jueves, agosto 02, 2007

Manuel Montero, ¿Equidistancia tripartita?

¿Equidistancia tripartita?
03.08.2007 -
MANUEL MONTERO

El delegado del Gobierno aseguraba el otro día que el tripartito ha vuelto a la equidistancia, entiendo que por su tratamiento de los derechos humanos. El consejero de Justicia se ha indignado, y con un comunicado bélico -de los que se escriben para declarar la guerra o retar a duelo; siempre sorprenden los malos modos del Gobierno vasco cuando se dirige a los que no son de su cuerda o de HB- dice que de equidistantes, nada y, contradictoriamente, realiza una apología de la equidistancia, con la ocurrencia de que el tripartito es la centralidad del país. Una extravagancia, pero está de moda.Discrepo de los dos. No puede sostenerse, a la luz de las últimas actuaciones del Gobierno vasco, que el tripartito sea equidistante. Ni mucho menos. Su discurso sobre los derechos humanos está próximo al del nacionalismo radical, casi se confunde con él, y menos en un punto su programa de actuación al respecto es el de la batasunía. No equidista, frente a lo que decía el delegado. Tampoco defiende los derechos humanos de toda la ciudadanía vasca, contra lo que sugiere quien le abroncaba.Eso se deduce del nuevo 'Plan de acción en defensa y promoción de los derechos civiles y políticos' del tripartito. Es hijo del PACO (Plan de Paz y Convivencia), pues aquí hacemos planes y éstos hacen crías. Tiene el descomedimiento de ponerse la venda antes que la herida: «Se califica peyorativamente como de 'equidistancia' lo que, en nuestra opinión, debería ser un patrimonio común e irrenunciable de la ciudadanía: la defensa de todos los derechos de todas las personas de forma indivisible e interdependiente», pero tras leer el texto lo de nadar y guardar la ropa no cuela. El plan busca denostar la política antiterrorista del Gobierno español y sostener las peculiares visiones de la izquierda abertzale sobre los derechos humanos. Lo demás es cobertura, al margen de qué signifique eso de que hay que defender «todos los derechos ( ) de forma indivisible e interdependiente», que asusta. ¿Querrá decir que no se puede defender el derecho a la vida sin pedir la excarcelación de Otegi? A lo mejor En este plan sorprende la brutalidad de algunas expresiones, como cuando niega «credibilidad ética y moral» y acusa de «falta de gallardía» a quienes condenamos los atentados de ETA sin indignarnos por la Ley de Partidos. La verdad y la ética están en el tripartito y los demás, en el error. Por supuesto, el Gobierno vasco condena el terrorismo de ETA -sólo faltaba-, pero cada vez que lo asegura coloca la coletilla que viene a decir 'pero también está contra las cosas que hace España', todo en saco revuelto. Eso se llama equidistancia. Lo peor: las ocho páginas del plan están dedicadas casi enteras a desarrollar, como verdades incontrovertibles, las tesis batasunas sobre los derechos humanos en el País Vasco. Eso ya no es equidistancia, sino postura de parte.Cabría esperar que el Gobierno, al hablar de los derechos humanos en la sociedad vasca, mostrase alguna preocupación por los cientos de personas escoltadas debido a las amenazas terroristas. Sus derechos humanos están vulnerados. Carecen de libertad de movimientos, les amenazan por ejercer la libertad de expresión, quedan socavados sus derechos políticos pues les conminan de muerte por ejercerlos, está en riesgo su derecho a la vida, a la igualdad política, su derecho a la seguridad, a la privacidad, su dignidad incluso. En ningún otro lugar de la Unión Europea se produce tal violación de derechos, que amenaza a media sociedad. ¿No debería ser la principal inquietud del Gobierno vasco restablecer los derechos humanos de los ciudadanos amenazados por defender la democracia? Hasta sería deseable que elaborase propuestas para mejorar la acción antiterrorista y aliviar las condiciones de vida de aquéllos a quienes les han arrebatado los derechos más elementales.Para su vergüenza y desdicha nuestra, nada de ello se encuentra en el plan del Gobierno nacionalista. Desarrolla acríticamente los decires de la izquierda abertzale. Da por supuesto que el Gobierno y el Parlamento español vulneran los derechos humanos, vierte sospechas e insidias: la Ley de Partidos vulnera los derechos humanos, genera impunidad, hay torturas, se recortan libertades fundamentales, las prácticas procesales son de lo que no hay, se violan tratados internacionales Vamos, que vivimos en una república bananera de las que nos redimirán los tripartitos. Su conclusión: «El Gobierno vasco no puede permanecer impasible ante la restricción de los derechos civiles y políticos de la ciudadanía». No se refiere a quienes se los han coartado en su vida cotidiana, sino a los que según la batasunidad tienen los derechos restringidos. El mundo al revés.El plan del tripartito cuestiona sistemáticamente cómo funciona el Estado de Derecho. Lo hace pontificando sobre los límites de la acción antiterrorista. Se podía haber ahorrado la prepotencia analítica, pues son obvios los que tiene el Estado de Derecho. El tripartito sugiere que España no los respeta, pero no aporta nada más que sus aseveraciones doctrinales, similares a las acusaciones de la batasunía, para la que 'sus' derechos humanos son un arma de propaganda. Después, el Gobierno vasco, siempre presto a echarse al monte, elabora un plan en defensa de «los derechos de todas las personas». ¿De todas? De todas no: no de las personas amenazadas por el terrorismo. El plan de actuación es alucinante. No parece real, sino 'Vaya semanita' caricaturizando a un Gobierno formado por Batasuna. Trata de difundir por el universo mundo lo mal que van aquí los derechos humanos, desde el axioma de que están fatal. Tendremos enseguida: un 'foro de reflexión internacional sobre la normativa antiterrorista en el ámbito estatal y europeo', un 'informe anual independiente (sic) sobre el respeto a los derechos civiles y políticos en Euskadi', un 'seminario internacional sobre la aplicación de las declaraciones internacionales de los Derechos Humanos en Euskadi y en el Estado', un 'informe sobre la situación del cierre de medios de comunicación en el ámbito vasco' y 'una jornada sobre el ejercicio efectivo del derecho a la información en Euskadi'. Ni Arnaldo, de suyo más primario, habría llegado a tal perfección.Tanto foro y seminario -agitación y propaganda- no son para estudiar las cosas y luego proponer reformas. No, eso no. Saben lo que anda mal y el Gobierno propondrá ya modificar 20 normas legales que «suponen una restricción o vulneración de los derechos civiles o políticos». Bien está que partidos y gobiernos hagan propuestas políticas. No que las escamoteen como defensa de derechos. Una tomadura de pelo.Con el plan sólo se ha entusiasmado Askatasuna, de la abertzalía radical primera línea de choque. Asegura que coincide completamente, a ver si no. Única pega que le ve: ya que el Gobierno cree que el Estado vulnera a mansalva derechos humanos de vascos debería optar por la insumisión y dar instrucciones a la Ertzaintza para que les deje campar a sus anchas. Cría cuervos y te sacarán los ojos, habrán pensado los tripartitos.El enrarecido clima que vive la sociedad vasca no lo crea el Gobierno vasco, al que tampoco la ciudadanía hace mucho caso, pero se empeña en que así parezca. ¿No sería este país más respirable si el tripartito no hiciera de portavoz del radicalismo? ¿Tanto le cuesta, no ya la solidaridad, sino alguna compasión con los ciudadanos privados de sus derechos más elementales? Su democracia ideal es selectiva y en ella hay ciudadanos de primera y de tercera. Ellos están con los de primera, con los suyos, 'los nuestros'.Se debatía hace poco si el tripartito seguiría después de 2009. ¿De verdad es necesario llegar tan lejos?

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