miércoles, agosto 22, 2007

Miguel Martinez, Las 25 leyes mas absurdas del mundo

jueves 23 de agosto de 2007

Las 25 leyes más absurdas del mundo
Miguel Martínez
A NDABA quien les escribe ejerciendo de turista, con su cámara colgada al cuello, sus pantalones cortos y su camisa hawaiana, paseando por la medina de Kairouan, en Túnez, cuando le llamó la atención la comisaría de policía allí ubicada. Era un cubículo, de no más de 16 metros cuadrados, culminado, eso sí, con una vistosa cúpula -mejor dicho, cupulita, que para pocos excesos arquitectónicos daban las dimensiones de aquellas cuatro paredes- que otorgaba a la minúscula construcción un indiscutible aire exótico. De la misma manera que algunos palacios orientales recuerdan a quien los contempla los relatos de las mil y una noches, aquella diminuta comisaría recordaba aquel entremés de los hermanos Álvarez Quintero titulado “El cuartito de hora”, que poco más que un cuartito era aquella construcción, y poco más de un cuarto de hora se debió invertir en construirla. La dependencia policial estaba constituida por una única habitación que hacía las veces de despacho en el que atender a las personas –por supuesto de una en una- y nada más, que ni siquiera para un perchero daba el exiguo espacio.
Y tanto me llamó la atención que, sin dudarlo un instante, apunté la cámara de fotos a la comisariílla y le saqué esa instantánea que ustedes están viendo. Y andaba un servidor estudiando un nuevo enfoque, con la intención de que no apareciese el señor ése que pueden ver caminando tras la Renault Express, cuando un lugareño que vendía especias junto a la comisaría empezó a vociferarme, primero en lo que intuí árabe, y luego -imagino que al ver el hombre que un servidor no se entraba de nada- en francés: - ¡C’est Interdite! ¡C’est Interdite! (A grito pelado y con cara de pocos amigos) Y fue entonces cuando un servidor cayó en la cuenta de que quizás, con su irresponsable actitud y osada conducta, estaba poniendo en riesgo la seguridad nacional de Túnez al fotografiar aquel baluarte de la defensa magrebí, por lo que, en pretendido francés, quien les escribe intentaba tranquilizar a aquel alarmado mercader. - Je ne suis pas terrorist, je suis tourist, de l’Espagne – a la vez que con el índice señalaba la gorra del Barça que identificaba a un servidor, al menos por aquellos lares, como un guiri con todas las de la ley. Aquel comprometido ciudadano interrogaba a un servidor sobre el motivo por el que estaba fotografiando un “Hotel de Police” y aquí quien les escribe dudaba entre decirle la verdad – que le había llamado la atención lo cutre y cochambroso- y ofenderle en su orgullo patrio, o bien inventar una excusa que saciara su curiosidad y que despejase sus dudas sobre las intenciones –por supuesto nobles- de quien les escribe, barajando la posibilidad de identificarme como periodista de Vistazo a la Prensa y justificar la fotografía de la comisaría en base a un expreso encargo de nuestro director, por precisar él esa foto para sus memorias de próxima publicación, al haber pasado en aquella comisaría largas horas declarando por un turbio asunto de faldas, adulteración de licor de dátiles y contrabando de camellos, siendo entonces don José Luis un apuesto militar español que capitaneaba una bandera de La Legión Extranjera, hallándose en la entonces provincia francesa llevando una misión de contención de las hordas independentistas sublevadas, si bien, en aquel momento, apareció un policía al que el especialista –recuerden que vendía especias- puso en antecedentes sobre la conducta subversiva -y quién sabe si saboteadora- de un servidor y, como bien es sabido que la necesidad agudiza el ingenio, a un servidor le brotó la excusa perfecta casi sin darse cuenta, y en menos de lo que canta un triunfito, se hallaba quien les escribe explicándole al agente de la ley tener un amigo policía en España que coleccionaba fotografías de comisarías de todo el mundo, y que había recibido de éste el encargo de fotografiar las más pintorescas de cuantas viera, saldando sin más el escollo, aunque con la severa advertencia del policía de que, en lo sucesivo, antes de fotografiar un Hotel de