martes, agosto 07, 2007

Manuel de Unciti, La Iglesia catolica en China

La Iglesia católica en China
07.08.2007 -
MANUEL DE UNCITI

No sería éste tiempo oportuno para crear un Patriarcado de la Iglesia católica en China? La pregunta, por insólita e inesperada, puede sorprender a más de uno; es una propuesta, sin embargo, que entra en la mejor tradición de la Iglesia y que podría ayudar a resolver el viejo contencioso entre Roma y Pekín. El pleito, mil veces antes traído y llevado, ocupa estos días y desde hace varias semanas las primeras páginas de la actualidad. Y las ocupa -¿gran novedad!- con un aire positivo y hasta contenidamente optimista. Acaban de cumplirse los cincuenta primeros años de la creación por el régimen comunista de Pekín de la denominada y conocida Asociación Patriótica de los católicos chinos. Ha sido ésta una institución terrorífica para los seguidores de Cristo en la inmensa China. Tenía el encargo de dirigir y controlar todas las expresiones de la vida cristiana; de modo muy particular el nombramiento de nuevos obispos. ¿Y vive Dios que ha controlado y dirigido este punto hasta extremos inconcebibles! La fortuna, sin embargo, no le ha sonreído en muchas ocasiones. De los numerosos obispos -más de 250, según se cree- nombrados bajo el impulso de la Asociación Patriótica, sin contar para nada con la Santa Sede, no menos del 90% se las ha arreglado para, en el transcurso de los años, de modo secreto y burlando todas las previsiones y controles del Gobierno comunista, ponerse a bien con Roma.Ha sido éste, sin duda, el mayor 'fiasco' de las autoridades comunistas desde aquel triste 1951 en que decidieron romper las relaciones con el Vaticano y expulsar al nuncio apostólico. La representación diplomática vaticana, como las de otros varios Estados, encontró entonces cobijo en el Gobierno de Taiwán; pero mientras las otras legaciones -las más de ellas- han ido dejando poco a poco en la cuneta a las autoridades de la histórica isla de Formosa, hoy Taipei, Roma ha mantenido mal que bien su relación diplomática con el Gobierno rebelde, huido de la China continental, en atención sobre todo al puñado de millones de católicos ciudadanos de ese Estado.Se ha creado de este modo un formidable capítulo de disenso entre el Vaticano y Pekín, disenso que coloca a Roma entre la espada y la pared: si se aviniera la Iglesia a la pretensión de las autoridades comunistas de poner fin a toda relación con las autoridades de Taiwán, la comunidad católica de la isla podría sentirse justamente traicionada y tentada a separarse del Papa; si la Santa Sede, por el contrario, persistiera -como ha hecho hasta ahora- en reconocer a las autoridades de Taiwán, Pekín continuaría diciendo que no puede en ese supuesto hablar con Roma.Más duro de roer es el segundo contencioso de Pekín con Roma. La designación de los obispos por parte del Papa se les atoja a las autoridades comunistas chinas como una intolerable injerencia extranjera en los destinos internos de su país. Este punto de vista, exagerado para la mentalidad occidental, no lo es para la sensibilidad ultranacionalista del comunismo chino. Desde tiempo inmemorial, China ha venido temiendo atentados contra su soberanía. Este complejo se acentuó, como es notorio, durante buena parte del siglo XIX; y no sin razón. Durante esos años, las autoridades chinas fueron viendo a la Iglesia católica como quinta columna de algunas potencias europeas; y no sin algún fundamento. Baste con hacer mención de los proyectos que la Corte de Madrid barajó en los días de Felipe II acerca de una invasión armada del Imperio Chino. De aquí la cerrada y persistente resistencia del régimen comunista a consentir intervención alguna del Papa en la designación de los obispos chinos.Pero esta actitud comienza a cambiar. O así parece. O así lo entiende el Vaticano. Algunos datos de última hora abren un portillo a la esperanza. Por ejemplo, se ha propuesto al sacerdote Li Shan, de 43 años, para nuevo arzobispo de Pekín. ¿Ni buscándolo a posta podrían haber dado con un candidato más alejado de la línea ideológica y del comportamiento público del prelado al que va a suceder! Monseñor Fu Tieshan, en efecto, fallecido el 20 de abril, se había casado siendo ya obispo y tenía dos hijos. Fue toda su vida un adversario declarado de la Santa Sede, presidió la Asociación Patriótica, formó parte de las altas instancias del régimen comunista. El sucesor propuesto es todo lo contrario: nunca ha pertenecido a la Asociación Patriótica y hasta se ha opuesto valientemente a ésta cuando tuvo que defender algunas propiedades de la catedral de San José o 'Iglesia del Este', de la que era párroco. Jamás se ha metido en política ni se le ha visto la menor veleidad con las ideas marxistas. Su elección, llevada a cabo por un consejo diocesano de 93 miembros, consiguió 74 votos, lo que evidencia el buen nombre con que cuenta entre sus feligreses. Ahora tendrá que obtener el 'nihil obstat' de la Conferencia de los Obispos Chinos, pero se confía en que no pondrá obstáculo alguno a la designación de Li Shan. De aquí a tres meses tendrá que ser ordenado obispo, tiempo suficiente para arreglar bajo manga sus 'papeles' con la Santa Sede.Otro dato a tener en cuenta es que el Gobierno está atando corto a la Asociación Patriótica. Le ha dado orden de no incordiar y evitar enfrentamientos con Roma. El vicepresidente de la asociación, Liu Bainian, de 74 años, laico muy comprometido con el régimen, comienza a cambiar su discurso. Por vez primera acaba de hablar de las posibilidades de algún arreglo con Roma respecto al nombramiento de obispos, todo un bombazo informativo. Más aún: también ha declarado que a los católicos de China les agradaría una próxima visita del Papa a su nación. Y hay que tener también muy en cuenta que el cardenal de Hong-Kong, monseñor Joseph Zen, ha propuesto públicamente que Roma debería dar a conocer los nombres de los obispos que en secreto han rubricado su comunión con el Papa. En tiempos pasados, ha comentado, la revelación de sus nombres les acarrearía la cárcel; hoy no.Así las cosas, hay quienes proponen que la Santa Sede conceda a China el derecho de presentación de obispos. Lo ha concedido más o menos, hace poco, a las autoridades de Vietnam. Se trata de ese histórico derecho que a lo largo de los siglos han obtenido varias naciones europeas y que entre nosotros estuvo vigente con la monarquía y el régimen de Franco. No es el ideal, porque la Iglesia aspira a ser totalmente libre a la hora de designar a sus obispos, pero si no queda otra salida, Roma ha solido aceptar que tanto las autoridades estatales como los representantes pontificios presenten sus respectivas ternas de candidatos. Luego se dialoga Pero ¿quién no recuerda los problemas y las dificultades que este sistema de ternas originó en los tiempos franquistas? Sería mejor, por eso, que la Santa Sede se decidiera a crear un Patriarcado propio de la Iglesia de China; un Patriarcado para los actuales 13 ó 14 millones de católicos chinos, sumados los clandestinos, fieles a Roma, y los oficiales o reconocidos por el régimen y la Asociación Patriótica.El catolicismo admite la existencia de varios patriarcados en el seno de su organización. Fueron creados todos ellos, y desde los primeros siglos cristianos, en las tierras orientales de Europa y en las que miran hacia el Mediterráneo. Son los patriarcados de Bizancio, Jerusalén, Antioquía, Alejandría, Moscú También los católicos de rito latino nos integramos -dato que muchos desconocen- en el Patriarcado de Occidente; y el obispo de Roma -en este caso, Benedicto XVI- es, además de Papa, Patriarca de esta porción de la única Iglesia de Cristo que tiene al latín como su lengua oficial. Varios de los patriarcados más históricos rompieron su comunión con Roma en el devenir de los siglos; por causas muchas veces meramente políticas. Son los patriarcados que llamamos 'ortodoxos' o de las iglesias orientales.Todos los patriarcados -católicos u ortodoxos- tienen en su haber la facultad de designar a los que van a ser propuestos como obispos. Los nombramientos se alumbran en la suprema instancia colegial del patriarcado, llamada Santo Sínodo. Los patriarcados unidos a Roma tienen que notificar la elección a la Santa Sede. Y ésta la confirma. ¿Podría ser ésta la formula válida para conformar a Pekín?

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