jueves, agosto 23, 2007

Pio Moa, Debate y democracia

Debate y democracia
23 de Agosto de 2007 - 14:49:49 - Pío Moa
Puesto que sobre la historia reciente de España existen posiciones tan opuestas, y dada la repercusión de ellas sobre el destino de nuestra democracia y sobre la concepción misma de la democracia, es evidente la necesidad de un debate público, amplio y popular (en el sentido de que llegue ampliamente a la población). Pero, dada la mentalidad totalitario-policíaca de nuestra izquierda, de la que no parece haber modo de rescatarla, sus políticos e intelectuales responden a la necesidad de un debate libre con una ley que debe imponer (eso desean todos, y los más tontos hasta se lo creen) su forma de ver la historia. Con el cuento de los pobrecitos nietos que no duermen ni pueden vivir tranquilos porque a sus abuelos no se les ha hecho justicia, nos quieren hacer creer que las víctimas del franquismo defendían la democracia y la libertad, y que nunca se mataron entre ellas mismas.
Y, lo que es el temperamento castizo, pues eso también existe, como se demuestra a cada paso. A la necesidad de un debate, que vengo planteando desde hace ocho años, estos tipos han replicado al modo del típico señorito de la Españeta, diríamos del señorito andaluz, si no fuera porque el señorito vasco o el catalán cumplen el estereotipo del señorito andaluz mejor aún que este. La respuesta, digo, repito, ha sido el ataque personal, la exigencia inquisitorial de censura y la pose chulesca del rico que desprecia al pobre pedigüeño imaginado por ellos: cuántas veces han repetido estos lumbreras que ellos, tan increíblemente importantes, no iban a rebajarse a discutir con un seudo-historiador como yo, que les mendigaba un debate a fin de prestigiarse y vender algunos libros. Increíble, ¿verdad? El debate debiera girar sobre los hechos y figuras históricos y sobre su trascendencia actual, realmente decisiva. Nunca sobre cuestiones personales, y menos a un nivel tan grotesco, pero ahí están los señoritos españetos, revelando su nivel, que no hay más remedio que poner en evidencia después de entrar en harina. Porque, ¡hay que fastidiarse!, esa actitud chulesca y señoritil es también un hecho histórico.
Pero, ¿y la derecha? Qué bien se ha revelado, a su vez. Nada de mirar al pasado: “al futuro, al futuro!”. Nunca se ha visto un escapismo más vergonzoso y desvergonzado a un tiempo. Ni una palabra en defensa no ya de la verdad histórica o de sus propios padres y abuelos, cuyo recuerdo tanto temen que perjudique sus poltronas. Ni siquiera eso. Pero se trataba, se trata, de defender las mínimas normas de la decencia intelectual y democrática que exigen un debate allí donde hay una cuestión que debe ser dilucidada, por pura higiene social. Ahí está retratada la derecha pesetera, medrosa y oportunista, con la vista puesta en sus cargos presentes y futuros, desinteresada de lo demás, aunque la unidad de España y las libertades estén sufriendo, falsificación del pasado mediante, tan graves heridas.
En fin, las cosas como son. Hace poco tuve en El Catoblepas una pequeña trifulca, más que debate, con un intelectual derechista que, algo menos miope que los políticos, se ofrece al PP para asegurarle su permanencia en el poder. Y, temeroso de la competencia, arremete contra César Vidal y contra mí. Esta es otra diferencia. A él le preocupa el PP y su poder, y a mí la democracia -- cada cual con sus luces, eso es otro asunto--. Y por eso resulta tan difícil entenderse.
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LA ÉTICA SAVATERIANA
Nos enseña Savater: " debo comprender la valía ética -estrictamente ética- de las normas instituidas que permiten el pluralismo de convicciones y actitudes dentro de un marco común de respeto a las personas. Y eso delimita una frontera entre lo que puede y no puede aceptarse también a nivel personal: tengo derecho a considerar vicio nefando la homosexualidad pero no a hostilizar o proscribir las parejas homosexuales. Puedo tener personalmente por importantísimas las raíces cristianas de Europa, pero no puedo considerar mal europeo a quien no sea cristiano ni mal español a quien no sea católico. Y puedo tener la íntima convicción de que muchos malvados merecen la pena de muerte, pero no debo ocultar a los jóvenes que la sociedad democrática en que vivimos ha adoptado como norma la abolición del castigo capital por sus implicaciones deshumanizadoras".
¡Mal, muy mal! Debería decir: "Tengo derecho a pensar que la homosexualidad es tan valiosa como la sexualidad normal, e incluso superior, un motivo de orgullo, pero si voy pregonándolo agresivamente, organizando desfiles públicos, etc., debo admitir que quienes lo consideran una tara, o un vicio, etc., hagan lo mismo, sin intentar tacharlos de homófobos, impedir su expresión y propugnar diversos modos de persecución contra ellos, imponiéndoles en sus empresas, sociedades o comportamientos particulares el modo de pensar de los homófilos, etc".
O bien: "Puedo detestar personalmente las raíces cristianas de Europa, pero no puedo considerar retrógrado, reaccionario y en último extremo digno de exterminio, como ha ocurrido en varias ocasiones, a los que piensan lo contrario. Ni tampoco propugnar la destrucción abierta o disimulada de dichas raíces, propugnando leyes y comportamientos lesivos para esas raíces y quienes las defienden".
O bien: puedo estar incondicionalmente contra la pena de muerte, pero no puedo tildar de antihumanos o bárbaros a quienes piensan lo contrario en relación con ciertos crímenes, o intentan cambiar las leyes actuales.
Esto sería mucho más realista y adecuado a lo que ocurre que las hipocresías de Savater. Se le ve mucho el plumero.
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Los jueves, en "El economista"
POLÍTICOS CUMPLIDORES
Pío Moa