Police, -se quedó un servidor con las ganas de soltarle que aquello no llegaba ni a motelito, pero no estaba el horno para bollos- pidiese siempre permiso. Y les cuento todo esto, mis queridos reincidentes, porque la ignorancia de un servidor, que no sabía que “c’est interdite” fotografiar mini “Hotels de Police” en Túnez, y, aunque tal y como está el patio y con lo del terrorismo internacional quizás fuera el sentido común el que abandonara a quien les escribe en el momento de ocurrírsele tomar la dichosa foto –a saber qué se imaginaría cualquiera de nosotros si observase a un tunecino fotografiando un cuartel de la Guardia Civil- bien es verdad que cuando uno visita el extranjero puede incurrir en ilegalidades específicas de cada país sin mediar dolo, sino por mero desconocimiento; máxime después de haber leído el contenido de un listado, publicado por el prestigioso diario londinense The Times, que recopila las 25 leyes más absurdas del mundo y entre las que, como era de esperar, no se encuentra fotografiar comisarías liliputienses en el Magreb oriental. Son leyes que en su día o bien tuvieron su lógica y respondían a necesidades de la ciudadanía de entonces, o bien fueron promulgadas para solucionar un problema puntual y concreto y que, olvidadas en los rancios desvanes de la judicatura, nadie se acordó de abolir. Es por lo que, si mis queridos reincidentes me lo permiten, voy a transcribirles aquí esas 25 leyes, haciendo referencia al lugar en el que siguen vigentes, no sea que alguno de ustedes, de vacaciones en el extranjero, se vea en un apuro a causa de la aplicación de alguna de esas inverosímiles normas por parte de algún agente de la ley en exceso puntilloso. 1) Si pasea usted por alguna de las costas de la Gran Bretaña y encuentra una ballena muerta a la deriva, ni se le ocurra echarla al maletero de su utilitario, pues el esfuerzo será en balde. Sepa usted, mi querido reincidente, que los cetáceos difuntos hallados en las costas del Reino Unido tienen dueño. La cabeza pertenece al Rey (consorte) mientras que la cola se la puede quedar la Reina si necesitase de sus huesos para hacerse un corsé. Así que ya lo sabe. En el caso de que encuentre usted un fiambre de ballena y quiera agenciársela, como mínimo, deberá dejar en Buckingham Palace cabeza y cola. No lo olvide. 2) Si es usted médico y viaja a Bahrein debe llevar un espejo en su equipaje, porque si durante el viaje alguna señora –o señorita- se pone de parto y alguien pregunta lo de “¿Hay algún médico?” -circunstancia en la que suele verse todo galeno cuando está de vacaciones- lo va a necesitar, porque sepa usted que las leyes en ese país establecen para los médicos la prohibición de mirar directamente los genitales de una dama, siendo obligatorio examinar la zona alegre femenina a través de un espejo. Procúrese uno en condiciones, no vaya a ser que las distorsiones provocadas en los reflejos de esos espejos de baratillo comprados en las tiendas de todo a 60 céntimos, le hagan anudar el cordón umbilical en el tobillo de la criatura, con el consecuente y vergonzoso desprestigio, a los ojos de los habitantes de Bahrein, de nuestros licenciados en Medicina y Cirugía. 3) Si viaja usted a Londres aquejado de peste, que sepa que no puede usted subir a un taxi. Puede subir, tranquilamente, si tiene usted malaria, si está aquejado del virus del ébola o tuberculoso perdido. Pero con peste, ni se le ocurra. Lo prohíben las leyes de su Graciosa Majestad. Qué incómodo un corsé con huesos de Ballena, ¿no? 4) Aquéllas de mis queridas reincidentes casadas, usuarias de dentadura postiza y de viaje por los EEUU sin su pareja, recuerden llevar una autorización de su marido en la que conste expresamente que le consiente llevar dentadura postiza. Es de imaginar que el origen de esta norma – la obligatoriedad para las damas casadas de recibir permiso expreso de sus maridos para llevar dentadura postiza- responda al mordisco recibido –vayan ustedes a saber dónde- por un tipo que no sabía que su parienta se había provisto, ilegítima y traicioneramente, de dientes. Si no lleva usted la autorización podrá ser desprovista de la dentadura. Así que ya lo sabe. O autorización, o varias dentaduras de recambio. 