miércoles, agosto 15, 2007

Ramon Perez Maura, ¿Arquitecto y malvado Maquiavelo?

miercoles 15 de agosto de 2007
¿«Arquitecto» o malvado «Maquiavelo»?
POR RAMÓN PÉREZ-MAURA
En noviembre de 2004, dos semanas después de la reelección de George W. Bush, su padre confesaba durante una cacería en España que la familia presidencial pasó el día de las elecciones abatida por las malas perspectivas que anunciaban los sondeos a pie de urna. «El único que nunca dudó que ganábamos cómodamente fue «El Arquitecto»».
Karl Rove, «El Arquitecto» para los Bush, es considerado por la izquierda el peor «Maquiavelo» imaginable. Tiene gracia que el apodo se lo popularizara el conservador John O´Sullivan en una serie de artículos periodísticos con forma de memorando en los que caricaturizaba la cocina política de la Casa Blanca. Pero lo cierto es que los detractores de Bush están obligados a odiar a Rove porque él logró que un hombre al que ellos pintaban como el más tonto de la historia política de los Estados Unidos obtuviera en 2004 la mayor votación jamás alcanzada por un presidente norteamericano.
Hace 14 años, Rove apostó por el aparentemente menos brillante de los hijos del ex presidente Bush para hacerlo gobernador de Texas en 1994. Ese mismo año su más exitoso y más conservador hermano Jeb fue candidato a gobernador de Florida. George fue elegido. Jeb derrotado. Ahí empezó uno de los partenariados más éxitosos de la historia política norteamericana. Ante las presidenciales de 2000, Rove vio la posibilidad de presentar una alternativa a la amoralidad de los años de Clinton encarnada por un conservador diferente, un «conservador compasivo». Ése fue su único error estratégico en estos años. Perdieron el voto popular frente a Gore. Y la suma del voto de las candidaturas de Bush y Buchanan perdía por tres puntos porcentuales frente a la de los izquierdistas Gore y Nader. Rove gastó ingentes cantidades de dinero y tiempo en lugares inútiles como California y dio por ganados lugares como Florida. El Colegio Electoral -con el Tribunal Supremo- les salvó.
En las legislativas de mitad de mandato de 2002 el partido del presidente ganó escaños en ambas Cámaras por primera vez desde 1934 -sin duda fruto del 11-S. Al fin las presidenciales de 2004 demostraron el valor de Rove. John Kerry, el niño bonito de la progresía internacional, logró ocho millones de votos más que Al Gore cuatro años antes. Pero aún así, la campaña de Rove hizo que el voto de Bush se incrementara en un 25 por ciento respecto a 2000 y ganara en el 81 por ciento de los condados del país. Y la clave, quizá, estuvo en el dinero. Kerry iba sobrado y se gastó 148 millones de dólares más que Bush. Con ello contrató directores de campaña y activistas profesionales. Rove apostó por los amateurs de firmes convicciones que trabajaban más horas y con más empeño. Se impuso. Y también gracias al acierto de la estrategia de base. Desde su posición conservadora había que salir a atraer a republicanos blandos, a independientes y a demócratas conservadores. El núcleo de la apuesta era que la base conservadora de los republicanos estaba más cerca del centro político de los Estados Unidos que la base izquierdista del Partido Demócrata. Tuvo razón.
Se ha dicho en las últimas horas que la derrota en las legislativas de 2006 supuso el fin del sueño de lograr una mayoría conservadora duradera. Rove habló siempre de hacer un «agitado realineamiento» de la política que sacara a los republicanos de su longevo estatuto de partido minoritario. Eso empezó a ocurrir con la victoria de Reagan en 1980. Dio un gran avance con el control republicano del Congreso en 1994 y se asentó con los progresos republicanos en 2002 y 2004. Los objetivos de Rove eran elevados, pero nunca pensó que fuera a producir un cambio político permanente. Ningún verdadero demócrata cree eso. Y nadie podrá negar a Rove su fe en el pueblo y su creencia en la necesidad de liderarlo. Para ello creía que el «agitado realineamiento» debía seguir siendo «agitado». Quienes creen que su hora política ha pasado, quizá vean que en las presidenciales de 2008, con Irak encarrilado, los demócratas se alinean con muchas tesis de Rove.

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