miércoles, agosto 15, 2007

Reaparece la "kale borroka"

miercoles 15 de agosto de 2007
Reaparece la «kale borroka»
EL pasado sábado, los convocantes de un acto en recuerdo del etarra fallecido «Pelopintxo» consiguieron desairar a todos los demócratas: se les consintió negociar con la Ertzaintza a pie de calle, y entre pancartas con lemas indiciariamente enaltecedores del terrorismo, se les permitió burlar de facto la decisión de un juez de la Audiencia Nacional de prohibir, incluso por la fuerza, la celebración de homenaje alguno. Esto ocurrió en la localidad vizcaína de Amorebieta, el mismo escenario elegido por los proetarras para una voraz madrugada de terrorismo callejero. Atacaron con cócteles molotov hasta siete entidades bancarias y el juzgado de paz de la localidad, lo que unido al incendio intencionado de un vehículo del Ayuntamiento de Vitoria, y al lanzamiento de artefactos incendiarios contra la fachada de la sede social del PNV en San Sebastián, constituye la reaparición de una auténtica ofensiva de terrorismo callejero.
Estos hechos, constitutivos de delitos terroristas por leves que puedan resultar sus efectos -no conviene olvidarlo- son la consecuencia directa de la atmosófera de condescendencia y permisividad con que el Gobierno se ha manejado durante el fracasado «proceso de paz». Y si esto ocurre pactando subrepticiamente con líderes batasunos el formato que ha de tener el homenaje público a un etarra para que no parezca que se vulnera una decisión judicial, cabría preguntarse qué habría ocurrido en Amorebieta si la Ertzaintza hubiera impedido realmente la cita. Desde esta perspectiva, está cargada de lógica la querella que el Foro Ermua ha anunciado para que la Audiencia Nacional aclare quién y por qué consintió que una concentración improvisada, y paralela al prohibido homenaje a «Pelopintxo», se transformara realmente en una evocación pública del etarra.
Pero siendo el retorno de la «kale borroka» una pésima noticia, más desalentadora aún resulta la amarga sensación de vuelta a una «normalidad» que, con la ley en la mano, nunca debería ser tal: de nuevo se reproducen grandilocuentes declaraciones de condena por parte de los mismos partidos -y aquí reside la tragedia de la paradoja- que negocian en secreto con los jefes de esos terroristas callejeros en lugar de combatirlos; de nuevo se instala entre la ciudadanía el temor a un efecto dominó que extienda estos ataques por muchas otras localidades vascas; y de nuevo queda acreditado el envalentonamiento de unos proetarras a los que el sentimiento de impunidad con el que actúan en la calle sirve de palanca a su estrategia de amedrentamiento y coacción. Y todo, aderezado con el desprecio de ANV, la vigente marca institucional de los batasunos, a cualquier amago de condena. Por si a alguien le quedara aún alguna duda, es su generosa contribución a la «convivencia» y la «paz» que con tanto cinismo pregonan y con tanta eficacia pisotean.

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