lunes, agosto 27, 2007

Miguel Angel Loma, Las movidas de la parroquia de Albuñol

lunes 27 de agosto de 2007
Las movidas de la parroquia de Albuñol
Miguel Ángel Loma

L AS informaciones que se vienen publicando sobre las movidas de un grupo de parroquianos del pueblo granadino de Albuñol, que se opone al traslado del cura Gabriel Castillo por el obispo de Granada, resultan manifiestamente mejorables por lo sesgado de su contenidos, y dan muestra de la frivolidad informativa con que se tratan habitualmente los asuntos de la Iglesia que, a falta de serpiente o tiburón de verano, suele ser una buena carnaza para colocar llamativos titulares. Ignoro las causas que han podido conducir a don Javier Martínez, hombre muy diferente a la imagen que se está ofreciendo de él, a cambiar de parroquia a este sacerdote, y si se debe a necesidades de la diócesis para cubrir otra ubicación más necesaria, o a algún «mérito» contraído y que prudentemente silencia el obispo. Por otro lado, resulta comprensible que si dicho sacerdote goza de las magníficas virtudes que le imputan el grupo de contestatarios parroquianos, éstos se sientan molestos con el traslado. No es el primer caso ni tampoco será el último. Pero eso no justifica la movida que están montando donde parece que todo el pueblo seguía a este hombre como a un nuevo profeta, y que ha llevado al obispo a tener que suspender el culto en la parroquia, entre otras cosas, porque el grupo de feligreses rebeldes se había instalado alrededor del altar con sacos de dormir y pancartas, y para mostrar su desacuerdo incluso iniciaron una temeraria huelga de hambre que llegó a durar... un día. Ni tampoco se justifica que los periodistas, que tan ligeramente escriben sobre el asunto, no se hayan tomado la molestia de investigar más seriamente sobre lo que pueda haber detrás de toda la movida, limitándose a recoger los dimes y diretes de unas cuantas personas del pueblo, acompañando sus crónicas con unas fotos de negritos inmigrantes sacando a hombros al cura (porque parece que les dio cobijo en la parroquia), e imputando las posibles culpas del traslado a unas monjitas del lugar; pero como éstas no quieren hablar sobre el asunto y hay que rellenar páginas, ¿quién dijo miedo? Será que soy muy suspicaz, pero un dato significativo de que puede que no sea oro todo lo que reluce, me lo dio una de las crónicas sobre el asunto que recogía el testimonio de una señora del pueblo, con 74 años, diciendo que gracias al cura acababa de hacer la primera comunión «porque cuando era pequeña no tenía dinero para el vestido ni para celebrarla, así que no pude hacerla hasta que llegó Gabriel». ¡Chúpate esa: en Albuñol sólo hacían la primera comunión las ricas hacendadas vestiditas por Christian Dior, hasta que llegó Gabriel!. Cuando uno lee este tipo de cosas no le queda más remedio que acordarse del bueno de papuchi Iglesias y musitar aquello de «Raro, raro, raro...». La película que tienen montada se complica cuando aparece como protagonista invitado por los parroquianos el Defensor del Pueblo Andaluz, el cura Chamizo (sí, también es cura), el mismo que no hace mucho y por aquello de la sensibilidad con el laicismo, aconsejaba la retirada de los crucifijos de las escuelas, y que a solicitud de este grupo de feligreses insta al obispo a que dialogue con ellos. Y digo que se complica, porque en estos tiempos cabe esperar cualquier cosa, incluso que el asunto se convierta en una cuestión de «realidad nacional» (ya saben: Andalucía, realidad nacional) y que la Junta reclame las competencias para nombrar a los párrocos de tierras andaluzas, con Manolo Chaves asumiendo el episcopado andalusí de progreso. Remataba la faena sobre el tema un artículo de Lola Álvarez en ABC titulado «Fuentealbuñol», donde aconsejaba «maneras» más evangélicas al obispo de Granada, finalizando su columna con un «Me acuerdo de Jesús de Nazaret y pienso: ¡ay, si levantara la cabeza...!». ¡Ay doña Lola!, y yo que creo que Jesús ya levantó no sólo su Cabeza sino todita su Persona al tercer día mediante su gloriosa Resurrección. Si para usted Jesús sigue muerto, le resultará muy difícil comprender a la Iglesia; y en este caso, el silencio de un obispo que, a lo mejor, no es una muestra de displicencia y frialdad, sino de prudencia y caridad. A veces las cosas no son como parecen. Lo fácil hoy es cargar contra la Iglesia, por supuesto siempre en nombre de Jesús de Nazaret, faltaría más. Y es que tenemos la suerte de vivir rodeados de teólogos, y teólogas.

No hay comentarios: