martes, agosto 21, 2007

Sanz, a la deriva

22-VIII-2007
Sanz, a la deriva
Lenin decía que "Los capitalistas nos venderán la soga con la cual los ahorcaremos". Algo parecido cabría decir de ciertos dirigentes de la derecha –no sólo en Navarra- y de sus gestos y cesiones hacia el discurso nacionalista

Teniendo en cuenta la infiltración del nacionalismo anexionista vasco en Navarra, no nos debe sorprender que haya dirigentes políticos de aquella comunidad que se saquen de la manga una supuesta "beligerancia contra el euskera" y hagan suyo el compromiso de frenar esos supuestos "ataques" a dicha lengua en Navarra. Sin embargo, estas delirantes declaraciones –dirigidas, además, al diario proetarra Gara– no las ha hecho, como cabría esperar, ningún proetarra de ANV, ni ningún dirigente de Nafarroa Bai, ni siquiera un dirigente del PSN, empeñado en esa deriva que ha llevado a los socialistas a descender a tercera posición en las últimas elecciones autonómicas. No. Quien las ha hecho ha sido el nuevo consejero de Educación y miembro de CDN, Carlos Pérez Nievas.
Pérez-Nievas se propone crear una especie de Instituto Navarro del Euskera, con un formato independiente de la dirección general de Universidades, que plantea la "normalización" del modelo educativo D, que no es otro que el de la apertura de ikastolas en zonas no vascófonas, profundizando así en una línea distorsionadora de la realidad navarra que, conviene recordar, ya se inició al finalizar la última legislatura.
Una frase atribuida a Lenin decía que "los capitalistas nos venderán la soga con la cual los ahorcaremos". Algo parecido cabría decir de ciertos dirigentes de la derecha –no sólo en Navarra– y de sus gestos y cesiones hacia el discurso nacionalista. Por necesitado de apoyo que esté el gobierno de UPN-CDN, la política del centro-derecha no puede basarse en fortalecer un discurso que les debilita. Eso es pan para hoy y hambre para mañana. No se trata sólo de una cuestión de principios, sino de táctica elemental. Si la coalición UPN-CDN ha logrado mantenerse como la primera fuerza política de Navarra, además de por los méritos atribuidos a su gestión, ha sido por su defensa de la identidad española de Navarra frente a las apetencias anexionistas del nacionalismo vasco. Su postura en política lingüística debe ser la del respeto a la libertad individual de los navarros, la del respeto a su realidad, sin pretender "normalizarla" a través de coactivas intervenciones públicas a costa del sufrido contribuyente.
Nadie votó a UPN, ni a CDN –ni siquiera al PSN– para poner fin a una supuesta "beligerancia contra el euskera". Más bien, al contrario, para resistir una euskaldunización que propone el nacionalismo vasco y que vulnera –también a través de la política lingüística y la educación– los derechos individuales de los navarros.
Veremos en qué queda el asunto, pero lo cierto es que Miguel Sanz –que ya cometió errores en el pasado– parece, tras las elecciones, dispuesto a profundizar en ellos. Así lo ha demostrado con su reciente e injustificada condescendencia hacia la negociación de ETA y el Gobierno o su súbito y –no menos injustificado– deseo de que UPN tenga grupo propio en el Congreso de los Diputados, o su disposición –a diferencia de las comunidades gobernadas por el PP– a que se imparta ya Educación para la ciudadanía sin esperar al curso 2008-09.
Ahora solo falta que Miguel Sanz nos confiese que habla euskera en la intimidad...

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