jueves, agosto 23, 2007

Politicos, "fontaneros" y bufones a los que hay que interpretar

Políticos, "fontaneros" y bufones a los que hay que interpretar

La oposición desgasta más que el poder, se dice. Es algo dudoso: la tardanza en las alternancias está más relacionada con los anodinos aupados, casi de rebote, a los pedestales.

24 de agosto de 2007Siempre he creído que era una estupidez lo de que estar en la oposición desgasta más que el poder. Si así fuera jamás podría haber alternancia y siempre la hay en democracia. El fuego del poder, avivado por las modas, tarde o temprano, devora a quien lo ocupa. Así es. Pero la oposición en política, como cualquier otra actividad por otra parte, aunque en ésta con mayor virulencia por estar en el punto de mira de la opinión pública, siempre envía al margen más pronto que tarde a los anodinos. Por culpa de ellos, de los anodinos aupados por las circunstancias a los pedestales, es por lo que a veces tarda tanto en llegar la alternancia. Y es que las victorias electorales, casi siempre, se cimientan más en los defectos de los adversarios que en los aciertos propios. Me estoy refiriendo, por supuesto, a políticos capaces de estar en la cúspide, delante de las cámaras, que afrontan procesos electorales y de selección interna y externa, no a esos llamados "fontaneros" de partido que jamás han superado cualquier tipo de proceso selectivo, más que el de la fe del carbonero en unas siglas y la sumisión a los señorcitos de turno, que pueden ocupar cargos durante años bien pagados gracias al dinero de todos, con tareas invisibles, la mayoría de las veces inservibles para el común de los mortales.Conozco, incluso, a un importantísimo mandatario político que colocó entre sus asesores más próximos a un querido correligionario, simpático bufón, que en las reuniones de máximo nivel decía en alto lo primero que se le venía a la cabeza. Lógicamente, con el devenir de los años, la gente ha ido cambiando y aquellos primigenios que sabían perfectamente que el individuo era un tonto de solemnidad puesto ahí porque hacía ciertos servicios menores al jefe, por los que había que darle un sueldo, han ido pasando a otras tareas, siendo sustituidos por otros nuevos. Pues bien, se da el caso de que el ocurrente asesor, en la actualidad, cada vez que abre la boca tiene una corte de políticos de campanillas y de periodistas de postín dedicados a interpretar sus segundas intenciones.

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