viernes, agosto 10, 2007

Primo Gonzalez, El extraño viaje de De la Vega

viernes 10 de agosto de 2007
El extraño viaje de De la Vega Primo González

Latinoamérica sigue siendo, y lo será por mucho tiempo, la región en la que España ha invertido más dinero y en la que tiene, por lo tanto, sus principales intereses económicos en el exterior. En los últimos días, la vicepresidenta del Gobierno ha realizado una gira por la región que no ha carecido de connotaciones económicas, en especial con motivo de su presencia en Perú y en Argentina. Es de agradecer que exista una cierta atención por parte de los políticos españolas hacia una zona en la que el protagonismo parece corresponder casi en exclusiva a los empresarios de las principales compañías españolas.
El viaje de María Teresa Fernández de la Vega, de quien se puede decir sin mucho temor a meter la pata que es la persona que más merecidamente se está ganando su sueldo de integrante del Gobierno, no ha sido sin embargo el que hubiera diseñado algún avispado diplomático dispuesto a reforzar el papel de España como potencia económica en la zona. Las cifras y los merecimientos dan, sin embargo, pie para ello.
Se han realizado algunas estimaciones sobre el volumen total de la inversión directa de España en la zona a lo largo de la historia, lo que significa que estamos hablando de los 15 últimos años, que es el periodo en el que se concentra la casi totalidad de la inversión directa del país en Latinoamérica. No hay que perder de vista que España es el segundo inversor extranjero más importante en los países situados al sur de Río Grande, en algunas ocasiones incluso por delante de Estados Unidos, considerado como el padrino y hasta el capataz del territorio y el que con frecuencia ha manejado a su antojo los designios políticos de estos territorios, incluso recurriendo a intervenciones militares directas.
Esas estimaciones del compromiso financiero de España con Latinoamérica nos llevaría a manejar cifras del entorno de los 200.000 millones de dólares. La mayor partida correspondería a Telefónica y la segunda posiblemente a Repsol YPF. Luego algunas eléctricas, los dos grandes bancos y algunas constructoras. Y a continuación una larga lista de pequeñas y medianas empresas, que elevan la nómina de los intereses españoles en la zona por encima de las 1.000 empresas de diferentes sectores y ocupaciones, que en algo deben estar contribuyendo al desarrollo económico, social y hasta técnico de la zona. Para España, la presencia en Latinoamérica es en la actualidad la tarea más exigente en cuanto a proyección internacional, a la que se le están dedicando no sólo importantes recursos financieros sino también humanos. Si ese dinero se hubiera destinado, por ejemplo, a mejorar las infraestructuras nacionales o a reforzar nuestro equipamiento tecnológico y científico, posiblemente nuestra posición económica y de bienestar social sería en la actualidad bastante más confortable. En la misma medida, el esfuerzo de mantener una presencia activa y muy reforzada en Latinoamérica es una indudable apuesta que con vistas al futuro ofrecerá indudables recompensas.
Pero volviendo a la visita de la vicepresidenta a la zona, algunos interrogantes resultan legítimamente dignos de mención. El primero, cómo no hemos caído en la cuenta, durante todos estos años, que la atención que debe prestársele a Latinoamérica pueda reducirse a un viaje en periodo vacacional, aprovechando un hueco en las intensas ocupaciones políticas domésticas y restando espacio a las bien merecidas vacaciones, a las que también tienen derecho De la Vega y sus colaboradores. La acción exterior española en Latinoamérica (aparte de la obsesiva fijación en el régimen cubano) es una de las grandes carencias de nuestra diplomacia que requeriría una más pronta rectificación, dentro de la cual no estaría de más alguna visita a la zona por parte del presidente del Gobierno, tan poco amigo del activismo exterior.
Llama también la atención el itinerario del viaje de la vicepresidenta, del que han estado ausentes buena parte de los países básicos de Latinoamérica, con México y Brasil a la cabeza, representantes ambos del 65% del PIB de toda la región. El recorrido de Fernández de la Vega por tierras americanas no deja de ofrecer algún motivo de reflexión tanto para el escaso conocimiento que parecemos tener de la zona como de la escasa sensibilidad ante los centros de poder del continente americano. Sin menospreciar las concesiones a zonas deprimidas y necesitadas de ayuda más que de inversión (aunque también de inversión), esta visita ha dejado a un lado la casi totalidad de los puntos imprescindibles que cualquier político español de alto rango debe tener muy en cuenta cuando se trata de reforzar las relaciones con la zona.

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