miércoles, agosto 22, 2007

Urbaneja, Alcaldes en el Parlamento

miercoles 22 de agosto de 2007
Alcaldes en el Parlamento Fernando González Urbaneja

La insistencia de Gallardón en ayudar a su jefe Mariano Rajoy a ganar las próximas elecciones tiene escamados a sus colegas del Partido Popular, especialmente a sus adversarios, que no le faltan. Tanto como encantados a los socialistas que reciben con alborozo cualquier bronca en las filas contrarias. Cuando el alcalde de Madrid reitera esa pretensión y la concreta en el hecho de formar parte de la lista al Congreso (en puesto para sacar asiento, no solo de figurar) se escocorotan más aun. Lo lógico es que Gallardón trabaje para que gane Rajoy, la noticia sería lo contrario, que no le viera ganador, que no le ayudara a conseguirlo. De manera que en este caso las palabras, los comentarios esconden otras pretensiones e intenciones, otras batallas.
Lo evidente es que Gallardón tiene más pretensiones que la alcaldía de Madrid, no lo ha ocultado nunca y para empedrar ese camino necesita tribuna en el Congreso, precisamente en esa cámara y no en la otra, en la residual del Senado. La reivindicación es legítima, otra cuestión es que produzca los frutos deseados.
La respuesta de Rajoy ha sido tibia (como acostumbra) tanto como caliente la de la segunda línea, la de los adversarios de Gallardón en su propio partido, que se han lanzado contra él en tromba, para alivio (y quizá disgusto) de la ministra de Fomento, desplazada por un par de días del pin-pan-pun de la agenda política de la semana.
Al margen de la bronca interna en el PP, el hecho en concreto es si los alcaldes pueden y deben simultanear el cargo, especialmente los alcaldes con mucho Presupuesto sobre sus espaldas, con la responsabilidad legislativa.
Desde un punto de vista de lógica democrático, de buen funcionamiento y gobierno, de seriedad... la simultaneidad de responsabilidades y cargos no parece el camino más brillante y ejemplar. La legislación sobre incompatibilidades en España es rigurosa, quizá demasiado, por eso mismo tiene poca credibilidad y funciona de regular a mal. No faltan diputados que mantienen relación explícita con despachos de influencia, y no pasa nada. Y no faltan diputados con dedicación a otros cargos oficiales o a funciones ejecutivas en sus partidos. Legislan duro pero se escurren cuando les toca.
El alcalde de Madrid, como los de muchas otras ciudades, tienen tajo suficiente como para no andar sometidos a la disciplina del voto en plenos y comisiones, al deber de enterarse de las disposiciones que debaten y aprueban (o rechazan) Gallardón tiene todo el derecho a una carrera política más ambiciosa. Pero mientras está a lo que está mejor le iría dedicarse a decir la misa sin pretender al mismo tiempo hacer repicar las campanas. Los alcaldes a la alcaldía, a su ciudad, los diputados a su escaño. Mezclarlo todo es ni lo uno ni lo otro, es otra cosa.
fgu@apmadrid.es

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