miércoles, agosto 01, 2007

Promesas que se hicieron cenizas

jueves 2 de agosto de 2007
Promesas que se hicieron cenizas
LA visita del presidente del Gobierno a Canarias se ha saldado con la convocatoria de un Consejo de Ministros extraordinario para aprobar una serie de medidas de ayuda económica a los afectados por los devastadores incendios que han asolado las islas. Zapatero sabe que este tipo de gestos tiene un beneficio político inmediato y también que la opinión pública no acepta de buen grado que el jefe del Ejecutivo no haga acto de presencia en los momentos difíciles, ya tengan que ver con el terrorismo o con accidentes de cualquier naturaleza. Como ya se vive la precampaña de las elecciones generales, Zapatero parece dispuesto a improvisar cuanto sea necesario para hacerse visible, aunque el abuso de esta estrategia puede acabar saturando a los ciudadanos y poniendo de manifiesto lo que realmente importa, que es la incapacidad del Gobierno para gestionar eficazmente sus recursos.
A Zapatero nunca le ha gustado hacerse fotos que no anuncien la alianza de civilizaciones o el advenimiento de la paz, pero como el cheque en blanco del 14 de marzo ya le ha caducado, ahora se ve acuciado para organizar sobre la marcha visitas de urgencia a escenarios incómodos, donde se acallen con indemnizaciones cuantiosas los reiterados fallos de coordinación de las administraciones del Estado. Mariano Rajoy ha pedido nuevamente que se cree un Centro de Coordinación de Crisis. Es una propuesta sensata y necesaria, que cuenta con el brutal antecedente de los once miembros de un retén que murieron en Ribas de Saélices hace dos años, tragedia que el presidente del Gobierno eludió con una visita casi clandestina días después de extinguidos los incendios. Bien está, sin duda, que Zapatero viaje ahora a Canarias y que convoque un Consejo de Ministros extraordinario para aprobar ayudas económicas. Pero la política de chequera que parece intuirse en estos movimientos del Gobierno es una opción que se queda sólo en electoralista si no va acompañada de medidas organizativas, porque legales ya hay y si no se hacen cumplir, como las aprobadas en 2005 tras el incendio de Guadalajara, resultan inútiles. El PP ha denunciado también que el Senado rechazó la propuesta de instalar en Canarias una brigada contra incendios, incumpliendo una promesa hecha en este sentido por Zapatero hace dos años.
Pocas dudas caben de que el Gobierno socialista es el más ineficaz de cuantos ha conocido la democracia. No es un problema ideológico, sino de aptitud de los equipos elegidos por determinados ministros -y de éstos mismos- y sus altos cargos para desempeñar bien sus funciones en momentos difíciles, y los problemas no hacen más que engarzarse unos a otros. Hace una semana comenzaron los incendios en Canarias y todavía el martes el Gobierno anunciaba el envío de medios humanos y materiales. Parece que no se aprende una sola lección del pasado, por trágica que sea, ni se encajan con humildad los errores, si no que se reafirman en ellos. En este sentido, resulta lamentable que Zapatero rechace la propuesta de Rajoy de crear el Centro de Coordinación de Crisis porque, a su juicio, sólo crearía más burocracia. Para quien tiene a su disposición una Oficina Económica de dudosa utilidad y plantilla inflada, no debería preocuparle que el Estado invierta medios y destine funcionarios a mejorar la respuesta de los poderes públicos a las catástrofes naturales.
La imagen de un presidente de presupuesto desprendido y puntual a los requerimientos de sus necesidades electorales será la pauta de los próximos meses, algo que el PP debe tener en cuenta, sobre todo, porque esta vez, ha sido Zapatero el que se ha adelantado a cualquier dirigente popular en su visita a Canarias. Los guiños a la opinión pública, aunque estén huecos, también cuentan. Pero hay problemas de fondo muy graves que siguen sin resolverse. Comparada con las crisis de los incendios de Andalucía o Guadalajara, o el vertido del «Don Pedro», la del «Prestige» fue un ejemplo de coordinación entre Gobierno central y Xunta de Galicia, teniendo en cuenta las magnitudes del golpe medioambiental que supuso esta marea negra, mucho menores, en todo caso, que la muerte de once vecinos de Guadalajara en el incendio de julio de 2005. Pero ya se sabe que para este Ejecutivo una imagen vale más que mil palabras, sobre todo cuando se las lleva el viento o, como en Canarias, quedan reducizas a cenizas.

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