jueves, agosto 23, 2007

Una crisis economica contagios

viernes 24 de agosto de 2007
Una crisis económica contagiosa
EL repunte de los tipos de interés, con un euribor que ayer rompió una nueva barrera y se situó en el 4,791 por ciento, representa el enésimo episodio de la crisis hipotecaria que, procedente de Estados Unidos, no ha dejado de sacudir en los últimos días a la economía mundial. Aunque el presidente del Gobierno -sobrado de presunción y carente de reflexión- haya afirmado que la economía española está a cubierto de las turbulencias que afectan a los mercados financieros, la realidad no es tan halagüeña como pretendía con su discurso de lugares comunes. Desde que estalló la crisis, el euribor ha pasado del 4,583 al 4,791 registrado ayer, lo que volverá a aumentar la presión sobre los millones de familias españolas que tienen suscritas hipotecas, cada vez más encarecidas y cuyo pago restará capacidad de consumo para seguir dinamizando la economía y ampliando un ciclo expansivo que muchos analistas consideran seriamente amenazado. La incertidumbre sobre la política del Banco Central Europeo, que parece dispuesto a mantener su plan de incrementar los tipos de interés en la eurozona, complican un paisaje que no hace sino sumar señales de alarma, como la creciente dificultad de los constructores para vender sus últimas promociones de viviendas o la brusca caída del número de tasaciones realizadas en los últimos meses.
Así las cosas, el problema no queda tan lejos como se empeña en asegurar Rodríguez Zapatero, y tampoco radica exclusivamente en la solvencia de las ya famosas hipotecas subprime otorgadas en Estados Unidos con enorme descuido por la solvencia de los deudores, sino en la diseminación de esos riesgos a través de activos financieros que han adquirido inversores de todo el mundo en cantidades y reparto que aún ignoramos. ¿Cuántos de esos activos con garantía muy precaria están suscritos por entidades e inversores españoles? Aún es pronto para determinarlo con detalle, pero es lógico imaginar que tantos como en cualquier otro país europeo y, con seguridad, bastante más que esos primeros millones de dólares aflorados hasta ahora.
Para la economía española, fuertemente endeuda y muy dependiente de los flujos financieros del exterior, la nueva situación no es favorable. Por eso está justificada la reticencia sobre el crecimiento económico español que muestran no pocos analistas y las advertencias globales emitidas por el Fondo Monetario Internacional. Lo que no se entiende es esa confianza elemental y no razonada que muestra el presidente del Gobierno, tan carente de autocrítica y de cautela. Nos encontramos ante una crisis, compleja y de largo recorrido, que terminará por imponer cambios de calado en los procedimientos de financiación, única manera de evitar que los irreponsables que operan a uno y otro lado del mercado se vayan de rositas para que sean otros los que terminen por pagar la factura

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