5) Seguimos en EEUU, en la ciudad de Boulder, Colorado. Allí está prohibido ser propietario de una mascota. En todo caso puede ser su protector. Así que si se lleva a su loro de viaje por Boulder ni se le ocurra decir que es suyo si no quiere verse en un lío. Puede presentarlo como adoptado, pareja de hecho o como amigo de la infancia, pero jamás como mascota de su propiedad. Asimismo, en esa ciudad existe la prohibición de matar pájaros dentro de los límites del casco urbano, por lo que si siente el irrefrenable impulso de apedrear un grajo o de atropellar una paloma, tenga la paciencia suficiente como para esperar a hacerlo una vez se halle en las afueras. 6) En York, Inglaterra, no debe usted asesinar a un escocés, a menos que éste vaya armado con arco y flechas y circule dentro de las murallas. En tal caso, barra libre. 7) En Chester los galeses no pueden entrar en la ciudad antes de la salida del Sol, y han de abandonarla antes de que el Astro Rey se ponga. No sé de qué se quejan los galeses. Mucho peor es pertenecer al equipo escocés de tiro con arco y competir en los campeonatos de York que se celebren dentro del recinto amurallado. 8) En Kentucky es ilegal llevar armas de ocultas entre las ropas si éstas –las armas, no las ropas- exceden de 182 centímetros. He de recordar avisar a mi amiguete Menéndez, sargento de la Compañía de Guardias Reales Alabarderos, no se le vaya ocurrir viajar a Kentucky y llevarse oculta su herramienta de trabajo. ¿Absurda esta ley, verdad? ¿O es que acaso a uno que lleve una pica de 2 metros debajo de la camiseta se le nota en la cara? ¿O es que realizan registros aleatorios a los transeúntes por si alguno lleva una lanza mohicana debajo del traje? 9) En florida es ilegal, so pena de prisión, que las mujeres solteras se lancen en paracaídas los domingos. Así que advertida queda, mi querida reincidente soltera. O se casa usted, o sólo puede saltar en paracaídas en Florida de lunes a sábado. Casadas, separadas, divorciadas y viudas pueden saltar el día que les venga en gana. 10) En Inglaterra, si se ve usted en la imperiosa necesidad de orinar en la calle por resultarle cierto que no va a llegar a tiempo a un retrete, puede usted aliviarse impunemente siempre y cuando pertenezca usted al género masculino, y, además, cumpla los siguientes preceptos: 1) Ha de apuntar hacia una de las ruedas de su vehículo –no haga pis en el de otro, eso no está permitido- y 2) Mantenga su mano derecha apoyada sobre el coche. No se confíe pensando que es fácil, pues los hombres solemos utilizar las dos manos para llevar a cabo tan aliviante función biológica. Prescindir de una de ellas –de la derecha, nada más y nada menos- para apoyarse en el capó de su utilitario puede causar desviaciones del chorrito no deseadas, porque recuerde, es imprescindible dirigir el cauce hacia la rueda. Es harto recomendable practicar en su garaje si piensa viajar a Inglaterra y ponerse tibio de cerveza en sus pubs. 11) Cuidado con ésta, que le va la vida en ello. En El Salvador conducir ebrio puede suponerle la ejecución ante el pelotón de fusilamiento. Y nosotros nos quejamos de los rádares y de los controles de alcoholemia. En El Salvador, más que en ningún sitio, hagan caso a Steve Wonder: si bebes –o si eres ciego- no conduzcas. 12) Si usted, amigo pastor de rebaño de ovejas viaja a Londres con sus ovejitas, sepa que están exentas de pagar peaje. No vayan a tangarle y le hagan sacar un tique por oveja. Por motivos obvios debe usted encaminar su rebaño a una de las taquillas manuales, pues las automáticas y las reservadas al Teletac no están preparadas para acoger al ganado lanar. 13) En el Reino Unido los menores de 14 años tienen la obligación de practicar a diario el tiro con arco. Pese a eso, un servidor recomendaría a sus reincidentes escoceses que, al menos en el recinto amurallado de York, se saltasen a la torera tal obligación, que siempre es mejor una multa a que le quiten a uno del tabaco de una puñalada o de un balazo. 14) En Indonesia la masturbación está penada con la decapitación. Es aconsejable proveerse de bromuro en el Duty Free del aeropuerto de Yakarta, que débil es la carne cuando asaz es la tentación. 