domingo, agosto 05, 2007

Rajoy llegará a marzo, pero con el espantajo de Rato rondandole

Rajoy llegará a marzo, pero con el espantajo de Rato rondándole
Miguel Ángel Orellana

Los climas artificiales de opinión tienen el vuelo corto, pero ahí estamos desde que el director gerente del FMI anunció su regreso como único superviviente del naufragio del aznarismo.

6 de agosto de 2007. A Mariano Rajoy le ha cambiado la cara en las últimas fechas. Es algo que perciben amigos y enemigos, y sin duda tiene que ver con la crueldad intrínseca a su oficio, con esa forma vertiginosa que tiene de girar –del favor total, a la negación más absoluta en cuestión de días- la rueda de la fortuna de la política.El caso es que el líder del Partido Popular se ha ido de veraneo con ademán de sufridor, gesto amargo de Virgen de retablo gótico, rictus de sorpresa de montañero sorprendido por avalancha inesperada. Dicen que es cosa del portazo de Josep Piqué, pero muchos comenzaron a visualizarlo claramente tras el debate sobre el estado de la nación. Aquel debate, el último de la agitada legislatura, fue punto de arranque de los males de Rajoy, entregado de pies y manos a los designios electorales.Y como si de un árbol arrancado de cuajo por la riada de los acontecimientos se tratara, Mariano Rajoy se encuentra además con un Rodrigo Rato dispuesto a echar anclas en Madrid como el único superviviente del naufragio aznarista. Un regreso que plantea serios interrogantes sobre el liderazgo del aspirante popular a la presidencia, porque, ¿era la vuelta de Rato la nueva que precisaba Rajoy antes de afrontar unas elecciones generales? Me decía un dirigente del PP que el retorno del director del FMI "ha sido como volver a recuperar la ilusión que, de alguna manera, habíamos perdido".Qué tiene Rodrigo...El caso es que hay quienes tienen decidido volver a montar a Rato junto a Rajoy a la grupa del cartel electoral popular para las generales. El deseo de que el todavía director del FMI impulse la alternativa del PP es denominador común a todos los políticos de este partido, del que han desaparecido como por encanto los otrora detractores de quien logró salir del cementerio alfombrado de ilustres cadáveres que todavía componen la nómina popular. "Nadie sabe hasta qué punto podrá hacer política", confiesa un miembro de la cúpula popular, deseoso de que Rodrigo Rato vuelva al ejercicio de la política.La ratomanía ha llegado a tal punto que no pocos siguen atribuyendo la designación de Juan Costa para coordinar el programa electoral a un guiño de Rajoy a Rato. "Costa ha venido a preparar la llegada de su mentor", insisten en vaticinar los amigos del otrora ministro. Desde la dirección del PP intentan apagar estas expectativas y sostienen que la elección de Costa nada tiene que ver con el retorno de Don Ratone. Y efectivamente, de puertas adentro se reconoce que la relación entre Mariano Rajoy y Rodrigo Rato ha venido siendo prácticamente inexistente....que tanta pasión despiertaDicen de él que es como esas mujeres cuya capacidad de enamorar a un hombre es tal que da igual lo que hagan o dejen de hacer, porque es imposible dejar de pensar en ellas. Algo parecido debe ocurrirle a Rato. Ha pasado por lo mejor y por lo peor, pero entre sus incondicionales, la lealtad es casi infinita. Pero, ¿qué le hace ser tan admirado? Tiene fondo y forma, conoce los entresijos de la política, se mueve como pez en el agua, y planta cara sin torcer el gesto. ¿Su lado malo? También. Hay muchos aspectos oscuros en su haber. Pero su figura se agiganta al verse reflejada en el estanque de mediocridad de Génova. En el PP se percibe esa calma chica, esa mar pesada, plomiza, que precede a las tormentas en alta mar.Las espadas en alto, ante la cita de las elecciones generales. ¿Qué pasará si el Partido Popular cosecha un nuevo descalabro? El horizonte del centro derecha no puede ser más incierto: la alternativa de un partido clavado en el abanico de los 130-140 diputados y dispuesto a pasar muchos años en la oposición. Falta carácter. Falta iniciativa. Rajoy no dice esta boca es mía. Y de aquí a marzo no hay tiempo material para las maniobras bruscas. Quienes pueden acariciar la idea de moverle la silla al presidente del Partido Popular seguirán esperando, a riesgo de morderse las uñas, a que la fruta caiga madura. ¿Aguantará la fruta? ¿Aguantarán las uñas?

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