martes, agosto 28, 2007

Ofensiva democratica

Ofensiva democrática
28.08.2007 -

La furgoneta bomba que los terroristas hicieron estallar el domingo pasado en un municipio de Castellón confirma que ETA trata de ejecutar un plan de atentados brutales, ante el que la presión policial y la colaboración internacional, ya en su doble vertiente de Francia y Portugal, se están mostrando razonablemente eficaces. Aunque esta última constatación invita al optimismo respecto a la capacidad del Estado de Derecho para minimizar la operatividad etarra, es necesario subrayar que, dentro de una tendencia general hacia el debilitamiento de su potencial activista, la banda terrorista sigue representando hoy una amenaza directa para la vida, la libertad, el sosiego y los bienes de cuantas personas y sectores profesionales y sociales ha situado en su punto de mira. Además, el empleo de tan mortíferas cantidades de explosivo -cien kilogramos en el atentado contra la casa cuartel de Durango el viernes, una cantidad similar en la localidad castellonense hace dos días- hace que dicha amenaza se extienda al conjunto de la sociedad. Frente a ello, las instituciones de la democracia deben perseverar en lo que ha de ser el objetivo inmediato -impedir que ETA consiga cometer atentados-, pero sin correr el riesgo de orientar la acción gubernamental hacia una estrategia en exceso defensiva, cuando está suficientemente demostrado que los terroristas pueden soportar que se frustren sus planes una y otra vez, siempre y cuando no se ponga en peligro su continuidad como poder fáctico. Está claro que mientras el Ejecutivo de Rodríguez Zapatero trataba de apurar las posibilidades de una salida dialogada de la violencia durante el 'alto el fuego permanente', desoyendo las advertencias que denunciaban la burla terrorista, ETA desarrolló una amplia tarea de reorganización y rearme. Hoy sería una temeridad que el Gobierno se limitase a la prevención y la disuasión respecto a la organización criminal, incurriendo en un falso criterio de proporcionalidad en la respuesta política y policial a la amenaza, desdeñando las evidencias que señalan que ANV obedece a Batasuna, o interpretando el descabezamiento de ETA como un objetivo imposible o inútil.

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