pollos es modesto, casi irrelevante. Los mayores costes están en el proceso de comercialización, especialmente en los estadios finales de acceso al consumidor.
Aun tiene audiencia el tópico de los precios en origen confrontados con los precios en destino como si estuviéramos en una economía básica, casi de trueque en la que productores y consumidores eran vecinos. Felizmente hoy el proceso es mucho más complejo, en el precio final de las peras cuenta muchos más el coste del vendedor último, el que lo entrega al consumidor calibrado, etiquetado y envuelto, que el coste de producir la fruta.
Vamos a escuchar no pocos comentarios admonitorios de una escalada de precios a la antigua usanza, que solo tiene una respuesta eficaz: más competencia, más comercio, más apertura, más opciones para los consumidores finales.
fgu@apmadrid.es

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