domingo, agosto 05, 2007

Luis de Velasco, El vodevil navarro

lunes 6 de agosto de 2007
El vodevil navarro Luis de Velasco

El devenir y el desenlace del “culebrón” navarro no son ninguna sorpresa. Desenlace hasta ahora, pues no son descartables, ni mucho menos, nuevos episodios como la o las dimisiones del candidato Puras y del secretario general del PSN, Chivite.
Ninguna sorpresa, al menos para quienes, conociendo bien el PSOE, venimos sosteniendo desde hace años que cualquier vestigio de principios o decencia política ha sido definitivamente arrumbado por el más grosero oportunismo político, por el burdo deseo de mantener o tocar poder, por mantener o adquirir puestos de trabajo (los propios). Esto, que puede parecer un primitivo análisis político, es un elemento del que no cabe prescindir a la hora de analizar seriamente lo que ocurre en este país, especialmente desde el triunfo electoral de esa formación en el 2004. Aunque justo es reconocer que ese oportunismo a toda costa ya venía desde años atrás cuando, poco a poco pero de manera continuada, se van abandonando señas de identidad imprescindibles en todo proyecto que se reclame no ya socialista o socialdemócrata sino simplemente progresista. Entonces se hablaba de “pragmatismo”.
En el desarrollo del vodevil navarro, auténtica comedia de enredo, hemos visto al candidato Puras y al PSN buscar como fuese (incumpliendo promesas electorales) la presidencia de la Comunidad e, incluso, plantear, parece que seriamente, un gobierno de concentración, por supuesto presidido por él mismo, que fue (hay que recordarlo) el tercer clasificado en la elección. Todo valía, con ese “todo” aprobado unánimemente por los máximos órganos del PSN, con tal de llegar al reparto de cargos, máxima aspiración ideológica, al parecer, de todos ellos. Eso sí, una vez más, arropado con la milonga de que “el pueblo de Navarra ha votado por el cambio” y lo de formar un gobierno de “progreso”, algo que sirve igual para un roto que para un descosido.
Pero el desenlace de la Ejecutiva del PSOE vetando este acuerdo parece contradecir todo el razonamiento anterior. En esa decisión han pesado, puede decirse, argumentos de ética y de ideología políticas que van desde no estar de acuerdo con el programa y los objetivos políticos de NaBai hasta el pensar que no es de recibo que un tercero en la elección de los votantes presida el Gobierno. Demasiado bonito para ser cierto. Lo que ha pesado en la decisión final de “Madrid” esta clarísimo y es sabido y reconocido por todos: puro y simple oportunismo electoral. Cálculo de que, en este caso, los inconvenientes superan claramente a las ventajas, concretamente a nivel nacional, a la vista de las elecciones generales en los meses inmediatos.
La corrupción ideológica y política, también presente en democracias de larga data, preside una parte creciente de las decisiones de los partidos españoles. En fecha reciente el PP, gran “adalid” de causas contra los nacionalismos, no ha dudado de expresar un acercamiento a los mismos pensando también en esas próximas elecciones. No hay que alarmarse, esto es moneda común en toda democracia asentada. Hay que tomar nota y lo que hay que combatir son los acuerdos claramente “contra natura” y respaldar los que muestran un componente de respeto mutuo y objetivos aceptables y coherentes con los principios de quienes hacen esos acuerdos. La política es conflicto y los pactos son necesarios pero con unos mínimos. No debe valer todo si se quiere que la actividad política sea algo respetable para la ciudadanía.

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