martes, agosto 07, 2007

Norberto Fuertes, Absorbido por la sombra

martes 7 de agosto de 2007
Absorbido por la sombra
POR NORBERTO FUERTES
LOS integrantes de la última muchedumbre a convocar por la Revolución aún no tienen fecha para presentarse en sus lugares de asamblea pero saben que participarán de su marcha más dolorosa y que el hombre que van a honrar aún se mece en su sillín de madera barnizada, despojado de sus botas y en pantuflas y pendiente de unas miserables pastillitas. Mientras, el país necesita comer. Los propios dolientes del futuro cercano tienen el imperativo de alimentarse, la bendita sopa, y techo y transporte, sólo para empezar. Aunque no esté mal este desenlace de epopeya -que es al menos reconocer que ahora deben ponerse a trabajar-, no deja de haber algunos índices de amargura, y de frustraciones. Nos despertamos del sueño, y lo primero que nos encontramos es que Raúl Castro ha hecho con su hermano lo que su hermano nunca hubiese hecho con él: arrebatarle todo el poder.
No se engañen: un cerco de silencio rodea al hombre que rumia, quizá desconcertado, en el sillón hecho a su medida por la Empresa de Productos Varios (Emprova). La bonanza -fuera de Cuba sobre todo- que trajo para Raúl su discurso del 26 de julio, Fidel intentó cortarla de tajo en su última proclama, o por lo menos fue su clara intención, rápidamente advertida por los observadores. Y quizá ésta fuese la última batalla, su postrero acto de resistencia. Era tan obvio que resultaba sospechoso, si no es que descubrías los síntomas de la creciente debilidad y despojos de todos sus atributos. ¿Escribir? No me vengan con cuentos. En su mullida prisión domiciliaria, Fidel tiene que haber entendido en estos días el verdadero valor de la letra impresa. Ni uno solo de los párrafos escritos en su serie de Reflexiones para publicación obligatoria en la prensa oficial han logrado detener una acción de los americanos (para nombrar su Némesis), y, lo que es peor, de su propio hermano Raúl. Qué ingenuidad la de este hombre, al principio de su enfermedad, de creerse que podía seguir gobernando, o al menos creando unas crisis formidables, a través de la literatura. No se le ocurrió llamar a Gabo, ni a mí mismo, coño, que le hubiese dicho, no jodas, Fidel, si lo primero que has advertido es que no vas a contar todo lo que tú sabes para no comprometer al país. O eres gobernante o eres escritor. Y si sigue en esa tontería va a terminar recibiendo un periódico Granma impreso para él solo. Es decir, que no intente aprovechar una de esas Reflexiones para crearle el caos a Raúl. Si ya eso no fue lo que pasó hace dos o tres días con su última Reflexión, en la que se echa para atrás con su ataque al discurso de Raúl y en cambio se dedica a alabar a una lumbrera de los Estados Mayores rusos, el general Leonid Ivashov, en su deprimente visión del imperialismo americano. Y no se fíen del acceso a internet, de la cual Fidel se ha hecho un avezado especialista, porque nada más fácil que secuestrarle y ponerle bajo control su terminal.
En fin, lo que tenemos por delante, es que este 26 de julio asistimos a una ocasión tan importante como puede ser el virtual discurso de proclamación presidencial de Raúl Castro Ruz. Y en éste se advierten, por lo que dice y no, todas las virtudes así como todos los defectos. Y ahí hay algo que para mí es esencial porque no está resuelto y es la manera en que ha comenzado a ejercer. ¡Esa obcecación suya por actuar desde las sombras! Era explicable cuando había que competir contra Fidel, contra el último de los héroes griegos, aunque hubiese nacido en la plantación cañera de Birán. Las sombras. El método presente es que Raúl sigue bajo protección de las sombras aún estando en la cúspide de la cadena de mando. Incluso hace correr como amenaza que el hombre está aún vivo. Y que el regreso es posible. De resultas que ahora el malo ¡es Fidel! Por aquí anda la