15) En Miami es ilegal pasearse en monopatín por las comisarías. Es innecesario, entonces, desplazarse a Miami para practicar skating-policestation. Puede usted hacerlo, tranquilamente, en cualquier Casa Cuartel de la Guardia Civil. Verá qué divertido. 16) En Lancaster, Inglaterra, está prohibido incitar a ladrar a los perros cuando la policía le pare junto a la orilla del mar. Del Paseo Marítimo hacia arriba, puede usted hacer ladrar a cuantos perros desee. Si son las tres de la mañana, mejor que mejor. Es mucho más divertido. 17) En Inglaterra las embarazadas están autorizadas, en caso de apuro, a orinar en los cascos de los policías. Si usted, mi querido reincidente, ejerce de Bobby en Scotland Yard ya sabrá, por la cuenta que le trae, lo conveniente –e incluso lo imprescindible- que resulta llevar siempre un casco de repuesto. 18) Los barcos de la Armada Real Británica están obligados a proporcionar a los policías de servicio en el Puente de Londres un barril de ron cada vez que transiten por dicho puente. A ese lugar son destinados aquéllos a los que, sin tener la precaución de llevar un casco de repuesto, se han visto obligados a cederlo a una embarazada apurada. Dicen que prestando servicio en el Puente, ese tipo de traumas se olvidan a la que pasan un par de barcos de la Armada. 19) En Ohio es ilegal ir a pescar borracho. En los cauces de los ríos se apostan detrás de los arbustos los ayudantes del Sheriff que, alcoholímetro en mano, se dedican a quitarle puntos de la licencia de pesca a los pescadores bolingas. 20) En Alabama es ilegal vendar los ojos a la persona que conduce un vehículo a motor. Estos americanos están en todo. Aquí, en la vieja Europa, nos vendan los ojos mientras conducimos y nos tenemos que aguantar sin ley alguna que nos proteja. 21) En Inglaterra es ilegal ocultar al cobrador de impuestos lo que no queremos que se sepa. En cambio, no tenemos por qué contarle lo que no nos importa que se difunda. O sea, que a la Hacienda pública de Su Majestad hay que contarle que uno se barrena la nariz y se saca mocos en los semáforos, que la pasada nochevieja, con dos copas de más, le tiró descaradamente los tejos a la vecina del ático quinta durante el cotillón, que fue usted quien pinchó las cuatro ruedas del coche de su jefe aquella tarde que vio el flamante BMW estacionado en el aparcamiento de Mercadona. Menudo chollo que tenemos aquí con nuestra Agencia Tributaria… 22) En Francia es ilegal ponerle por nombre Napoleón a los cerdos. Sin embargo no tienen ningún reparo en ponérselo a un brandy, malísimo, que se compra por menos de 6 euros en cualquier supermercado de Andorra, haciendo creer al neófito en la materia que, por llevar la etiqueta de “Made in France” tiene algo que ver con el coñac del mismo nombre. ¿No será mucho peor dejar al pobre cerdo sin nombre y tenerlo que llamar diciéndole “¡oye, tú!? 23) En Inglaterra se considera acto de traición colocar un sello de correos -en el que se vea el busto de la Reina- cabeza abajo. Si alguna vez se despista usted y pone un sello al revés, siempre podrá defender que el sello está bien puesto, que lo que está al revés es el sobre, que dudo mucho que sea ilícito invertir el sobre de una carta. 24) Ésta es la mejor. Es ilegal morirse en el Parlamento británico. Y al que se le ocurra morirse… ¿Qué le hacen? Es de suponer que lo someterán a un juicio rápido. O no, porque si hay algo que le sobra a un muerto es… tiempo. 25) También en el Reino Unido va contra la ley transportar en un taxi cadáveres. O sea que si se le muere a usted alguien en el Parlamento y lo mete en un taxi para llevárselo a casa para el velatorio… Es que se le cae el pelo fijo, ¿eh? Y éstas son, según The Times, las 25 leyes más absurdas del mundo. Advertidos quedan para cuando ejerzan de turistas en el extranjero, no vayan a emborracharse antes de ir a pescar, a lanzarse en paracaídas un domingo sin haber pasado antes por la vicaría o - muchísimo peor- a morirse en el Parlamento británico. Y recuerden, además, los “Hotel de Police” en Túnez, por canijos y escuchimizados que sean, ni mirarlos.

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