lunes, agosto 27, 2007

Samuel Gregg, Juan de Mariana contra Sarkozy

martes 28 de agosto de 2007
Salvar el euro
Juan de Mariana contra Sarkozy
La monarquía se enfureció tanto con las críticas de Mariana a su política monetaria que metió en la cárcel durante casi un año al anciano sacerdote y confiscó sus documentos.
Samuel Gregg

Durante el periodo en que la mayoría de los bancos centrales se ha centrado en controlar la inflación, la economía global ha estado creciendo de manera impresionante. Incluso varias de las mediocres economías europeas están logrando ahora tasas de crecimiento aceptables.
Desgraciadamente, ha surgido una oscura nube que puede acabar con estas buenas noticias. Su origen es harto inesperado: el nuevo presidente francés, Nicolas Sarkozy. En la Europa "social" de hoy, Sarkozy es considerado un liberalizador de la economía. Por ejemplo, tiene la intención de flexibilizar el exageradamente regulado mercado laboral francés para reducir el desempleo –especialmente entre los jóvenes e inmigrantes musulmanes–, mejorar la decaída productividad y frenar el éxodo de ciudadanos franceses que buscan empleo en otros países. Sarkozy también quiere poner un tope del 50% a los impuestos que han convertido a miles de franceses ricos en exiliados que huyen de semejante atraco impositivo.
Todo esto es un buen comienzo, pero lamentablemente hay otro lado de la sarkonomía que puede afectar negativamente a toda la Unión Europea. En primer lugar está su reciente esfuerzo en debilitar la libre competencia en Europa, con el propósito apoyar a los "campeones industriales" franceses. Si esas empresas son tales campeones, ¿por qué necesitan ser protegidas de la competencia extranjera?
Más preocupante aún es su manifestado deseo de aumentar el control ejercido por los gobiernos de la Unión Europea sobre el Banco Central Europeo, las tasas de cambio y los tipos de interés.
Políticos de todas las tendencias tienen enormes incentivos para querer ejercer fuertes influencias sobre la banca central. Ese control les permite manipular las monedas y los tipos de interés con el fin de ganar elecciones, sin tener en cuenta las consecuencias fiscales a largo plazo. También les da la opción de generar inflación, un genio de la botella que promueve el empleo a corto plazo a expensas de los ahorros de la gente, de destruir la estabilidad de precios y de debilitar el crecimiento del empleo a largo plazo.
No es nada nuevo que los gobiernos caigan en tentaciones semejantes. Una de las más devastadoras críticas a esa irresponsabilidad fue escrita hace 400 años por el teólogo católico español Juan de Mariana (1536-1624) en su famoso libro Tratado y discurso sobre la moneda de vellón (1609).
Siendo alguien que no tenía pelos en la lengua, la crítica del padre Mariana a las políticas monetarias de la monarquía española, especialmente del hábito de manipular la moneda, lo marcó como un hombre peligroso para los reyes europeos de los siglos XVI y XVII, quienes solían financiar sus guerras depreciando la moneda y reduciendo así sus deudas.
La oposición por parte de Mariana se basaba en principios tanto morales como económicos. Su objeción moral era que si los reyes no tenían "el derecho de imponer impuestos sin el consentimiento de sus súbditos", tampoco "tenían derecho a rebajar el peso o la calidad de las monedas sin su consentimiento". Mariana escribió: "Si un príncipe no tiene la facultad de imponer impuestos a súbditos renuentes y no puede imponer monopolios de mercancías, tampoco puede sacar provecho de monedas desvalorizadas".
Los principales argumentos económicos del padre Mariana eran que los aumentos de precios causados por la desvalorización de la moneda y la inflación resultante afectan a quienes tienen unos ingresos fijos y bajos; y que una menor confianza en la estabilidad relativa de la moneda y su habilidad de reflejar el verdadero valor de los bienes y servicios socava los requisitos fundamentales de una economía próspera.
La monarquía se enfureció tanto con las críticas de Mariana a su política monetaria que metió en la cárcel durante casi un año al anciano sacerdote y confiscó sus documentos.
Reconociendo las disfunciones que tienen lugar en la economía cuando el Gobierno tiene demasiado control sobre la moneda, muchos países han otorgado la independencia a sus bancos centrales. Pero lo que los gobiernos dan, los gobiernos lo quitan. Como parte de su programa socialista, en febrero de este año, el presidente venezolano Hugo Chávez acabó con la independencia del Banco Central. Y aún cuando la banca central es independiente, los gobiernos a menudo tratan de influir en sus decisiones.
El deseo de Sarkozy de reducir la independencia del Banco Central Europeo representa una continuación de las políticas económicas de su predecesor Jacques Chirac, al mismo tiempo que refleja la antigua manía de políticos europeos de manipular la moneda. Mariana lo denunció y lo pagó con la cárcel.
En 1976, el premio Nobel Friedrich von Hayek argumentó que la "desnacionalización del dinero" puede ser la única manera de evitar que los gobiernos de manipulen la moneda, en provecho propio y en contra del bien general. Ya es hora de que todos los europeos piensen así.
© AIPE
Samuel Gregg es director de investigaciones del Acton Institute.

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