razón fundamental por la cual no acaba de asumir el cargo ni que tenga apuros. Porque le permite continuar maniobrando desde sus inefables cuarteles lejanos. Ha sustituido la voz y el pecho de Fidel, dándole el frente a todas las contingencias, por las melifluas declaraciones de su hija Mariela o de una Soledad Cruz, poetisa de obra escasa y (si mal no recuerdo) de vaporosa cabellera negra. Ellas son los portavoces, aunque espero que tengan el tino de nunca encaramarse en la tribuna de la Plaza. Que no sigan faltándole el respeto a la Revolución de Fidel Castro, más bien conocida por haber llevado el mundo a una pulgada del abismo nuclear y no por su defensa del amor libre y el derecho al quirófano de diez loquitas cubanas que aspiran a que les corten el rabo. Por favor, va siendo hora de que se callen.
En cuanto al discurso en sí, uno mejor que ése lo pronunció José Abrantes Fernández (el anterior ministro del Interior) en diciembre de 1988 y le costó la vida. Y que ahora, a casi 50 años de Revolución, Raúl se dé cuenta de que los salarios son inadecuados, es un trago duro de pasarse. Pero son detalles dentro de un conjunto más amplio, así que deben eludirse.
Hay otros síntomas. Más relevantes. Está prevaleciendo su equipo. Tiene como virtud la acogida de viejos compañeros, mayormente los eliminados por Fidel. Mientras desplaza a los otros, los Carlitos Valenciaga, los Felipe Pérez Roque, y muy pronto los Ricardo Alarcón y hasta los Carlos Lage. (Ramiro Valdés, el antiguo ministro del Interior, sigue en la mira, pero es un hueso mucho más duro). Pero el equipo presenta sus propios problemas, a la larga peligrosos en extremo para el mismo Raúl, que son sus tendencias al nepotismo y a la corrupción. Desde luego, entre Carlos Aldana y Luis Alberto Rodríguez, Aldana es el mejor por carrera larga, porque es un revolucionario auténtico. Luis Alberto no es más que un niñito bien, hijo de un general, casado con Deborah, otra hija de Raúl y que se empeña en convertir la Revolución cubana en una gigantesca empresa comercial.
Raúl -durante 50 años- tuvo a Fidel en su rango de fuego, amén de que suyas eran las soluciones y se mantuvo a la expectativa. ¿Por qué no le dio un golpe de Estado? ¿Por qué no lo mató antes? Es el cumplido de todos los comunistas de su escuela: revisar. Y ahora revisará lo que todos hicimos juntos. Desde los trabajos voluntarios hasta la última campaña contra el mosquito Aedes Egipto. Qué extraño aire de peretroika tardía, y qué olvido de que la gente se movilizaba por una idea. ¿Perestroika? Se le supone un laboratorio lejano que le permitiría saber hasta qué punto pueden llegar las reformas y cómo implementarlas. No digo que de pronto Raúl se vea animado por unos sentimientos suicidas. Al menos está advertido. Vamos a ver si de verdad copió el mensaje.
Hay que reconocerle, sin embargo, luego del primer año de Gobierno, que su gran victoria ha sido tranquilizar al país y al mundo. No es necesario pues recordar que gobierna cómodamente sobre la estructura que Fidel le legó.
Fidel. Ése es el único que corre peligro. Porque se ha aislado. De alguna manera ha regresado a los tiempos lejanos en que era un abogado sin fortuna y medio vagabundo y que encontró como respuesta a sus desgracias fraguar una Revolución. Los tiempos del profeta desarmado. Su última batalla, sin embargo, ya está por escrito. La última batalla del profeta. Su advertencia final. No se puede confiar en los americanos. ¿Alguien lo ha leído? ¿Lo escucharon? Es a la larga en lo que van a fallar. Si no saben hacerlo, entonces sí tendremos Apocalipsis. Entiendo que no es fácil apearse de este tigre que estamos cabalgando. Como quiera que sea, está en juego algo más que la vida de Fidel -la poca que pueda quedarle-. Es la propia existencia de la nación cubana lo que tenemos en el fiel. Y todos somos responsables.

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