martes, agosto 07, 2007

Maria Maizkurrena, Pacientes

Pacientes
07.08.2007 -
MARÍA MAIZKURRENA m.maizkurrena@diario-elcorreo.com

Tres cosas hay en la vida, dice la canción, salud, dinero y amor. Y el orden no es aleatorio. Por eso una sociedad compleja organizada al amparo de un Estado social aprovecha su complejidad y buena parte de sus impuestos para atender la salud (¿o la enfermedad?) de sus ciudadanos. Los médicos se quejan, con todo, de que su prestigio ha disminuido, sus salarios no han subido convenientemente y los recursos con los que cuentan para desarrollar su labor no son bastantes. Y a los pacientes nos preocupan las quejas de los médicos. Nos preocupa, por ejemplo, que no tengan tiempo para las consultas o tiempo fuera de las consultas. Porque hay que recordar que, además de atender a los enfermos, tienen que leer la literatura médica que va saliendo, estar al día. Hace unos meses, un médico de atención primaria se quejaba en la prensa de que no podía hacerlo. Ahora bien, los pacientes tenemos nuestras propias preocupaciones, que a veces coinciden con las de los doctores y otras no. Actualmente, el Ararteko y el Defensor del Pueblo español estudian la queja de una bilbaína de 44 años llamada Ascensión Santamaría contra el hospital de Basurto por retrasar la intervención quirúrgica que el propio hospital había ordenado y programado. El director médico de Basurto, Nicolás Guerra, dice que el caso, que se consideró preferente al principio, debe ponerse por detrás de los que tienen que ver con procesos tumorales. Los médicos se asombran. ¿Se indignan? «Es la primera vez que nos ocurre esto». No entienden por qué Ascensión ha recurrido a la prensa y al defensor del pueblo. No entienden el interés que pueda tener este caso para el público. Pero si los médicos no ven el interés del caso, los pacientes sí lo vemos. Y nos preocupa hondamente que los médicos, o quizás los especialistas, que son una casta especial de técnicos, no puedan entender ya el dolor humano, la rabia y la desesperación. Ascensión tiene una enfermedad que se desprecia porque, al parecer, no la va a matar, pero sufre fuertes dolores, sangra, su vida está totalmente condicionada por el dolor y la limitación que su dolencia le impone. Al despreciarse su enfermedad, se la desprecia a ella. Está claro que no se le ha prestado la atención que necesita. Según el conocido ginecólogo José Gurrea, no es imprescindible operar, bastaría con un tratamiento farmacológico. Según el doctor Guerra, Ascensión, cuando sangra o rabia de dolor, tiene que ir a Urgencias, que es a donde el consejero Inclán nos aconseja que no vayamos, porque estamos saturando el servicio. Ascensión, entretanto, se queja donde y como puede. Representa, frente al poder de las altas castas médicas, el poder democrático de los miles de pacientes que quieren ser tratados como seres humanos. Sólo eso.

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