miércoles, agosto 01, 2007

Primo Gonzalez, El futuro del Euribor

miercoles 1 de agosto de 2007
El futuro del Euribor Primo González

El Euribor ya está en el 4,5% largo y nada parece indicar que estemos al final de la escalada. Son 22 meses ininterrumpidos de subidas en el principal indicador del crédito hipotecario (y no sólo del hipotecario), que está poniendo un poco más empinada la cuesta del pago de las deudas para los endeudados españoles. Hasta dónde puede llegar la subida del tipo principal de referencia es todo un misterio, pero casi todo el mundo parece convencido de que el 5% es una cota por encima de la cual saltará este indicador en el curso de los próximos meses, quizás con el horizonte de la primavera del año 2008. Más allá del 5%, la justificación de una subida tendría que exigir toda una serie de supuestos que, hoy por hoy, no parecen darse en la economía española ni en la europea.
Las razones que apoyan la sospecha de algunas subidas adicionales se basan en la experiencia histórica: Europa está en fase de aceleración económica y nunca una etapa de esas características ha necesitado de bajadas de tipos de interés. Tampoco hay razones para suponer que la continuada bajada de la tasa de paro, el hecho de que los precios del petróleo se encuentren en máximos históricos y la propia presión de la demanda interna no vayan a traducirse en tentaciones alcistas sobre los precios. Las cifras, sin embargo, son bastante tercas y ayer mismo se difundía el dato provisional de la tasa de inflación en la zona euro, con un 1,8% de tasa interanual, es decir, dos décimas por debajo de la barrera que el Banco Central Europeo (BCE) ha establecido como infranqueable, bajo apercibimiento de subidas de tipos de interés oficiales. En España, la inflación en el mes de julio se ha movido en torno al 2,3%, una de las cotas más bajas de los últimos años, un nivel que además nos deja en una posición bastante confortable (aunque mejorable) en materia de diferencial de inflación frente a nuestros competidores europeos de la zona euro.
Se puede decir que, en materia de inflación, España se ha convertido en un país disciplinado. Lejos ya de aquellas épocas en las que los precios de consumo en España duplicaban o triplicaban los de los países europeos más próximos. La gente ha aprendido y asimilado una cierta cultura antiinflacionista, cultura que normalmente es propia de las amplias clases medias de los países desarrollados, a los que España ha ido asimilándose poco a poco. No por mucho pedir en aumentos salariales se termina por mejorar el nivel de vida y el poder adquisitivo. Las espirales inflacionistas, que tanto daño le causaron a la estabilidad económica a mediados de los años 70, no forman ya parte del patrimonio cultural económico de los españoles, entre otras cosas porque los dos pilares sindicales que dan solidez a la economía se han encargado de convencer a sus afiliados de que ésa no es una vía reivindicativa correcta ni provechosa para los propios trabajadores. Causa últimamente cierto asombro observar cómo las demandas salariales en España por parte de los sindicatos resultan más moderadas que en los levantiscos sindicatos metalúrgicos germanos, por poner un ejemplo.
En estos últimos meses hemos disfrutado de una barrera indudable para impedir que las tensiones inflacionistas se desbordasen más allá de lo debido: el alto valor del euro, que deprime los precios a su llegada a los mercados europeos y, por tanto, es un factor de contención de la inflación. Pero ni el euro se va a estar revalorizando siempre frente a las demás divisas (en particular frente al petróleo), ni ello es bueno para nuestra capacidad competitiva exterior. Los riesgos de inflación (y, por tanto, de mayores subidas de tipos de interés) parecen moderados y en condiciones normales el Euribor no debería remontar mucho más allá del 5%, una barrera que tendría que resultar asequible para los millones de españoles con deudas hipotecarias. Si en un país con una inflación ligeramente superior al 2% no se puede pagar un crédito al 5% no será por exceso de carga financiera sino por otro tipo de razones. No siempre íbamos a disfrutar de intereses negativos, es decir, de tipos de interés por debajo de la inflación. Lo anormal es lo que sucedía hasta hace un año. Lo de ahora se parece más a la normalidad, siempre que no se desboque lo del 5%.

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