Lo que me gusta del actual presidente es que es un político cumplidor. Quizá muestra alguna confusión al valorar los objetivos, y llama proceso de paz o alianza de civilizaciones o mejora de la enseñanza o educación para la ciudadanía, etc., a cosas que no tienen la menor relación con tales enunciados, por no decir que se oponen directamente a ellos; pero lo que es cumplir, el hombre cumple.
Y con rapidez. Al PP, recordarán ustedes, le costó casi ocho años sacar una ley para reformar la caótica enseñanza heredada del período González; pues bien, llega el hacedor de zapatos, y nada, en un plis-plas manda a paseo la ley del PP y empeora a conciencia el desastre felipista. Prometió recompensar a sus ayudantes electorales (espontáneos y no pactados, creemos), retirando las tropas españolas que ayudaban a los iraquíes a librarse del mismo tipo de gente que presuntamente atentó en España el 11-M, y dicho y hecho. Quiso satisfacer a su amigo el civilizado Mohamed VI a costa de los saharauis, y probablemente en otros asuntos que nos tocan mucho más de cerca, y a ello se aplica infatigable. Se propuso liquidar la Constitución en comandita con la ETA y los separatistas, y, bueno, la cosa no le ha salido tan rápido ni tan bien como él esperaba, pero no ha sido por falta de empeño, y sin menospreciar los éxitos alcanzados en el proceso: la Constitución está, si no liquidada, dañada muy seriamente. Y así.
Me viene esto a la cabeza con motivo del fresco verano de este año, que los ignaros no acaban de explicarse, dado el conocido calentamiento global que se nos venía encima. Olvidan que el presi anunció que frenarlo sería su máxima preocupación. Evidentemente ha tomado sus medidas, y como la purga de Benito: anoche, en pleno agosto, hacía frío en España.
Ya podía tomar ejemplo el PP, tan lento de reacciones. Lo que nos íbamos a divertir.

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