miércoles, agosto 29, 2007

Ramon Perez Maura, Frente a la contradiccion

miercoles 29 de agosto de 2007
Frente a la contradicción

POR RAMÓN PÉREZ-MAURA
Turquía ha salido de la crisis en la que estaba envuelta. O tal vez no. El nuevo presidente, Abdulá Gül, cuenta con el respaldo implícito de la mayoría de la sociedad turca que dió un apoyo arrollador a los islamistas en las últimas elecciones. Los intentos de los laicistas de impedir la elección de un presidente islamista simplemente han fracasado porque la gran mayoría de los turcos quiere precisamente eso: que un islamista de corte moderado como Gül sea su presidente.
Quienes desde el alto mando del Ejército volvieron el pasado lunes a manifestarse contra esta elección democrática ponen de manifiesto las contradicciones a las que se enfrenta esta Turquía que quiere ser contada en el número de las naciones integradas en la Unión Europea. En poco más de 24 horas se ha vuelto a poner de manifiesto que en Turquía el Ejército sigue considerándose el garante del modelo de Estado, algo que no ocurre en ningún país de la Unión -y me atrevería a decir que en ninguno verdaderamente democrático- y el país tiene ahora como jefe de Estado y como jefe de Gobierno a sendos políticos que creen que la religión debe jugar un papel central en la vida pública. Que piensan que su sociedad debe construirse sobre el modelo que dicta su fe. Algo que tampoco ocurre en ningún país de la UE. Y decir, como pretenden algunos, que el partido de Erdogan es el equivalente islámico de la democracia cristiana europea es querer engañarse. Fue un ex primer ministro democristiano, belga por más señas, el que impidió que en el preámbulo de la Constitución Europea se hiciera una referencia a Dios. Ruego se me indique qué islamista turco desearía tomar una iniciativa así en su país.
Muchas son las contradicciones turcas que se han revivido en las últimas horas. Se cierre o no esta crisis con la elección de Gül, hay que defender el derecho de los turcos a ser gobernados por quien tengan por conveniente. Pero es igualmente legítimo el derecho de los europeos a decir que el modelo de Estado que quieren los turcos para ellos no es un modelo compatible con la Unión Europea.

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