lunes, agosto 13, 2007

Juan Velarde Fuertes, ¿Una crisis economica en España?

lunes 13 de agosto de 2007
¿Una crisis económica en España?
POR JUAN VELARDE FUERTES
Cuando el presidente del Gobierno, Rodriguez Zapatero, en el Debate sobre el Estado de la Nación, señalaba como señales indubitables de nuestra prosperidad el incremento, realmente muy fuerte, del PIB y el derivado del empleo, un notable número de economistas advirtió que ese empavesado y rápido buque de nuestra economía, podía experimentar serias molestias, porque despreciaba la existencia de demasiados arrecifes entre los que navegaba.
Estos escollos se encontraban, en primer lugar, en la realidad lamentable de nuestra productividad, tanto la del trabajo como la total de los factores. Después de un espléndido ensayo dirigido por el profesor Segura, esto parecía indudable. Lo agravaba todo el conjunto de informaciones que se facilitaban sobre nuestro I+D+i, tanto las procedentes de Cotec y sus espléndidos trabajos, como de otras fuentes, por ejemplo la aportación de Pedro Aceituno Aceituno titulado «Primer Informe Innovacef» (Centro de Estudios Financieros, 2007). Nada se hizo para mejorarlo. Añadamos el panorama energético. La elasticidad PIB -consumo de energía española- es, sencillamente, alarmante. Nos situa en la condición de angustiados clientes de la energía, justamente cuando hemos eliminado prácticamente la barata -la nuclear-, la internacional está en manos de oligopolios encarecedores y en la renovable, su encarecimiento básico solo se puede paliar con subvenciones. Esa fue la trampa en la que calló la economía española en 1974-75 para ocultar las consecuencias del choque petrolífero, y solo comenzó a salir de ella una década después. Además, España es un archipiélago energético que en nada se parece a aquella isla unificada del P. Pérez del Pulgar, en el ICAI, antes de la Guerra Civil. Incluso este archipiélago enlaza mal con Francia y el resto de Europa.
La compensación pareció venir, impulsada por bajos tipos de interés, de la industria de la construcción acompañada de incrementos de la demanda interior -consumo e inversión- que se financiaba en parte creciente con endeudamiento internacional. Esas balanzas exteriores fuertemente negativas no se sostienen más que con un ahorro extranjero que ahora exige tipos de interés cada vez más altos, si no financia una expansión competitiva. La otra salida es la depresión, al no existir posibilidad de caída en el tipo de cambio.
Frenan la situación tres cosas: una fuerte inmigración de mano de obra barata; un buen sistema crediticio español, y una cierta -cada vez más reducida- ayuda comunitaria. Pero no es suficiente si se generalizase la crisis bursátil; si prosigue el aumento de los tipos de interés; si continúa el incremento de los precios de la energía y materias primas, y finalmente si Europa no avanza. Siempre que se abandonaron las molestas reformas estructurales -como sucedió de 2003 a hoy- confiados en que la economía marchaba bien -en 1957-59, 1973-74 y 1992-93- los contratiempos externos nos hundieron. Es exactamente lo que ahora puede suceder. No hay salida si cualquiera de los riesgos indicados se consolida.

No hay comentarios: