martes, agosto 07, 2007

Thomas Sowell, El principe de las tinieblas

miercoles 8 de agosto de 2007
Visiones
El príncipe de las tinieblas
No hay manera alguna de acabar este libro pensando que hay algo de noble en el "servicio público" tal y como éste tiene lugar en la realidad, en lugar de la imagen rosa que pintan aquellos que quieren promocionarse
Thomas Sowell

Muchos de los discursos de graduación universitaria, por no decir la mayoría, son esencialmente publicidad de intereses especiales. Políticos, activistas políticos, jueces y burócratas le dicen a los estudiantes cuán noble es trabajar en el "servicio público", es decir, convertirse en político, activista político, juez o burócrata, en lugar de entrar en el sector privado y producir bienes y servicios que la gente desea lo suficiente como para gastar su propio dinero en ellos. ¿Quién invitaría a alguien de McDonald's como orador para que dijera a los estudiantes lo noble que es comer o vender hamburguesas?
Los padres que deseen contrarrestar los discursos de graduación políticamente correctos –que frecuentemente tienen lugar después de cuatro años de adoctrinamiento políticamente correcto en el campus– pueden incluir entre las cosas que regalen a sus hijos recién graduados el nuevo libro del columnista Robert Novak, titulado El príncipe de las tinieblas(The prince of darkness).
En este libro podrán encontrar los informes de primera mano de Novak sobre los numerosos políticos y burócratas de Washington con los que ha tratado como periodista durante más de medio siglo. No hay manera alguna de acabar este libro pensando que hay algo de noble en el "servicio público" tal y como éste tiene lugar en la realidad, en lugar de la imagen rosa que pintan aquellos que quieren promocionarse como miembros de una profesión que se eleva por encima de las de los demás mortales.
Incluso aquellos de entre nosotros que nunca hemos albergado grandes ilusiones con respecto a los políticos podemos tirar a la basura cualquier ilusión que nos quedara sobre algunos de nuestros héroes políticos de ambos partidos. Novak no sólo cubre lo que dijeron e hicieron en público, sino también lo que dijeron e hicieron en privado, y por qué. Ha mirado hasta debajo de las piedras y sacado a la luz lo que tenían oculto.
Novak se convirtió en periodista de Washington en la época de John F. Kennedy, Lyndon Johnson y Richard Nixon. Pero ni ellos ni los líderes políticos de hoy escapan a su escrutinio, nada sentimental. La mayor parte de estas grandes figuras políticas resultan ser insignificantes, egocéntricas, rencorosas, superficiales e incompetentes. Novak lo explica con el detalle propio de quien lo vivió en primera línea.
Tampoco salva de su escrutinio a los medios, incluyéndose a sí mismo. Novak observa la frecuencia con que sus propios juicios y predicciones demostraron estar completamente equivocados, y lo que su afición a la bebida y otros defectos suyos le hicieron a él y quienes estaban a su alrededor. Es la historia tal como pasó, sin maquillaje ni agenda oculta.
El calificativo de “príncipe de las tinieblas" se lo pusieron al propio Novak debido a su visión nada sentimental de la política y a su personalidad reservada y fría. Y es que Novak le ha debido parecer especialmente satánico a los políticos cuya imagen pública destruyó y cuyas fechorías expuso en sus artículos, basándose en información solvente procedente de fuentes internas, información que se especializó en conseguir.
En una ciudad llena de falsas sonrisas y apretones de mano, Robert Novak ha tendido a mantener las distancias con aquellos sobre los que informaba, incluso mientras trataba con ellos cara a cara, recibiendo sus filtraciones y comentarios en privado sobre lo que estaba sucediendo de Washington. Novak nunca estuvo personalmente próximo ni siquiera a Rowland Evans, con quien firmó la columna sindicada de Evans & Novak que les colocó en el mapa como periodistas de primera línea.
Aquí y allí hay individuos, tanto en política como en los medios, cuyas buenas cualidades son reconocidas en El príncipe de las tinieblas. De hecho, muchos de aquellos que hicieron cosas estúpidas o terribles también tenían sus buenas cualidades, que este libro señala. Además, Novak tiene algunos (pocos) héroes propios, tanto en política como en periodismo.
Pese a que Novak se detiene brevemente en algunas de sus propias opiniones sobre temas políticos y cómo cambiaron a lo largo de los años, este no es un libro que se decante por ninguna ideología concreta.
Aunque la gente de edad más provecta, con mucha experiencia en la vida, puede ser más capaz de apreciar el valor de este libro excepcional, debería ser especialmente valioso para los jóvenes, al presentarles una imagen realista y tridimensional del mundo. Se puede recibir mucha luz de un príncipe de las tinieblas.
Thomas Sowell es doctor en Economía y escritor. Es especialista del Instituto Hoover.© Creators Syndicate, Inc.

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