jueves, agosto 23, 2007

Luis Racionero, Capri

jueves 23 de agosto de 2007
Capri Luis Racionero

Llegué a Capri trece años ha, de la mano de Lucía Bosé, que había pasado muchos meses de su vida en la casa del “costumista” Piero Tozzi, modisto de los suntuosos vestidos del Gatopardo y demás maravillas de Luccino Visconti, La casa, ya vendida, está frente a los farallones, antes de la que Le Corbousier construyó para Curzio Malaparte.
Como ven, una sola frase y ya estamos en el who is who. Es la fascinación y la maldición de Capri: todo el mundo ha estado aquí. Desde Octavio Augusto y Tiberio hasta los grandes nombres de la cultura europea de finales del XIX y todo el siglo XX. ¿Por qué? Belleza pura y clima paradisíaco. Isla elevada, con dos macizos montañosos que forman entre ellos como una silla de montar donde reposa el viejo pueblo de Capri, extendido hacia los lados por las villas del XIX que albergaron a Norman Douglas, Compton Mackenzie, el conde Fersen, Gorki, los exiliados rusos, Axel Munthe.
Hay tres novelas que leer sobre el ambiente de Capri en la Belle Epoque, cuando los gays la hicieron suya: El Exilado de Capri de Roger Peyrefitte cuenta la vida y excesos eróticos del conde Fersen, un francés con acererías en Lorena, descendiente del amante de María Antonieta; este personaje que escribía pasablemente, se construyó la villa Lisys en lo alto de un acantilado. Ahora se puede visitar, conserva el salón circular con decoración china donde fumaban opio y se “metían”, como se dice ahora, de todo lo que hubiera en 1910. Las vistas desde las terrazas de Villa Lisys son inigualables: Sorrento, la bahía de Nápoles, Ischia, Anacapri.
Fue Norman Douglas quien llevó a Fersen a ese acantilado y le recomendó construir allí. Douglas escribió el clásico inglés sobre Capri: South Wind, novela donde aparecen todos los pobladores excéntricos, cultos e incultos, de la isla a principios del siglo XX. El tercer novelista es Compton Mackenzie con Vestal FIRE, la más loca de las tres, un libro de culto.
Comparado al ensanche gay de Capri, el retiro monacal de Axel Hunthe, el médico de la familia real sueca, en Anacapri es tan adusto como su libro Historia de San Michelle que fue la primera que leí, pues es la única de estas obras que se publicaba en España en mi juventud. ¡Cuánto tiempo perdido por culpa de la censura y la mojigatería! Pero estos días en Capri me he resarcido con creces y no he parado de reír con las disparatadas ocurrencias de los locos de Capri. Y eso que Tiberio, según Douglas, fue un buen hombre morigerado, casi ascético que tuvo la mala suerte que durante su reinado mataron a Jesucristo, y por eso tiene mala prensa.

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