miércoles, agosto 29, 2007

Manuel Alcantara, El más, el mejor

El más, el mejor
29.08.2007 -
MANUEL ALCÁNTARA

Ahora que ya no está lo dirán muchos, pero había que decirlo y escribirlo antes, como hicimos Luis María Anson y yo. Hay a quienes les duele admirar, en la misma medida que a otros nos conforta y nos ensancha el corazón. Umbral era atrabiliario, excesivo, injusto, contradictorio y caprichoso, pero además era Umbral. Se inventó su nombre y parte de su biografía, pero su bibliografía es sólo suya. Naturalmente que sobran cosas, como también sobran en su adorado Gómez de la Serna y Pablo Neruda, pero no falta nada. Segregaba literatura. Sólo creía en la sintaxis, entendida como una de las potencias del alma y en él escribir era como respirar.-«Hay que publicar un libro y 700 artículos cada año», me decía impostando su voz arterial, que se confundía con su propio eco.-«Estás loco, Paco».Otras veces me contaba que él era como un quinqui vestido por Pierre Cardin. Yo le decía que no, que era como Pierre Cardin vestido por un quinqui. Cuando le conocí, allá por el Antiguo Testamento, en Valladolid, bajo la sombra tutelar del gran Miguel Delibes, era un muchacho muy normalito. Aún no había compuesto su personaje, ni exhibía una penosa melena, ni había adquirido una bufanda roja que iba para pasarela de desfile de modelos, pero ya escribía prodigiosamente, inconfundiblemente, y estaba acompañado por una mujer, María España, de imposible sustitución. La verdad es que siempre fue Paco Umbral, acarreando su irreparable infancia y escribiendo hasta por los codos. Luego vino lo de su hijo, aquel niño que «se anticipó al alba», y el insomnio y los optalidones mezclados con whisky (por separado, Paco, le decía yo, y nunca en el desayuno). En la Real Academia creyeron algunos, educadamente, que el talento es contagioso. Ahora ya no está. Vivir, a cierta edad, es una lata. Y un luto.

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