viernes, agosto 10, 2007

Rajoy y las servidumbres del cargo

viernes 10 de agosto de 2007
Rajoy y las servidumbres del cargo
EL presidente del PP, Mariano Rajoy, está disfrutando de unos días de descanso, como tantos y tantos millones de españoles que aprovechan sus vacaciones estivales para reponer fuerzas. Sin embargo, es evidente que la política vive presa de una serie de servidumbres muy atípicas respecto a otras actividades profesionales, y que la imagen de un político puede resentirse si el ciudadano percibe que su presencia pública decae. Más aún, si se trata del líder del primer partido de la oposición y de uno de los dos aspirantes a la presidencia del Gobierno con posibilidades reales de alcanzarla. El PSOE, castigado en los pasados comicios del 27-M y con la figura de José Luis Rodríguez Zapatero bastante deteriorada, parece estar tomando nota para corregir errores de imagen y aparentar que el Gobierno lleva la iniciativa pese a su notoria incapacidad para gestionar crisis y conflictos.
La actividad de Zapatero en los primeros días de agosto ha resultado particularmente intensa y sus apariciones públicas han sido estratégicamente medidas toda vez que el enorme componente propagandístico de sus intervenciones ha sido inversamente proporcional a su raquítico calado político. A poco más de siete meses para las elecciones generales, Rajoy no debería regalar este tipo de bazas a su oponente. Ahora tiene una ocasión perfecta para implicarse de manera más decidida y para reafirmar las opciones del partido que dirige como sólida alternativa al PSOE. La profunda crisis abierta en el seno de este partido en Navarra; la soberbia demostrada por el Gobierno ante el permanente ejemplo de ineficiencia que es la gestión del Ministerio de Fomento; o los nulos réditos que para los intereses españoles está recabando la vicepresidenta del Ejecutivo en su gira iberoamericana son acontecimientos de relevancia que, con la vista puesta en los comicios, merecerían una atención más directa y pública por parte de Rajoy. Y ello, independientemente de que dirigentes del PP como Soraya Sáenz de Santamaría, María San Gil, Alberto Moragas o el propio Daniel Sirera hayan dado cumplida respuesta a la negligencia de los socialistas.
El asueto no es radicalmente incompatible con una mínima presencia pública en cualquiera de sus múltiples formas. A veces, medir los tiempos en política con cierta flexibilidad resulta un acierto infinitamente más rentable que asumir los riesgos inherentes a la sensación ciudadana de que el líder de un partido reacciona de manera insuficiente. Porque el ciudadano lo percibe todo. Ser alternativa real de gobierno, ser un referente, siempre merece un esfuerzo especial de quien lidera ese proyecto para demostrar su ilusión y su capacidad personal de empuje; para que el ciudadano pueda visualizar con facilidad la «marca» con la que concurrirá a las urnas; y, sobre todo, para que éste distinga entre un partido fiable, y otro, el PSOE, que ha basado en la arrogancia y en el desprecio a muchos millones de españoles su endémica manera de entender la política.

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