miércoles, agosto 01, 2007

Manuel Molares, El nido de Anasagasti

jueves 2 de agosto de 2007
MANUEL MOLARES DO VAL
crónicas bárbaras
El nido de Anasagasti
Por insultar a los Reyes en su blog de internet muchos periodistas han atacado al senador del PNV Iñaki Anasagasti ridiculizándolo a costa de su peinado barroco, al que llaman ensaimada montada sin cabello de ángel.
Muy mal, porque nadie debe afear las carencias físicas de los demás, y es evidente que Anasagasti tapa algo más que un defecto con ese arreglo capilar: para él la alopecia es una grave minusvalía.
Su peinado lo señala. Es el grito de auxilio de quien quiere ser velludo y no puede. Entonces, hace una declaración de honorabilidad colocándose ese rodete de pelillos entrelazados para transmitir un mensaje que debemos comprender.
Le habría sido fácil calzarse un peluquín, que ocultaría mejor su cráneo, en lugar de depositar ese desvaído apósito que le sale de una patilla hacia la sien contraria recreando una patriótica txapela.
Efectivamente, él no se coloca aditamentos artificiales. Eso requiere un esfuerzo que merece un respeto. Porque muestra afán de superación personal. Las impresionantes señoritas de Playboy no valdrían gran cosa sin silicona en pechos y trasero. La estética capilar es toda una declaración de intenciones. Realmente, la ensaimada no es tal, sino una cesta de mimbre, un nido de ave. Esa txapela es una cunita capaz de albergar huevos que producirán hermosos polluelos.
Anasagasti es un ecologista. Ha construido ese nidito de amor en su campanario para que las cigüeñas incuben sobre él a las nuevas juventudes abertzales.

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