jueves, agosto 02, 2007

Muerte o inseguridad

Muerte e inseguridad
03.08.2007 -

Los peores augurios suscitados por la desaparición de la joven tinerfeña de 15 años Fernanda Fabiola Urzúa, cuando se dirigía de noche a su casa en la urbanización Ten-Bel, se confirmaron ayer con el hallazgo de su cadáver. La reciente e inexplicable ausencia del niño Yeremi José Vargas en Gran Canaria y el precedente de Sara Morales, la adolescente que hace un año no regresó a su casa de Las Palmas, habían desatado la alarma en las islas incentivada por las especulaciones sobre la existencia de una eventual trama organizada dedicada a atacar a menores. Esta hipótesis fue descartada ayer por los responsables policiales sin que ello pueda consolar a familia de la víctima, que fue secuestrada y sufrió abusos antes de que la asesinaran. Las investigaciones de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, apoyadas en la colaboración ciudadana, han propiciado en pocos días la detención de los presuntos autores del crimen y la localización del cuerpo. Sin embargo, el hecho de que uno de los sospechosos tuviera antecedentes por agresión sexual obliga a preguntarse si se activaron los mecanismos preventivos llamados a dificultar la reincidencia. Este desgraciado suceso no constituye un hecho aislado en España, donde, según la última memoria del Ministerio Fiscal, los delitos contra la libertad sexual se han incrementado el 10%. La constatación de que son mujeres jóvenes las principales víctimas ha de llevar a velar, en primer término, por la propia seguridad personal. Pero junto a ello, el debate sobre la inseguridad en zonas rurales aisladas o en la periferia de los grandes núcleos de población debe redundar en una revisión de los sistemas de despliegue policial, ante la evidencia de que un número limitado de agentes tiene que garantizar la protección en un medio urbano cada vez más extensivo y a menudo desordenado.

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